Si tú y yo, apreciado lector anónimo,
del que tengo conocimiento porque la calculadora que lleva incorporada la página
me da cuenta del número de visitas que recibe cada una de mis entradas, entabláramos
conversación con el fin de conocernos, seguramente no tardásemos en intercambiar
algunos datos el uno del otro con vistas a hacernos una idea de a quien tenemos
delante.
Es muy probable que empezásemos por lo
más básico: edad, procedencia, profesión, estado civil… poco a poco compondríamos
mutuamente una estampa de quienes somos y de cómo deambulamos por nuestra
respectivas existencias. Tendríamos pues, una biografía al uso a nuestra disposición,
con un puñado de datos importantes pero que seguramente no dan idea real de a
quien tenemos delante.
Y es
que, ¿Qué es en realidad una biografía, y sobre todo, que tipo de datos deberían
formar parte de ella? Si lanzáramos esa pregunta al aire seguramente a mucha
gente la información antes expuesta le parecería suficiente, mientras que a
otros en cambio, no.
Philip Roth en este trabajo nos da
pautas de una biografía poco convencional, la que atañe a los deseos más íntimos
y las conductas amatorias de un profesor de universidad entrado en los cuarenta.
Con la
maestría que caracteriza a este autor, Roth nos mete de lleno en la vida íntima
de David Kepesh,
haciéndonos partícipes de sus viajes, sus frustraciones profesionales, sus
dilemas familiares y sus dudas sentimentales como si fuéramos parte de la historia.
Así paseamos por las calles de nuestro protagonista, vamos a la universidad, vivimos en su casa y dudamos
en si debemos casarnos con su pareja, sentimos sus inquietudes como si fueran
parte de nuestra propia vida.
El profesor del deseo es
una muestra de lo que es en realidad una vida, el cúmulo de un montón de cosas
que inciden en nuestro comportamiento y en la imagen que damos al exterior. Somos lo que pensamos, lo que sentimos y también lo que deseamos, estableciendo
con ello una personalidad íntima abiertamente definitoria en nuestros comportamientos
sexuales.
Es un pequeño tratamiento de psicoanálisis colectivo que protagonizamos cada uno donde compartir lo más primario e instintivo nos sirve de terapia a quienes leemos.
Es un pequeño tratamiento de psicoanálisis colectivo que protagonizamos cada uno donde compartir lo más primario e instintivo nos sirve de terapia a quienes leemos.
Apenas hace unos meses que se nos fue, pero
la sombra de Philip Roth no puede más que acrecentarse a pasos agigantados, que
el tiempo solo va a reforzar.