No deja de sorprender la mojigatería de algunos. Qué laxos para consentir que instrumentos de fuego pululen como piruletas por las calles y qué impetuosos se muestran para censurar comportamientos que son de índole privado.
Pasó en su día con el impeachment de Clinton, y ahora sucede con el proceso que el Gran Jurado ha abierto a Trump. Líos de faldas que ponen en la picota a políticos. Asunto más viejo que el tebeo. Huele a Profumo, como desde hace décadas, aunque ahora no haya historias de espías detrás, sino un affaire con una actriz de cine porno, a la que se ha intentado comprar su silencio con un pago ahora investigado.
Camas y despachos, qué jugosa combinación para amantes del morbo y del escándalo, que de modo recurrente salen a la palestra de cuando en cuando. Morales de baja estopa y piel fina. No llegará el día en que no nos metamos en la vida de los demás, ni digamos qué nos parece bien y qué no.