Jose Andrés

 Podría estar al amparo de los fogones de alguno de sus restaurantes, ejerciendo de filántropo y humanitario a resguardo de las comodidades que da el  vivir en un mundo rico y en paz.

  Y en cambio está al pie del cañón, con su chaleco antibalas, supervisando la labor de preparación y reparto de comida entre los muchos damnificados que no han cruzado frontera alguna en Ucrania. 

 Hasta trescientas mil raciones diarias. Todo un logro en una situación difícil y desgraciadamente muy peligrosa.

 Para sentirse orgulloso, para mostrarle nuestro reconocimiento. No faltarán los enrevesados que se pregunten de dónde saca el dinero para conseguir los abastecimientos, o quien andará detrás de esa labor. Tampoco faltará quien vea una operación de marketing y publicidad, aprovechando la situación de necesidad de tanta gente inocente.

 Las criticas son libres, y las envidias con o sin inquina, también. Seguramente somos mayoría los que aplaudimos el trabajo de este cocinero, punta de lanza de un oficio, que hace mucho tiempo que se cansó de trastear en un segundo plano. Chapeau!

Gazapo

 Metedura de pata  en forma de cría de conejo.  Qué estampa. Errores que dan saltos.

 Y cuando lo subsanas, te alivias, pero queda el poso de fondo del error, de haber quedado  de ignorante, la peor de las faltas.

 Nada como seguir aprendiendo. Ni como errar. Sólo  el que se equivoca entiende que no debe dejar de seguir en la brecha de seguir formándose.  

Fragancias subterráneas

 Los días de lluvia todo huele diferente, especialmente cuando caen las primeras gotas, esas que hacen que el ambiente se impregne a tierra mojada, uno de los aromas más maravillosos del mundo.

 Hoy, coincidiendo con mi hora de la comida, la misma que muchas veces empleo para irme a caminar un rato y así desconectar del trabajo, he pasado delante de una boca de metro, la de Artilleros, justo cuando comenzaba a chispear, y con las primeras gotas, se percibía en el ambiente un aire fresco, que se mezclaba con las corrientes de aire caliente que salían de la bocana de acceso, haciendo distinguible ese olor caractéristico e inconfundible del subterráneo madrileño.

 De tanto como lo pisaba antes, he pasado a apenas emplearlo desde hace tres años, pero no por eso se olvidan cosas como ese olor de profundidad y humanidad que sale de ahí abajo. No hay dos metros iguales en el mundo, empezando por cómo huelen. Eso , sin duda daría para escribir todo un tratado, si es que no lo hay ya.

Herencias

 Da grima ver a los que antes se mostraban poderosos, intentando dar pena para paliar los efectos, demoledores ,de la opinión publica, que ahora los desprecia.

 Algunos se aplican a pie juntillas aquello del de tal palo, tal astilla. Delitos de diferente índole arrastraron al padre a la carcel y a la miseria en la que terminó sus días. Los que afectan al hijo, tienen una catalogación moral menos perversa, pero no por ello le van ha dejar exento de llevar el estigma de por vida.

 Queda el recurso de dar pena, de poner a disposición de las autoridades la herencia de la abuela, en aras de convertir el dolo inicial, en una buena voluntad que de inicio no hubo. 

 Siempre he sido muy escéptico con las huellas  y herencias de pensamiento, obra y omisión, no pueden estar escritas en nuestro mapa genético, ni aún pueden predisponernos a ello. Sería tanto como decir que la parte volitiva de cada cual no es más que un títere ingenuo, que cree que se mueve con libertad, cuando no deja de ser una marioneta cuyos hilos ya se mueven por la inercia de quien los maneja. No soy bueno porque mis ancestros lo fuesen, no soy un chorizo porque mis antepasados lo hicieran. De cuanto hace uno, ha de responder uno. Si somos seres humanos, lo somos con todas las consencuencias, sin subterfugios.

La leyenda de la peregrina

 No suelen gustarme las novelas históricas regias, por mucho que tengan por hilo argumental los grandes acontecimientos de la historia; acaban redundando en la vida privada de los monarcas en sus cortes, historias de cama y descendencia que, sinceramente me aburren, pese a ser en no pocos casos, elementos esenciales que explican muchas cosas, incluso decisiones que influyeron en el discurrir de los acontecimientos.

 Sugerencia y préstamo de una buena amiga, ha llegado a mis manos La Leyenda de la Peregrina, (Editorial Espasa), en la que la escritora uruguaya Carmen Posadas, cuenta la historia de la perla más famosa del mundo, la misma que tras llegar a la Corte española, pasando desde allí por otras monarquias europeas, y que tras ser regalo de reconciliación de Richard Burton a Elizabeth Taylor, ha terminado subastada por una cantidad indecente pagada por un anónimo comprador de oriente medio. 

 Narrada con formatos estancos, capítulos cronológicamente entrelazados,  asociados a cada uno de los monarcas que la tuvieron entre sus pertenencias, Posadas construye una historia viva, ligera de datos densos, contada en cada corte por algún personaje real o ficticio vinculado a la misma, a modo de confidencias buscando la complicidad del lector, lo que permite centrar la atención en la joya y sus idas y venidas, dejando los detalles reales y políticos en un segundo plano, necesario pero no principal.

 Novela fresca, interesante y actual. Un acierto su elaboración, y desde luego su lectura.

 

Citas

Y pensar que antes algunos cortejaban vía epistolar, escribiendo a mano, comprando el sello, echando la carta al correo, y confiando en que el funcionario de turno dejara la misma con la mayor celeridad posible, quedando a la espera de recibir respuesta.

 De esta guisa, podían pasar meses; ahora nadie se imagina actuando así.

 Plazos, esos que nos obsesionan reducir para optimizar el tiempo, para no perderlo. Misma vara de medir que se aplica a todo, aunque no todo requiera las mismas consignas.

 Sin paciencia no hay frutos. He ahí las consecuencias de aplicar las reglas del usar y tirar, que convertimos todo en basura reciclable, hasta las relaciones personales.

 Practicidad frívola. Adelantos que son un atraso. Consecuencias: emprobrecimiento constante. Modernos insustanciales. Ídolos de barro de tienda low cost.

 

Debates

 Anoche haciendo zapping descubrí por sorpresa que el canal 24H de RTVE, estaba emitiendo en directo el debate de cierre de campaña de la segunda vuelta de las eleecciones presidenciales en Francia. Con la idea de echar un vistazo durante un rato, acabé por verlo entero, en sus casi tres horas de duración.

 Con los ojos medio cerrados me metí en la cama perplejo. Habitualmente me salto los que se celebran en suelo patrio, porque además de anodinos los encuentros exraordinariamente vacios de contenido. Carentes de propuestas, apuntados al postureo mediático, son una muestra inequívoca de la decadencia palpable de la clase política española.

 Sin embargo ayer la cosa tenía otra pinta. Fue un choque de trenes, que resume a las claras las principales líneas de pensamiento y tendencias en las que nos movemos ahora en toda Europa. Frente a las tradicionales posturas ideológicas y de acción y compromiso, se oponen ahora corrientes de pensamiento dipuestas a tensar la cuerda, agitando las frustraciones de un electorado, cuyas dificultades para encontrar trabajo o llegar a fin de mes, las convierten en víctimas propiciatorias del populismo y la demagogia.

 Como siempre que estamos en tiempos convulsos y de zozobra, donde la seguridad brilla por su ausencia y buena parte del mundo que hemos conocido hasta ahora se ha venido, sencillamente, abajo; en tiempos como éstos es cuando toca predicar, aunque aparentemente delante se tenga un erial o desierto. Labor constante y de labriego, en aras de alimentar unas raíces que no por resecas dejan de ser nuestra base y sustento, raíces que vuelvan a servir para que germinen la razón y el sentido común.

 Hay que remar. Mucho, además. Fantasmas como el de Le Pen crecen como champiñones por todos los arcos parlamentarios del viejo continente, y trascienden fronteras y distancias entre orillas de océanos. Lo que se debatía anoche era más que un simple litigio electoral: era rearfirmar el compromiso hacia los viejos valores-pilares de la tradición más europeista o lanzarse a la carrera de unas transformación de realidades que amenaza con llevarse por delante, la conviencia, los valores de la modernidad y las relaciones de frontera a lomos de una radicalidad tan injusta como retrógrada.

 El domingo los franceses ejercerán su soberanía. Y miraremos todos por el rabillo el ojo. Nos jugamos mucho. Demasiado.

Lluvia

 Nunca llueve a gusto de todos, y nunca mejor dicho. Cuando no lo hace porque está todo muy , vuelve a hacer frío y parece que no es primavera. Como si la primavera no entendiese de vaivenes.

 Nada como quejarse. Deporte patrio por antonomasia. Da igual porque nada está bien. Lo del vaso medio lleno, lo dejamos para otra vida, no para esta.

Ladridos

 Qué mal lo paso cada vez que veo a un perro con bozal, y eso que en la mayoria de los casos es por su bien. Es la unica manera de que no se meta en la boca o se coma cualquier cosa que se encuentre por la calle. 

 Nada peor que limitar los movimientos, tratar de reducir las acciones. Cualquier cosa que menoscabe la libertad de movimientos produce pena. En las personas, en los animales, hasta en las planta.

 De cuántas forma de prisión física existen podría hablarse y mucho,  y por muchos atenuantes que se le asignen, no dejan de dar la misma lástima. Por eso cuando llegan noticias como la de que mañana las mascarillas dejarán de ser obligatorias en espacios interiores, es para celebrarlo con jolgorio.

 Con las fauces abiertas de par en par, cual canino feliz que al tiempo que trota, suelta adrenalina  a ladrido partido, así deberíamos mostrarnos todos mañana. La mascarilla a partir de entonces será una elección, no una imposición. Volvemos a ser un poco los de antes. Un poco más.

Todas nuestras maldiciones se cumplieron

 Con un título así de sugerente es casi imposible pasar delante de un libro como éste y no caer en la tentación de ojearlo, darle la vuelta y leer su sipnosis en cualquier librería donde lo hayares. Y sí asi ocurriese, es muy probable que acabaras comprándolo, porque es un acierto.

 Tamara Tenebaum traza en las páginas de este trabajo, publicado en España por Seix Barral, un libro que bien podria pasar por ser una historia de judíos, ambientada en Argentina, de donde es Tamara oriunda. Hija de uno de los ochenta y cinco asesinados en el brutal atentado de la aseguradora AMIA en Buenos Aires, Tamara hace transcurrir por estas páginas un puñado de vivencias personales, que bien podrían ser las de cualquiera, sin que la condición de religiosa, más o menos practicante, tenga por qué incidir en sus derroteros.

 Amena, divertida, sesuda pero no cargante, narrada con un toque de inocencia que roza por momentos lo infantil, pero que toca de lleno temas de adultos,  Todas nuestras maldiciones se cumplieron es una sorpresa para el lector. Sin duda esta opera prima es un magnífico presagio de una carrera literaria que promete, aunque como ya se sabe, en literatura se puede hacer currículum y mostrar un gran talento con un sólo título. No hace falta nada más.

 

Leche de avena

Tiempos de probaturas, de degustar cosas nuevas; eso sí, de manera forzada. A falta de pan, buenas son tortas, decía el dicho, y a falta de leche común en los estantes del supermercado, buenas son otras leches.

 Así que como otras veces, me he convertido en cliente por obligación, o casi. Igual que hubo una vez que abrí cuenta en una entidad bancaria sin yo proponérmelo siquiera, del mismo modo ha llegado a mi vida la leche de avena.

 Dicen que es más digestiva, que al tener proteinas vegetales es mucho mejor para el tránsito y el estómago.  A un euro con cuarenta el litro, ya puede serlo, y ya de paso podría tener un gusto en el paladar mucho mejor que el me deja cada vez que la bebo sóla, ya que habitualmente la utilizo para cortar el café. Dicen que sólo debo darle tiempo, que antes o después dejaré de tener esa sensación de desayunar café con horchata...

 Es cierto que hay un elemento mental importante detrás de los sabores, como igualmente sucede con los olores. La cabeza asocia cosas buenas y malas a unos olores u otros. Igual que se nos educa en otras muchas cosas, y se nos enseña a reconocer signos con la vista, o a identificar superficies con el tacto, también el gusto y el olfato están bajo la lupa de la enseñanza. Haz lo que vieres, olieres y, por supuesto, bebieres.

 Vuelvo al supermercado, y los palets de leche de vaca vuelven a estar rebosantes, en todas sus variantes por cuenta de la nata. La tentación de volver a lo de siempre ahí está. 

 Medio brick de margen me queda, lo que tarde en gastar la que compré días atrás. Será entonces el momento de calibrar, si gastar más y degustar diferente, o volver al viejo regusto de la leche de siempre.

 

Trabalenguas

 Suenan maravillosos en boca de alguien que no es de aquí. Son un orgullo, ya que demuestran interés por la lengua del país en el que viven.

 No hay mejor forma de mostrar cariño por un sitio que no es el tuyo. Las palabras se las lleva el viento, salvo si las dices en una lengua que no es la tuya, allá donde quiera que vivas; denotan cariño, aunque sea via mensaje tribial. Cariño contenido y diferido. Una forma de mostrar agradecimiento tan sencilla como efectiva.Rotunda por emotiva. Pequeños detalles que hacen muy grande, y magnifican.

Hablar aquello de dónde paces, no de dónde naces. Elemental.

  

Contrastes

 Barrios vacíos que se vuelven marabunta en el centro,

 Nubes y claros, chaparrones a media tarde

 que ponen en un brete a procesionarios.

 Temperaturas variables.

 Es primavera en El Corte Inglés.

 Abril, aguas... a ratos.

 Alcatarillas que se atoran

con cuatro gotas.

 Con el pié cambiado,

hasta en los desagües.

 Seguimos aterrizando,

 no todas las vueltas son fáciles.

 Pero seguimos en ello,

 en vísperas de dejar el bozal 

 por obligación.

 Tiempo de constrastes y de vueltas.

O de intentarlo, al menos.

 

Río revuelto

 Andan de uñas los transportistas, los hosteleros, los dueños de gasolineras, y eso sólo de un tiempo a esta parte. Desde que los recibos de la luz aportan un gasto mensual que es un disparate, la lista de agraviados no tiene fin.

 Malos tiempos para la lírica y para la onírica. Dosis de crudo realismo, día tras día. Sin margen para la evasión. El sueño de la razón, siempre produce fantasmas. Vías de escape atoradas. Hay que oxigenar, antes que curar. 

 Comportamientos anómalos, que a nadie le sorprendan. Volubles por siempre, por mucho que queramos ir de Wayne por la vida. Al final nada es más democratico, nada quita antes las máscaras que la desgracia. En la mierda seremos todo aquello que nos negamos cuando vienen bien dadas, ¡Oh vosotros, que sois paradojas con patas!

Una historia ridícula

 La última obra de Landero es una novela corta, ligera en apariencia, que cuenta una historia que como su nombre indica, es ridícula, pero que mantiene intactos todos y cada uno de los grandes temas que suelen tener acogida en los trabajos del escritor de Alburquerque. 

 Una historia ridícula, (Editorial Busquets, Colección Andanzas), cuenta las desventuras de un single, incapaz de formar una familia, que se enamora de una mujer de alta sociedad, a quien además de idealizar, pone como objetivo central de su vida, objetivo por otra parte inalcanzable.

 De sus cuitas personales y profesionales, de cómo deambula por la vida, de sus miedos y logros, de todo cuanto le acontece en su corta y anodina existencia como empleado de un matadero, vecino de una finca urbana cualquiera, de sus relaciones de vecindad y como parroquiano de un bar de barrio, da cuenta en estas páginas, narradas con aire intimista y triste, pero también rebuscado y jocoso, dando como fruto una novela distinta, profunda a la par que entretenida, que se lee del tirón. Grande, muy grande Landero.  

En directo

 Hoy es esto un relato a seis manos, Dos, las mías, aporrean las teclas del ordenador y escriben; otras dos, espátula en mano, repasan los desconchones del techo de mi dormitorio, después de una nueva gotera, y unas terceras se afanan en colocar plásticos por el suelo, rellenar serones de agua para hacer la mezcla de yeso, y supervisar desde abajo la labor del compañero, alzado sobre unas escaleras de madera, tan viejas como mi casa.

 - Pero si nosotros ya hemos estado aqui, me dice uno de los amables albañiles,

- Si, hará como cosa de unos seis meses, así que no descartes que vuelvas antes de que llegue el otoño, le replico yo.

  Inevitables risas, que relajan el ambiente; el que se afana en el raspado del techo, incluso me comenta dónde estaba la gotera de la otra vez. Les dejo a sus cosas, desplazándome yo a mi despacho desde donde retransmito en tiempo real las labores de reparación.

 Puntuales como un clavo, después de que me llamasen a eso de las nueve de la mañana, y de que me lo anticipase el día antes mi rubia vecina de arriba, Almudena, hija de la inefable Mari Cruz, con la que las goteras tenian peor solución, porque a todo esto, ésta es la quinta gotera que sufre el techo de mi dormitorio en los casi catorce años de residencia en esta casa.

 Suena el telélono, Lo atiende el que está abajo y pone el manos libres, una voz de mujer, seguramente la suya, le apremia para que haga unas diligencias, que tienen de por medio a un perro, sube la tensión en la voz de los dos, Ya te dije que no se puede hacer nada, comenta el obrero, poco antes de colgar. Un silencio incómodo se extiende por toda la casa ahora, sólo interrumpido por el ruido de la espátula.

 La cosa avanza rápido. En breves empezaran con el enyesado. Veremos cuánto dura; en unos días la segunda fase de restauración, la del repintado. Devolvemos la conexión a los estudios centrales. Buenas y tardes y buena suerte.

 

Cumpleaños

 Miércoles tarde. Mahou en mano hablas del tráfico en la M30, de vísperas de Semana Santa.

 El salón de la casa que siempre te parece enorme, empequeñece por momentos, y eso que apenas somos nueve personas. Repartidos entre la mesa y el sofá, apuramos un aperitivo rápido e improvisado antes de marchar al restaurante. 

 A cinco minutos en coche, apenas lo que tarda en cruzarse un tunel, aparcamos los dos coches en que nos desplazamos, delante de un local decorado con colores chillones, que alerta de los peligros del aborto. Cosas que antes se defendían en corrillos y en privado, ahora son de dominio público. Polillas en el aire. Nada como quitarse complejos, 

 Mesa redonda, entrantes y bacalao de plato principal y vino de la tierra, como no podía ser de otro modo, que riega el homenaje. Tarta de chocolate y chupitos de licores variados ponen el fin de fiesta.

 Todos menos dos eran parte del clan, familia de la homenajeada, raices abulenses mezcladas con alguna ramificación lucense.

 Te sientes bien, muy cómodo; no te ves fuera del círculo, y eso que a la mitad de los convidados sólo los habías visto antes en fotos. Como la pieza de un puzzle, encajas en el contexto sin esfuerzos. Gente sencilla y encantadora. Es difícil no sentirte afortunado y agradecido.

 Regalaste un libro, pero en verdad el regalo te lo han hecho a tí. Gracias Obdulia por incluirme en tu séquito más reservado. Hay gestos que valen más que todas las palabras.

 

 

Quesudo

 Palabras que son parte de una jerga, vocabulario popular de la calle, que pasa de boca en boca como la pólvora y pasan a formar parte del ideario colectivo.

 Hay infinidad de ellas, pero hay una que me encanta por su expresividad y acierto a la hora de reflejar lo que hay detrás de ella. La palabra en cuestión es quesudo, y su ámbito de uso son las Islas Canarias.

 Dícese quesudo a alguien que está excitado por cuestiones eróticas o simplemente sexuales. Probable herencia latinoamericana, de raíz venezolana, quesudo viene a ser sinónimo del tradicional salido.

 Y al oírla uno piensa en una pizza llena de queso, con el mismo extendiéndose en tiras largas cuando se coge un trozo y está recien sacada del horno, con el queso tierno y derretido. Así es como suele estar uno, cuando le consume el apetito sexual y este parece manifestarse de un modo incontrolable.

 Plasticidad llana y simple. Palabras que esconden una imagen después de escucharlas. Imposible no oírla y tener una visión en la cabeza. Qué mejor manera de expresar un estado tan institivo como incontrolable en la mente. Pasiones con tintes culinarios. Qué maridaje.

Bucha

 Sapere aude, que decía el maestro de Konisberg, el mismo que vaticinaba el fin de las grandes calamidades en el mundo, porque precisamente gracias a ese conocimiento audaz, eliminaríamos de nuestra voluntad toda suerte de destrucción e inquina a lo ajeno.

 Y nada más lejos de  la realidad. Pronto se celebrará el tercer centenario e su venida al mundo, y en poco, por no decir nada, ha mejorado éste de como entonces lo vivió.

 Pasan las décadas, los siglos, y los males y abusos endémicos de la especie humana, se mantienen intactos. 

 Bucha se une a la larga lista de lugares malditos, tocados por la muerte y la destrucción. Desconocida hasta ahora para todo el mundo, ocupará desgraciadamente un lugar destacado en el altar de los mártires. Asesinatos brutales sin justificación, que hieren por años la imagen percibida de quienes los han perpetrado bajo la bandera de la Federación Rusa.

 La misma bandera, que ondea en la ciudad que te vio nacer, Immanuel, y que poco predicamento hace de tu impronta. Kaliningrado que reniega de ti, por tu condición germanófila, igual que quienes dirigen los designios de Rusia, olvidan su condición de humanidad. Qué gran error, qué gran paso hacia atrás.

 

 

El hijo del Capitán trueno

 Sólo con mirar la portada ya se percibe toda una declaración de intenciones, la que muestra este trabajo autobiográfico, donde fuerzas antagónicas se entrecruzan constantemente para dar forma y origen a una persona y artista, tan diferente como estrafalario.

 Hijo de una Miss Italia y un torero, de una italiana y un español, nacido en Panamá,  de la sensibilidad y la brutalidad reflejada en el matador de toros, de un frontal choque de trenes, cuya fuerza se percibe en cada una de las páginas y los capítulos de este libro. Sensibilidad y arte, frente a crudeza y muerte. Cruce de caminos para dar forma y vida, para generar una personalidad tan soprendente como incomprensible.

 El hijo del Capitán Trueno, ( Edit. Plaza y Janes),  es una biografía parcial, que narra la vida familiar y personal del artista hasta los veintiún años, momento clave en la vida de Miguel Bosé, cuando comienza su carrera musical, aquella a la que va a dedicar los próximos cuarenta años.

 Por las páginas de este libro, desfilarán artistas de todo tipo, actores, cantantes, directores de cine y, como no, el ínclito e inspirador Picasso. Una vida de película, descifrada desde el lado más humano y personal, de un divo cincelado a conciencia que solo se hace de notar, porque no sabe hacer otra cosa.

 

  

Calificaciones.

 Nada de repetir cursos, nada de recibir calificaciones numéricas. Objetivo no quedarse atrás. 

 Y ya está montada. Enésima reforma educativa, cambios por doquier. Visión a la carta según la vitola ideológica de quien gobierna.

 País alérgico a consensos, ni en lo más esencial, si quiera, y luego echaremos las culpas a los que van a los hemiciclos. De tal palo, tal astilla. Fiel espejo de lo que somos. Y seremos, sólo hay que ver lo que vamos sembrando.

 Involución constante. Cada generación es más ignorante que la anterior. Deficientes cotejados por las reválidas PISA. En picado, y sin frenos. No le importa esto a nadie, de verdad, por mucho que parezca lo contrario.