Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 25 de enero de 2013

Seis millones

 El dato de por si es crudo, muy duro de digerir. Aunque desde que asumimos el euro como moneda el concepto millonario ha perdido todo su sentido, ¿ Quien tiene más de un millón de euros en su cuenta?,  el término millón sigue sometido a esas dosis de amplitud y abundancia: es sinónimo de cantidad grande y en algunos casos inusitada.

 La última EPA ( encuesta de población activa) publicada con fecha de ayer, veinticuatro de los corrientes, arroja el dato demoledor que todos, propios y extraños, esperábamos; al menos cinco millones novecientos sesenta y cinco mil conciudadanos deambulan por la vida entre los rangos de edades que contemplan la denominada población activa, entre los diciocho y los sesenta y cinco y no tienen empleo; o dicho de otro modo, todas ellas son personas que están en edad de trabajar sin traba alguna que obstaculice el desempeño remunerado por cuenta propia o ajena y que no tienen trabajo alguno o constancia del mismo.

 En medio de este mareante baile de cifras de esta última EPA cabe destacar entre todas las estadísticas presentadas la del número de empleos destruidos: al menos ochocientos cincuenta mil. El pretendido efecto estimulador que el actual equipo gobernante ha desarrollado a lo largo de los últimos catorce meses no solo no ha atajado el problema, si no que, por momentos, parece agrandarlo a marchas forzadas. Ni la criticada reforma laboral aprobada, ni ninguna de las medidas de acompañamiento presentadas siempre sujetas al tan cacareado principio de austeridad, han permitido no ya crear empleo, si no parar esta hemorragia de pérdida de cotizantes a las arcas públicas.

 Reconozco que el tema me supera, desde un punto de vista humano, por el terrible drama que representa contemplar día a día como hay tanta gente viviendo al límite a causa de la falta absoluta de ingresos. Hermanos, amigos, vecinos, ex-compañeros de trabajo... esta es una lacra que acobarda y paraliza a partes iguales ante la absoluta incomprensión por lo que esta pasando y la exasperante impotencia que se deriva de ver los meses pasar y no notar cambio alguno que de pie a la más mínima señal de esperanza.

 También me sobrepasa desde el punto de vista intelectual. Cuántas veces ha oído uno que la economía, como materia multidisciplinar, posee un amplio espectro de análisis de diversas variables que hace muy complejo el diseño de soluciones a los problemas planteados. Lo cierto es que uno no para de recibir bombardeos constantes de opiniones en materia económica: de un tiempo a esta parte todo el mundo habla, todo el mundo sabe, todo el mundo opina, de primas de riesgo, de balances por cuenta corriente, reducciones del déficit, pero nadie da soluciones a tan terrible dilema. Más que sobrepasarme, el simple hecho de leer u oír algo sobre economía me deprime, invitándome a sentirme ausente ante toda suerte de disquisiciones que cada vez siento más ajenas, puesto que hablan de nosotros pero no inciden sobre nosotros. A los resultados hay que remitirse.

¿ Dónde está el limite? cuando apenas el número de desempleados llegaba a los cuatro millones, se decía que ahí estaba el límite; superado este, la barrera de los cinco millones se antojaba como un listón inadmisible, cuyo posible rebasamiento implicaría algo parecido a la insumisión social en las calles... Ahora que estamos según la EPA a treinta y cuatro mil seis cientos desempleados de la barrera crítica de los seis millones, ¿Qué va a pasar? ¿Se echará la gente a las calles más aún? ¿Saquearemos masivamente los supermercados como algún politiquillo demagogo apoltronado sine die ya ha aventurado por tierras del sur?, ¿ Dejaremos de pagar las facturas?, ¿ Iniciaremos alguna suerte de insubordinación hasta alcanzar un circulo vicioso cuyo resultado pueda ser el caos y la anarquía total?

 Dónde están los limites del sufrimiento. Seguirán las economías sumergidas amortiguando paliativamente las carencias de ingresos por la vía legal y seguirán las familias ejercitando de catalizadores del crédito en una clara suplantación de aquellas entidades que deberían de hacer circular el dinero; así, de esta guisa, franquearemos la barrera de los seis millones sabedores de que la vida continuará para los que no tienen empleo que seguirán subsistiendo por la vía de los parches, asumidos como una costumbre de la que nos costará salir, y por la barrera de la razón cínica, aquella que nos permite aislarnos de la realidad como si no fuera con nosotros, a los que no sufren porque tienen trabajo y medios de subsistencia.

Nos vemos cuando lleguemos a los siete millones.

jueves, 17 de enero de 2013

Sanidad de Segunda

 Es un hecho incuestionable que el debate sobre la sanidad en este país de un tiempo a esta parte es foco inusitado de atención. El proceso de privatización de la gestión sanitaria en algunas comunidades autónomas, siendo el caso más relevante el de la Comunidad de Madrid, así como los incrementos en el pago de servicios, ( copago farmacéutico, euro por receta,etc.), han generado una oleada masiva de opiniones como posíblemente nunca antes había ocurrido. El cuestionamiento de un servicio tan básico como vital hasta hoy ofertado desde lo público,como consecuencia de la necesidad de ajustar presupuestos en época de vacas flacas presupuestarias copa el centro de atención mediatico.

 Son muchas las opiniones que reclaman transparencia y más información sobre lo que se está haciendo.En un momento tan delicado como el actual, todas las medidas pensadas para mantener en condiciones de cobertura y calidad suficientes el sistema de atención sanitaria tal y como lo contempla el Sistema de Seguridad Social,  implantado en este país hace 30 años, tendrían que venir acompañadas de debate entre las partes implicadas, así como de la suficiente publicitación en términos de cifras económicas, recursos y necesidades contrastadas a cubrir en cada uno de los frentes que la salud tiene abiertos en la población.

  Por intereses espúreos a lo sanitario, poco claros, achacables tal vez a la falta de coordinación o a la confrontación política que en no pocos casos solo sirven como obstáculo a la hora de dar soluciones, el tema en cuestión lejos de aclararse o solucionarse cada día se va agrandando como problema. Sin ningún genero de dudas, será uno de los grandes temas de confrontación en próximas contiendas electorales.

  Cada día se van añadiendo nuevos elementos que ayudan a echar leña al fuego a la cuestión. A la valoración de si es ético o no que un ex-consejero de sanidad que está enrolado en el sector privado pueda trabajar en la empresa que se ha hecho con la externalización de servicios sanitarios se añade ahora la cobertura que en esta materia el mundo rural tiene por parte de las administraciones.

  Es en este punto donde querría centrar mi atención hoy; la espoleta ha saltado en Castilla la Mancha, donde el cierre de varios centros de salud en localidades de poco rango demográfico ha dejado sin urgencias nocturnas a un puñado de municipios. La medida, justificada por el costoso mantenimiento de servicios poco demandados según las administraciones, ha encendido la cólera de cientos de vecinos que verán alejada esa asistencia medica a otros municipios colindantes y, en no pocos casos, con difíciles accesos por carretera u otros medios.

 Es solo una mota más de polvo de un problema que está registrado desde hace años. Medidas como esta, amparadas por las carencias de tesorería no deben esconder la ausencia de una política sanitaria rural consolidada descuidada desde hace años a todos los niveles y desgastada por la descentralización territorial.

Hace algún tiempo pude comprobar de primera mano como ese problema estaba ya presente en algunos casos. Por un cambio de residencia, mis padres decidieron ir a vivir a Tolox, un bonito pueblo del Valle del Guadalhorce malacitano, conocido por su balneario ( Fuente Amargosa), cuyas propiedades lo hacen ideal para el reposo y el restablecimiento de enfermedades respiratorias y por su ubicación en la Sierra de las Nieves, paraje de gran belleza para excursionistas y amantes de la naturaleza. Este pequeño municipio, de apenas unos tres mil habitantes contaba entre sus instalaciones médicas, aparte de la farmacia-dispensario de rigor, un centro de salud que solo prestaba atención médica de lunes a viernes de 9 á 2 de la tarde. Para cualquier incidencia o problema médico, posterior a ese horario se hacía necesario el desplazamiento a la
localidad más cercana que sí tiene ese servicio ( Alozaina, a unos diez kilómetros por carretera) o a Coín, cabeza de partida y municipio de referencia de la comarca.

  La experiencia de vivir en un pueblo apenas duró dos años; mis padres, sexagenarios diabéticos, decidieron cambiar de emplazamiento ante el temor de sufrir cualquier tipo de contratiempo y no tener medio de conseguir una asistencia de garantías en periodo de tiempo razonable. Incluso para pedir una ambulancia había que recurrir a alguna de las dos localidades antes citadas o demandar la llegada del helicóptero de urgencias. 

 De tener una ambulancia a media hora por carretera, ahora mis progenitores tienen el Hospital Provincial de Málaga,(Carlos Haya) a cinco minutos andando.Aún así no son pocas las veces que recordamos la situación de este pueblo cuya población, en un porcentaje elevado, está compuesta por gente muy mayor. A pesar del temor resuelto, esa solidaridad consustancial a la condición humana que a veces nos empecinamos en enterrar, nos da pie a pensar en como estarán otros que no tienen la suerte que tenemos los demás.
  
 Es siempre un motivo de satisfacción que en medio de la actual problemática se de publicidad a problemas como este, que lejos de ser nuevo, viene siendo un azote constante para un número indefinido de vecinos que por ser ciudadanos de poblaciones rurales son en este ámbito, consumidores y contribuyentes demandantes de una sanidad que presta servicios de segunda.




viernes, 4 de enero de 2013

Dolor anónimo

 Comienzan mis andanzas de bloguero en este 2013 que apenas si estamos comenzando a saborear, con esta nueva entrega que tiene poco de novedosa ya que trata de cuestiones que están latentes en buena parte de mis comentarios. Esta vez quiero dejar aquí constancia de la amarga cara de la crisis cuando se lleva a casos extremos.

 Ayer supimos que un ciudadano de mediana edad, de apenas unos cincuenta y siete años, decidía quemarse a lo bonzo junto a las instalaciones del  Hospital Carlos Haya en la capital Malagueña. Acosado por deudas y sin perspectivas de conseguir un trabajo, en un arrebato incomprensible de desesperación, optó por quemarse así mismo en lo que aparentemente puede considerarse un intento de suicidio o de autolesionarse en aras de llamar la atención.

 Hoy los medios se hacían eco del terrible acontecimiento; y en apenas unas horas han constatado la defunción del mismo. Con cerca del ochenta por ciento del cuerpo afectado por las llamas, los doctores y cuidados del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla,a donde fue traslado de urgencia por poseer una excelente unidad de quemados, no han podido hacer nada por salvar su vida.

 Es esta una muerte anónima. Anónima porque como tantas otras muertes que vienen sucediéndose nos pilla de refilón, casi de un soslayo irreverente.  Uno tiene siempre la primera reacción del impacto de conocer el hecho, y no puede evitar pensar en la desgracia y en qué puede haberle pasado a ese sujeto por la cabeza hasta el punto de buscar lesionarse. Pero en apenas cuestión de segundos, casi en lo que se tarda de cambiar de noticia o de imagen si se ha tenido conocimiento del acto a través de la televisión, uno pasa a otra cosa levantando esa especie de pantalla mental que nos permite eludir la realidad y ausentarnos de ella, hasta el punto de mostrarnos completamente ajenos a ella. Como suele decirse, uno no sabe lo que se pasa, hasta que le pasa a uno.

 Esta muerte es por ello una muerte anónima más, como tantas otras que vienen jalonando la más dura actualidad fruto de embargos derivados de desahucios, u otras desgracias cuya catalogación derivaría casi en un estudio a conciencia. Los demás seguimos subsistiendo, a lo nuestro, en mejor o peor medida,
conscientes de que la realidad es dura hasta extremos insufribles, pero felices de vernos ajenos a problemas que son de otros.

 No soy indiferente a esta técnica de esconder la cabeza o mirar para otro lado; pero esta muerte quizá me ha impactado por el hecho de ser buen conocedor de la zona, al tener en esa parte de Málaga familia residente muy cerca de ese hospital. La parada de taxis de la calle Ciprés, junto a la cual el desgraciado pirómano decidió inmolarse, así como el quiosco donde compró su ultimo paquete de cigarrillos y el encendedor con que se prendió fuego forman parte de un paisaje que me es grato y familiar cada vez que bajo a la capital de la Costa del Sol. Incluso el descampado donde trabajaba de gorrilla el malogrado con vista a sacarse un dinerillo en horario intempestivo. Quien sabe, quizá me haya cruzado con él en alguna ocasión y nos hayamos mirado con esa típica mirada que los sociólogos llaman desatención amable: cuando te cruzas con alguien por la calle a quien no conoces pero miras sin ninguna intención.

 Apenas si se saben datos del fallecido. Los que le frecuentaban han dado pistas sobre su edad y origen magrebí. A esta hora del día aun se desconoce su identidad fruto del deterioro de sus huellas dactilares, no siendo posible avisar a familiares para que se hagan cargo de los restos, ya sea aquí o en Marruecos. Es una muerte anónima, ajena al entorno, en consonancia con el mundo en que nos empeñamos en vivir, extraño a todo y a todos.

 Sirvan estas pequeños comentarios de homenaje a esta nueva anónima víctima marcada por un entorno cada vez más brutal y atroz. No podría haber encontrado otro mejor argumento para iniciar mi particular 2013 creativo.

 Va por ti. DEP.