Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 15 de julio de 2016

Cuatro días

 Cuatro día de un mes de junio. Así podría titularse esta especie de novela de suspenses acaecida hace apenas unas semanas en que el panorama político terminó por dar un giro tan inesperado como sorprendente y que en muchos aspectos sigue sin asimilarse los resultados.

 El día veintitrés de junio, contra todo pronóstico los Británicos votaron en referéndum abandonar la Unión Europea. Con cifras dispares según el territorio, ( Inglaterra y Gales votaron a favor, mientras que Escocia e  Irlanda del norte lo hacían en contra), el primer ministro Cameron se vio forzado a renunciar a su cargo tal y como había prometido en caso de resultado adverso. El segundo de sus órdagos en forma de referéndum, (el primero de la segregación de Escocia le salio bien), ha terminado por cerrar su tiempo como Prime Minister, dando paso en las filas Tories a un debate por la sucesión que ha aupado a la cabeza del partido y por extensión como nueva inquilina del diez de Downing Street a Theresa May, segunda mujer que llega a la jefatura del gobierno en las islas y cuyas posturas extremadamente conservadoras en aspectos civiles y sociales, pueden superar a las que defendiera en su momento su predecesora, Margaret Tatcher. Para colmo de despropósitos, el nuevo jefe de la diplomacia, que será el encargado de negociar las condiciones de la desvinculación del Reino Unido con Europa, es el estrambótico Boris Johnson, ex alcalde de Londres, principal precursor de la desvinculación o Brexit y que se ha hecho más famoso por sus excentricidades y verborrea incontinente  que por sus méritos como gestor. Parece una broma de mal gusto con cámara de la que nos sacarán gritándonos aquello de inocente, inocente al tiempo que nos regalan un ramo de flores para decirnos que todo ha sido un montaje...

 Aquí en tierras patrias, repitiendo los comicios del veinte de diciembre, el día veintiséis volvimos a acercarnos a las urnas con una mezcla de aburrimiento y escepticismo. Con unos resultados de participación inferiores a los de cuatro meses antes, los resultados del escrutinio desde primerisima hora de la noche arrojaron unos resultados inesperados: La pujante coalición Unidos Podemos se dejo un millón de votos que hicieron estéril toda confluencia posible para alivio, que no alegría, de un PSOE, cuyo sorpasso parecía cantado en todos los sondeos y  cuya caída en picado va camino de ser un proceso de lenta descomposición por entregas como si se tratase de un culebrón. Y en mitad de tanto despropósito, el partido que a priori debiera haber sufrido mayor descalabro, salió no solo ileso, sino que mejoró resultados y expectativas como ningún instituto demoscópico pudo predecir. El exangüe Rajoy. próximo a la jubilación política, ha salido vivo de la contienda, ganándose la confianza de ser solo el quien deba formar gobierno, y consiguiendo en el exterior la vitola de ser el único dirigente occidental capaz de parar en las urnas al populismo. Ver para creer.

 En alguna entrada anterior aseguraba que  PSOE y Podemos estaban condenados a entenderse, solo ese entendimiento, apoyado en cuantos acuerdos pudieran derivarse podía y debía liderar el cambio político en España. La falta de entendimiento nos ha abocado a este resultado. Quien no sabe leer entre lineas, si sabe crear escenarios adecuados para alcanzar consesos, no puede ser presidente del gobierno. En política como en casi todas las cosas, al final cada uno acaba teniendo lo que merece. La izquierda en este país y su extrema ineptitud solo merecen un papel secundario y sin enjundia en la toma de decisiones y en las instituciones. 

 Algunos daban por muerto al bipartidismo en este país. No solo el sistema electoral y su Ley Dhon´t protegen a los partidos tradicionales. Los nuevos litigantes y sus posturas de marcar lineas rojas a diestro y siniestro que imposibilitan pactos han mandado al retrete ocho millones de votos, y con ellos muchas ilusiones de cambio. Otro síntoma más del que adolece no solo España sino Europa entera. La terrible crisis de liderazgo que deja nuestras vidas en mano de auténticos pazguatos.

 Termino mi comentario de hoy recordando la imagen que tristemente es portada en todos los medios, con los muertos de Niza aun calientes y el dolor reflejado en los rostros de un país duramente castigado por la violencia terrorista. Ver a Hollande y sus discursos tratando de contener la situación, todo un embolado que tiene maltrecho a Francia y Europa, me produce una desazón terrible, y una evidencia tan rotunda como cierta: con estos políticos tan pobres en recursos y capacidades de estado es muy difícil ser optimista ante un futuro con demasiados retos como para afrontarlos con estas incertidumbres.