lunes, 2 de diciembre de 2024

Sacristán

 Pocos pueblos tienen el encanto de Chinchón en la Comunidad de Madrid. Su antiquísima plaza porticada de planta irregular e inclinación notable, llena de balconadas de madera que sirven de palcos en las corridas de toros que todavía en ella se celebran, es un reclamo de fama universal.

 Lugar que sirve de escapada para vecinos de la capital y que registra notables números de visitantes foráneos, ofrece a quien la visita otros encantos como la empalizada o castillo que se erige aún orgulloso en una de sus lomas o la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, a la que se llega tras subir empinadas calles que dan la espalda a la plaza.

 Junto a la iglesia se emplaza el centro cultural de la Villa, el Teatro Lope de Vega, en cuya fachada se rinde homenaje a su vecino más ilustre, el actor José Sacristán de quien se destaca que fue en aquel emplazamiento donde vio, siendo niño, las primeras películas que despertaron su vocación artística.

  Con una carrera cinematográfica extensísima que sobrepasa con creces los cien filmes e infinidad de representaciones teatrales, el visitante podrá disfrutar del pequeño homenaje que además de la placa en el edificio del teatro, muestra una pequeña estatua en cuyo pie reza una frase tan hermosa como cierta:

 Pobre de aquel que pierde de vista al crío que fue.



  

 Bien parece lo que bien hecho está. Un acierto la dedicación de este pequeño rincón del pueblo a un vecino e hijo tan insigne como entrañable.

 

 

 

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