Dice Serrat en una de sus más célebres canciones, "Bienaventurados los que están en el fondo del pozo, porque de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando." Todo un canto de optimismo, se mire por donde se mire.
En realidad los bienaventurados son los que se comparan con ellos, ya que encuentran en esa vara de medir un alivio y un consuelo para sus miedos y sus cuitas.
Comparaciones vitales, en todos los ámbitos y a todos los niveles.
Salida airosa, simple, recurrente; cuando no se encuentran argumentos propios, esa autonomía existencial, tan dolorosa como escasa. El sueño de la razón, ( y sus consecuencias derivadas), produce monstruos.
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