Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 25 de mayo de 2012

Pinchazo

     Después de una semana de muchísimo trabajo y apenas ocio, hoy viernes, por fin he conseguido salir pronto. Ni corto ni perezoso, con ganas además de hacer un poco de piernas, de quitarme el anquilosamiento de toda la semana, me he cogido la bici y me he ido a dar una vuelta, a pesar del calor, en torno a los treinta grados, y del sol de justicia.

    Ha debido suceder al poco de emprender la marcha; algo no funcionaba. Una especie de ruidillo metálico procedente de la rueda de atrás ha venido acompañando hasta que me he dado cuenta que la rueda estaba completamente en el suelo.

    Había pinchado.

    Tras una leve vista preliminar, he sacado una tachuela del tamaño de una uña de la goma trasera. Ese era el ruido metálico. Tan grande era, que si soy sincero, no recuerdo haberlas visto de ese calibre.  

    Hace apenas dos semanas que hemos regresado de hacer el Camino de Santiago, precisamente en bicicleta. Más de quinientos kilómetros por todo tipo de superficies.Pistas forestales, caminos empedrados, pozas de barro, tramos de pavés,carreteras bien y mal asfaltadas... Y los neumáticos han aguantado perfectamente. Ni un problema. Casi parece una broma.

    Mejor así. Hubiera sido un pequeño caos encontrarnos en mitad de ninguna parte con la rueda inoperante.En mitad de la calle, justo a la altura de la peineta, he decidido dar la vuelta y dar un paseo, bici en ristre, por las calles de Las Musas.

   Obviando las miradas curiosas de la gente, andando por la acera, he deshecho el camino quitando hierro al asunto. Estás cosas pasan; así que a buen paso, he ido dando una vuelta por esta zona de Madrid, llena de urbanizaciones de nueva cuña en calles con nombre de ciudades, que, tal vez dentro de unos años, se convierta en el centro neurálgico de la Madrid olímpica.

  Estaban las calles llenas de vida. Las terrazas de los bares, que ocupan las aceras en cuanto el sol asoma, estaban rebosantes de un público que consumía alegre bebidas para refrescar el gaznate, gente disfrutando del buen tiempo y del inicio del fin de semana.

   Por un momento he sentido que no había problemas, que habíamos vuelto a lo de antes. Cualquier mínimo resquicio sirve de pretexto para disfrutar de un rato agradable, sin mayores pretensiones. He llegado a olvidarme de la bici y del pinchazo, y me he dejado llevar por un entorno que siendo cotidiano y normal, en los tiempos que corren de contrariedades y apuros, sabe delicioso. He llegado presto a casa, casi sin darme cuenta, como si hubiese hecho mi trayecto montando en la bici y no hubiera pasado nada. Con una sonrisa en los labios y sin apenas darme cuenta de los cinco kilómetros que he hecho caminando con la bici a cuestas.

   Que fácil y con qué poco a veces se puede disfrutar. Mañana veré lo de la rueda de otro modo y pensaré en la realidad: tengo la bici averiada y he de arreglarla. Pero eso será ya mañana.

  Bendito pinchazo. 

viernes, 18 de mayo de 2012

Ponerse las pilas

      En estos días se ha conmemorado el primer aniversario del movimiento de protesta 15 de Mayo (15M). Como era de esperar, un sin fin de actos, convocatorias, actividades y todo tipo de muestras de apoyo y rechazo, según fuera el caso, se han producido a raíz de los acontecimientos acaecidos el mismo día quince y en días previos y posteriores. Amplia ha sido la cobertura en los medios para hacerse eco de las implicaciones y capacidad de influencia del mayor movimiento asociativo jamás registrado en la aún joven democracia española.

      Dada la envergadura del fenómeno, muchos son los prismas desde los que se puede visualizar el movimiento en sí, pero de entre todos ellos, llama poderosamente la atención el análisis aparecido en un artículo del diario El País, el día 14 de mayo, ( véase sección de tecnología en la hemeroteca del diario), en referencia al papel que han jugado los dispositivos móviles en los actos convocados de protesta. Aunque el artículo decae a medida que se avanza en su lectura al perderse en toda una retahíla de anuncios de los distintos tipos de baterías y soluciones que los diferentes distribuidores tratan de lanzar al mercado para corregir este inconveniente, (la sofisticación y recursos de los aparatos repercuten negativamente en la duración de la batería), resulta interesante su lectura por hacer referencia a la frustración que en los usuarios de estos aparatos genera su escasa autonomía e independencia. Un smartphone no solo un teléfono; es un instrumento de transmisión de información (cuando se realiza una concentración por ejemplo), y permite,  además, registrar con sus cámaras en formato vídeo o fotografía los distintos momentos acontecidos en cada acto o manifestación. Permite divulgarlo a través de las redes sociales, dando a cada evento una cobertura impredecible al ser imposible determinar a cuanta gente puede llegar. Se mire por donde se mire, es impresionante.


      Resulta ciertamente casi paradójico que aparatos de un coste elevado sirvan de apoyo a gente con recursos limitados para tener el mayor grado de publicitación. Un bien de lujo da cobertura a gente en riesgo de exclusión. Paradójico porque, aunque los operadores hayan subvencionado los terminales, las tarifas de internet y de datos no están subvencionadas.

      Dicen los activistas y simpatizantes  que se trata de un movimiento que no solo trata de protestar contra la situación actual; trata de cambiar el mundo. Desde un punto de vista ecológico hay algo que no cambia, va muy en la linea del estilo de vida actual: la factura y consumo eléctricos suben, aunque luego lo compensemos con apagones simbólicos para concienciarnos de que hay que ahorrar.

     Paradojas y contradicciones. Que sería de la condición humanas sin ellas.

martes, 15 de mayo de 2012

Lapsus Peregrino

   Lapsus de dos semanas sin publicar. Echaba en falta escribir unas lineas en este, mi espacio.  Es ya una pequeña adicción; necesito escribir.

   Dos semanas de interrupción. Mis crónicas han huido del teclado y la pantalla; Un viejo cuaderno con casi diez años y un bolígrafo han cubierto mis necesidades creativas en este tiempo.

  He cubierto por cuarta vez en mi vida, un nuevo tramo del Camino de Santiago como peregrino; esta vez en bicicleta; esta vez por la costa.

  Aún queda pendiente escribir el epílogo a esta nueva aventura. Pero no será por aquí; volveré a mi viejo cuaderno y en el plasmaré mis impresiones finales antes de cerrarlo hasta la próxima tentativa.

   Porque habrá más.

   Otra necesidad más que tiene uno, como la de escribir.

   Cerraré el cuaderno y lo guardaré en algún cajón, sin releer mis crónicas peregrinas. No lo necesito ahora.

   Tal vez más adelante, algún día en el futuro, sienta la necesidad de releer mis historias en ese viejo cuaderno que un día compré para anotar mis andanzas como peregrino. Quien sabe cuándo y dónde, ni por qué motivo o razón.

   Hoy no lo necesito.

   Hoy no.

   Necesito antes hacer camino, no balance de lo caminado.