Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 31 de diciembre de 2018

El valor de la utopía

  Y llegó el ultimo día del año; otra vez estamos en plena víspera de la noche más larga y previsiblemente más divertida, del año.

 Desde hace algunos días vienen sucediéndose recopilaciones de lo que han dado de sí estos doce meses; balances que inevitablemente trasladaremos cada cual a lo que nos corresponde a título individual. Y ya puestos a hacer resumen, no se me ocurre mejor manera de hacer el mío que hablando de mis lecturas en este 2018 que se va; balance literario pues que en realidad es balance de vida.

 Cerca de cincuenta han sido los libros que han ocupado mis lecturas a lo largo de estos meses, habiendo hueco en ellas mayoritariamente para novela y ensayo, los palos que más toco y en donde más agusto me encuentro en mi faceta de lector; sin embargo este año de entre todas las lecturas destacan sin duda la de Nudismos, de Belén Valiente, poemario del que he tenido la inmersa fortuna de ser prologuista, El año del regreso, de Francisco J. Capitán, a cuya presentación en la Casa de Melilla en Madrid fui invitado como presentador y De esperanzas y soledades, opera prima de mi buen amigo Pablo Puicercús, en cuya revisión y publicación  me involucró activamente, siendo la firma de su libro en la Feria de Retiro, uno de los momentos más emocionantes del año.

 Este año, además ha dado tiempo a volver a hacer pinitos como escritor, asistiendo a un nuevo módulo de Escritura creativa y relatos cortos impartida por Inés Mendoza, en la Escuela de escritores de Madrid, contando con la compañía de mi fiel Isabel Morante a la que espero ver muy pronto en igual tesitura creadora que la de los mencionados más arriba.

 Sin duda el año ha cundido. Así que ya puestos a pedirle al venidero algo, le diría que cuando menos fuese tan productivo como lo ha sido este. Y que además de las referencias que incluyo arriba, apareciesen en mis lecturas libros como el que ha servido de inspiración para terminar animarme a escribir esta entrada.

 Tan simple como sorprendente; ¿ Ha muerto la utopía, triunfan las distopías?es la transcripción por escrito de la última lección, después de cuarenta años dedicado a la docencia, el profesor y teólogo Juan José Tamayo. En ella y de manera muy sucinta recorre el origen y la historia del concepto utopía, cuya materialización como término se debe a la figura de Tomás Moro. Si de algo merece hablarse en este libro es sobre la reflexión a la que llega el profesor Tamayo, que acusa a nuestro tiempo de haber abandonado la posibilidad de lanzar utopías para entregarnos en cuerpo y alma a describir escenarios distópicos donde el futuro que se vertebra está condenado a desarrollarse en escenarios tétricos y negativos.

 Si la realidad es ya de por si tan negativa como es, como lo pueden ser también nuestras fabulaciones y visiones de futuro.

 Esta última lección es un canto a la positividad. No en vano detrás de cada utopía hay una proyección de ilusión, de conseguir alcanzar algo bueno y fecundo, mas allá de que como utopía esto sea difícil de conseguir y alcanzar.  Se trata de recuperar un motor de cambio que mas allá de alimentar la esperanza esté detrás de la persecución de grandes logros y conquistas de la humanidad. No en vano detrás de cada gran meta, siempre hubo un imposible que había que intentar conseguir.

 Sin duda es uno de esos libros que dan que pensar, que te hacen replantearte qué  grado de ilusión y de entrega a los ideales forma parte de nuestras vidas. No se me ocurre mejor sugerencia de lectura para un año nuevo que ya casi empieza. 

 

 



viernes, 28 de diciembre de 2018

Santos inocentes

 No deja de ser sorprendente como algunas cosas derivan y se transforman, convirtiéndose en algo completamente ajeno a lo que en realidad representan. Si hay un caso paradigmático de eso, ese sin duda es el de los santos inocentes, cuyo origen religioso, envuelto en un halo de duda como tantos otros pasajes relatados en la Biblia, hace alusión a la supuesta matanza de niños menores de dos años perpetrada por el Rey Herodes I, después de conocer que el hijo de Dios había nacido en sus dominios.

 De cómo de un hecho tan luctuoso e impactante se ha derivado a una costumbre además de pagana, cómica y casi diría que absurda, seguramente darán buena cuenta decenas de teorías que justifiquen la costumbre del muñeco de papel pegado a la espalda, o de la noticia colada como veraz, a la que suelen recurrir los medios de comunicación, por citar algunas de las prácticas que pueden verse en un día veintiocho como este. lo cierto es que este día supone una transición que no deja de ser sorprendente ya que supone el paso del dolor a la risa, de la muerte al divertimento. De un extremo a otro, como si esa dualidad que la filosofía china refleja en el yin y el yang se llevara aquí a un grado diferente, aunque en esencia refleje la presencia de dos opuestos que parecen alimentarse.

 Es quizá este punto, el del paso de una punta a otra es el que más me llama la atención en este día de celebración para los cristianos, extremos que están presentes en nuestras vidas y que nos permiten balancearnos de un lado para otro, para de esa manera encontrar acomodo a nuestras incoherencias, manifiestas en comportamientos y comentarios, en no pocos casos difíciles de justificar.

 Inocentada, así es como suele denominarse a gastar una broma que se hace por descuido o ingenuidad; posiblemente habría que definir toda una suerte de matices, si juzgamos que hay cosas que pasan que parecen una broma o una inocentada, y uno no sabe muy bien si ocurren por ingenuidad, por descuido, o por completa y absoluta incompetencia. Podría ponerse como ejemplo lo que ocurre con la política en este país, por citar solo uno, aunque seguramente no tendríamos que buscar mucho para encontrar más ejemplos válidos.

 Que la práctica política haya caído en el pozo de la broma y la burla, no solo por la percepción que se tiene entre la ciudadanía, sino por las incongruencias y ejercicios estériles con que nos vienen acostumbrando nuestros políticos profesionales es, más que una broma, un drama, una desgracia en toda regla que daña los intereses colectivos e individuales y que nos condena a un futuro donde la incertidumbre no deja ver luces entre tantas sombras. Quizá a alguno habría que recordarle que la política es el arte de la toma de decisiones, y también de lo posible. Es el único camino para conseguir cosas y que estas hagan bien a una mayoría, cuyo provecho y bienestar debería ser la única luminaria que guiara las conductas de quienes la ejercen como profesión, ya que la interinidad o transitoriedad están reñidas siempre con ella.

  Los años pasan y al calendario llega otro veintiocho de diciembre de extremos. De sin sentidos y cabezonerías, de enroques e inmovilismos. De incapacidad para llegar a acuerdos. Que sigan pues parece no importarle al respetable, que jalea bravuconadas y actitudes estrafalarias, pero que no se equivoquen: eso que ellos hacen no es política.  Es otro espectáculo más, otra especie de reality show al que tan adeptos nos hemos hecho de un tiempo a esta parte. Más pan y circo.


jueves, 27 de diciembre de 2018

El pájaro pintado

  Cuando uno lee libros sobre la Segunda Guerra Mundial, normalmente espera encontrar datos que se refieran directa o indirectamente a hechos acaecidos en el devenir de la contienda.   

 En el caso de El pájaro pintado de Jerzy Kosisnki, (Edit Debolsillo ) ese dato no solo aparece difuminado, sino que termina por ser casi irrelevante. Se sabe que estamos en plena guerra porque en diferentes momentos aparecen soldados alemanes, unas veces mencionados de pasada, otras con su presencia que se advierte cerca; tan solo en un pasaje del libro, nuestro protagonista, un niño entregado por sus padres a un agricultor para que lo alejase del frente de batalla y con ello de un peligro de muerte casi previsible, se las ve ante un pequeño pelotón de fusilamiento del que consigue escapar con maña, pero tanto ese lugar donde ocurre ese acontecimiento como las diferentes aldeas que transita a lo largo de las páginas de la novela tienen un nombre o topónimo al que referirse, y es que esta novela es ante todo y sobretodo una historia humana, una historia donde sólo las personas tienen nombre y donde la humanidad y la bestialidad cruzan sus caminos por un sendero terrible y pavoroso.

 Muchas historias y hechos contrastados nos han llegado sobre las durísimas condiciones de supervivencia a que tuvieron que hacer frente cientos de miles de campesinos en el campo polaco. En el pájaro pintado, esas experiencias adquieren tintes dramáticos en la figura de un indefenso niño que se ve sometido a todo tipo de escarmientos, unas veces como consecuencia de la excesiva inquina del agricultor para el que entra a trabajar, y otras por el temor que el color de su piel, que le asemeja a un gitano, parece generar entre la analfabeta población con la que se relaciona, y a la que apenas entiende en sus dialectos rudimentarios. Así a lo largo de las páginas de este libro uno siento frío, miedo, dolor, angustia, pánico, y se sumerge en un tremebundo letargo donde la esperanza ni por asomo aparece en ningún momento.

 Es un texto de una dureza extrema, narrado sin adornos, sin ínfula alguna, con una sóla pretensión: la de mostrar cada hecho tal cual acontece, sin regodearse en la miseria, pero sin evitar al lector dato alguno que le permita configurar su historia en la cabeza. De ese estilo narrativo surge la fuerza de esta historia de supervivencia que muestra a un niño de apenas once años, que pese a todos los tormentos a que es sometido, consigue salir adelante siempre, fundamentalmente por su capacidad de leer las situaciones en las que se encuentra y a su virtud de amoldarse a cada hecho, tratando de conseguir ventaja a la primera ocasión que tenga.

 Los libros de historia contaron miserias y hazañas bélicas, pero pocos contaron lo que la población civil hizo para subsistir, especialmente en zonas profundamente rurales.

 Por muchos años considerada una novela maldita en su país de origen, con su historia kosinski elabora un pequeño canto a ese otro mundo menos favorecido, que con frecuencia no es portada en ningún relato oficial, ni tiene eco en cenáculos intelectuales o académicos. Con su pluma pone voz a los menos favorecidos y ofrece con este trabajo una reflexión sobre qué es importante en la vida y qué no lo es, más allá del hecho de buscar subsistir al precio que sea.




 

viernes, 7 de diciembre de 2018

La izquierda es la libertad

  Fue una agradable sorpresa descubrir echando un vistazo a la sección de libros de sociología y política de La Casa del libro, este trabajo de Andrés Torres Moral La izquierda es la libertad,  con un título tan sugerente y un contenido tan actual, máxime si lo descubres y lo lees en vísperas de que acontecieran las últimas elecciones andaluzas.

 Torres Mora fue profesor mío en la Facultad de Ciencias Políticas de la asignatura Estructura Social, de tercer año de carrera, cuando los años eran naturales y no se dividían en cuatrimestres como ahora y había que pasar en las aulas al menos un lustro, y no los cuatro años que permiten ahora graduarse a los universitarios.

 Es curioso que leyendo las páginas de este pequeño ensayo, mientras pasaba una página detrás de otra me viniera a la cabeza la imagen de Torres Mora encima del estrado al lado de la pizarra, con ese tono de voz calmo y suave que en nada hacía presagiar al militante aguerrido que lleva más de cuarenta años de militancia en el PSOE

 Curiosidad y sorpresa, si, como cuando le vi por primera vez sentado en su escaño del hemiciclo como diputado por su Málaga natal, y más aún cuando alcanzó la notoriedad que le supuso ser jefe de gabinete de un Rodríguez Zapatero, aupado en volandas por los acontecimientos en sus mejores años del talante, durante la primera de sus legislaturas. Nadie hubiera dicho que un hombre con ese aire de bonachón y despistado tuviera tantas caras y tanta notoriedad,con esa humildad que le caracterizaba cuando fue mi profesor y que no le ha supuesto un obstáculo para hacer carrera, 

 Torres Mora dsesglosa este pequeño ensayo en el que pronto el lector descubre lo suelto que se muestra el autor, al tratar el tema de la izquierda como ideología desde una perspectiva sociológica. Así el libro trata de definir la izquierda en función de sus militantes, de sus principios y de sus maneras de actuar, mostrados en diferentes tablas estadísticas extraídas la mayor parte de las veces de estudios demoscópicos ya realizados por entes como el CIS.

 A dos conclusiones singulares llega Torres Mora en estas páginas, a cual más chocante, seguramente para muchos: Que no todos los que dicen ser de izquierdas lo son, a juzgar por sus opiniones y actitudes,  y que de entre todas las izquierdas solo es digna de esa significación aquella que busca además de la igual , la libertad.

 Si, la libertad, ese viejo paradigma del liberalismo que tan pronto y bien emparentó con las ideologías más conservadoras, especialmente en lo referente a lo económico, es reclamada por Torres Mora como bagaje y patrimonio de la izquierda, aquella que busca que cada cual pueda hacer lo que quiera sin dar explicaciones a nadie. Un repaso a leyes tan significativas de la era Zapatero como la Ley de igual de género o la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, son dos de los ejemplos que pone el autor como muestras de que una izquierda que busca solo la igualdad poco o nada hace por defender los derechos de todos, muy especialmente de los más favorecidos.

 Por momentos parece coquetear con ideas que van más allá de la socialismo moderado, de la que se muestra furibundo defensor, dejando a las claras que la actual socialdemocracia si en algo falla es en la poca capacidad de saber vender cuantos logros han alcanzado las sociedades modernas gracias a las izquierdas más moderadas. Critica duramente la demagogia y el populismo de los que denomina como rojos, aquellos que buscan más la militancia que el confort, la congruencia con unas ideas que la consecución de logros que puedan ser compartidos. De un modo u otro Torres Mora termina repartiendo en este libro reproches por ambos flancos, dejando ver que solo las opciones moderadas son las que terminan alcanzado logros.

  No hace falta ser muy avispado para comprobar que el sociólogo y el militante socialista cabalgan conjuntamente por estas páginas. Sin embargo merece destacar el enorme grado de autocrítica que demuestra consigo mismo y los suyos, justificando las mayorías de la derecha, más como falta de quien ha perdido que por defecto de quien no les vota.

 Así es Torres Mora, conciliador, militante y empedernido lector de Borges. La lectura de este libro después de la caída de su partido en Andalucía, tal vez fuera una buena influencia para orientar los criterios de renovación que necesitan los suyos después de tamaño descalabro.






domingo, 2 de diciembre de 2018

Hermandad del 7 de enero

 Ya está aquí diciembre. Preludio necesario del cierre de otro año que se nos va.  En estos primeros días además con temperaturas ya bajas que son anticipo de ese invierno que nos helará los huesos y ensombrecerá el alma, con sus días cortos y noches de frío y escarcha.

 Ya está aquí diciembre, con sus calles iluminadas, sus arbolitos decorados, sus tiendas de escaparates suntuosos y sugerentes, y sus supermercados atiborrados de turrón desde finales de octubre, recordando que la navidad está a la vuelta de la esquina. En apenas dos semanas comenzará la vorágine, esa especie de estado de enajenación transitoria compulsiva, que todos los años nos atenaza y que comenzamos en forma de soniquete al compás que los niños de San Idelfonso, lanzan rodeados de bombos y de bolas que reparten suerte.

 Cuando me preguntan qué me gusta de la Navidad, suelo referirme al día veintidós de diciembre como el mejor momento de esa celebración; pero si aún no han empezado las navidades ese día, suelen decirme, con cara de cierta perpledidad. En cambio para mí ese día no solo comienzan sino que, posiblemente en ese instante se produzca el momento más puro y más próximo a los valores que la navidad dice encarnar. Ese clásico comentario de:  Si no me toca, que lo haga a gente que más lo necesite, es probablemente el único momento sincero de desearle al prójimo algo bueno, y de alegrarse por algo que le ocurre a otro. Pocas veces ocurre esto a lo largo de todo el año.

 Reconozco que paso estas fiestas de incógnito, tratando de camuflarme como un camaleón entre tanta luz y boato. Yo siempre fui de navidades de christmas en papel, de belén con sus figuritas en vez de árbol y guirnaldas. De langostinos y cordero en nochevieja sólo y no durante todo el año; siempre fui de beber en las dos cenas, especialmente en la nochevieja, y no de hacerlo durante todo el mes de diciembre, con cenas de anticipo con amigos, compañeros de trabajo, de la universidad, del master, de... Para el día veinticuatro, uno esta ya inflado como un balón y con un hartazgo que hace que las dos semanas siguientes se conviertan en un verdadero tormento.

 Así que desde hace ya unos cuantos años, me he afiliado a la hermandad del siete de enero. Y sigo al pie de la letra sus criterios o mandamientos:

 1.- Pasarás de puntillas sin involucrarte en estas fiestas.

 2.- Reducirás al mínimo posible las comidas/cenas de navidad.

 3.- Evitarás el pasillo de los turrones en el supermercado.

 4.- No comprarás en Amazon.

 5.- Te escaquearás vilmente en la oficina cuando tu jefa/jefe diga si hay algún voluntario  para decorar el árbol.

 6.- Evitarás ir al centro a ver el iluminado de las luces. 

 7.- Te comerás las uvas con normalidad, sin hacer cosas raras en fin de año.

 8.- Volverás a regalar a tus allegados el día 24 y no el 6 de enero. Nunca entendiste ni entenderás porque las navidades duran en España una semana más.

 9.-   No te autorregalarás nada por estas fechas.

y 10.- No harás lista de propósitos para el año nuevo, pues para ti cualquier momento es bueno para plantearse algo distinto, sin necesidad de esperar a que ningún carillón descuente lo que falta para terminar el año.

 Y sí celebrarás que llegue el día siete de enero, ese día de expectativas sombrías para el que viene de sobrepasarse y vuelve a la rutina de trabajo y vida corriente. Ese día será un día normal y tranquilo, y disfrutarás de eso, mientras los demás andarán con cargo de culpa por haber cometido excesos y haber dejado pelas sus carteras; tu sonreirás y decidirás que tu año vendrá marcado por las efemérides que sean importantes para ti, y no por imposición.

 Amen.


 

viernes, 30 de noviembre de 2018

El amigo americano

  El amigo americano, ( Ed. Anagrama) es una novela policíaca que se inserta en el particular imaginario de Patricia Highsmith cuyo talento innato para el suspense es cosa de sobra conocida. Después de leer El talento de Mr. Ripley, y las andanzas de su protagonista, maestro de la suplantación, ha llegado a mis manos esta novela comprada en un rastrillo de segunda mano en Valencia.

 Si uno tuviera que enumerar que cosas le gustan cuando lee una novela de suspense y acción, posiblemente, destacaría dos cosas: Ponerse en situación cuanto antes, conociendo el entorno y los personajes que transcurren por sus páginas, y meterse en harina en lo referente  a la acción, convirtiendo la lectura en un inevitable trasiego de páginas donde vivimos los hechos que en ella se relatan, con intensidad.

 En esta obra apenas si hay tiempo para respirar. De un tranquilo vecindario de una pequeña localidad francesa, surge nuestro protagonista, un sencillo empresario dueño de una tienda de cuadros y enmarcaciones, que afronta el tramo final de su existencia al estar enfermo de leucemia. Alguien de su entorno, un vecino poco convencional aunque nadie lo sospecha, sabedor de su problema de salud, le hará una propuesta: realizar un trabajo, de legalidad dudosa, que le hará replantearse su presente, su futuro y el de su familia.

 Ese vecino no podría ser otro que Tom Ripley, hombre de las mil caras, cuyas virtudes dan a su pesonaje habilidades que bien podrían considerarse como un don.Capaz de camuflarse en el lugar menos pensado y de aparecer donde nadie lo espera. 

 Escrita con un ritmo trepidante, con una tensión que se palpa en la actitud de sus personajes, cuyos nervios, miedos y angustias son compartidas por el lector, participe por momentos de las huidas, viajes y peleas, este trabajo no se limita a ser una simple novela de acción. Detrás de El amigo americano, como ocurre con otros trabajos de esta autora,se esconde una profunda reflexión que afecta inevitablemente a la condición humana, a sus virtudes y miserias.

 ¿Tenemos todos un precio, ¿Qué estaríamos dispuestos a hacer en determinadas circunstancias?, ¿Como se ve la vida cuando uno sabe que va a morirse?,  Patricia Highsmith interroga con estas preguntas al lector a través de las páginas de esta novela que concluyen con un final imprevisto, sorprendente, sencillamente sensacional.

 Una joya, en toda regla.





viernes, 23 de noviembre de 2018

Memorias del Subsuelo

  Cuando cae en tus manos algún relato de Fjodor Dostojevski dos cosas te quedan claras si has leído anteriormente alguno de sus trabajos:  La magnífica composición de lugar que hace de la historia, escenificando las situaciones con tal maestría que llega uno a verlas literalmente mientras lee, y la otra es la profundidad psicológica con la que retrata a sus personajes, identificables con acciones, situaciones o circunstancias con las que es fácil identificarse.

  En estas Memorias del subsuelo, el título más que un acierto es un elemento de sugestión profunda, Dostojevski recrea un debate interno encarnado en la figura de su protagonista, un pobre funcionario de inferior escalafón, personaje de poca monta, atormentado por sus dudas y sobretodo por su falta de iniciativa, aquella que le ha llevado a ser un mindundi sin mayor reconocimiento que la vida rutinaria sin atractivos ni incentivos que tiene su mejor exponente en su domicilio, las cuatro paredes del sótano insalubre en el que vive.

 Ese espacio, habitado pero a la vez carente de vida, es la metáfora que emplea el autor ruso para escenificar el interior del ser humano, ese que pasa de un estado de euforia a otro de miseria y frustración casi en un instante. De un modo u otro el autor nos hace partícipes de ese escenario dando a entender que todos en algún momento de nuestras existencias, vivimos mentalmente en un sótano húmedo e inhóspito.

 No en vano ese espacio es el que habitaba el propio Fjodor cuando escribió esta obra, a mediados de la década de los sesenta del siglo XIX. Atormentado por el fallecimiento de su  esposa, y afectado por sus achaques físicos, encontró en sus propias cuitas y miserias internas el material necesario para cargar de negatividad la trama de su obra.

 Memorias del Subsuelo es como un espejo, como un espacio donde cada cual puede verse ante su propio reflejo, pues no en vano cada existencia viene marcada para bien o para mal, por cada acontecer que llega a ella, y por cómo se digiere y se asimila cada momento malo. Cómo se continúe adelante, es lo que nos diferencia a unos de otros.
 


martes, 20 de noviembre de 2018

Por una normalización cinégetica

El poder de las redes sociales es temible. No solo por la capacidad de divulgación que tienen, de llegar a muchísima gente y de hacerlo en tiempo real; además las redes nos convierten a todos en potenciales informadores, tan solo por el mero hecho de tener encima un terminal con acceso a internet.

 Gracias a esa nueva faceta de periodista intruso, se han puesto en circulación ímágenes de un hecho lamentable. Grabadas desde otro cerro, justo en frente, por un activista animalista que seguramente no andaba por casualidad por la zona, el vídeo muestra como varios perros integrantes de una rehala, caían al vacío por un barranco junto al ciervo que perseguían.

 Más allá del impacto que las imágenes producen, son verdaderemente crudas, ponen otra vez en la picota está practica cinegética, propia de monterías, donde son un elemento decisivo los perros, socios necesarios del cazador para sacar a las potenciales presas de sus escondites.
  Ni que decir tiene que el vídeo se ha convertido en un hecho viral, con miles de reproducciones que a buen seguro han cruzado las fronteras de este país, y desde luego las de la tierra donde se han grabado, a cuya mala fama tradicional este tipo de hechos poco o nada ayudan a mejorar tan deteriorada imagen.

 El avance de la sensibilidad y respeto por los animales han traído consigo una concienciación de protección que ya ha dado sus primeros pasos en el cese de la consideracion de los mismos como objetos en vez de seres vivos, que es lo que son, en términos legales. Pero esa concienciación va mucho más allá y se esta constituyendo en todo un sistema de presión que carga cada vez con más fuerza frente aquellas prácticas que denigran la integridad del animal o simplemente producen su muerte. El control de mataderos de la industria cárnica, donde se persigue la saña gratuita con que se sacrifican animales de consumo diario, las cada vez más extensas protestas contra las corridas de toros y el permanente hostigamiento que cazadores sufren en sus salidas al campo, son prueba inequívoca de ello.

 Imágenes grabadas para mostra algo, para la mentalización, para el respeto, para el cuidado de unos animales que merecen algo mas que el trato sanguinario de matarifes y cazadores, cuya forma de entender este deporte en algunos casos no va mas allá del simple placer de matar por matar. La hora de la normalización de determinadas prácticas incluirá a estos cómplices necesarios, los perros de presa, cuyas condiciones  y cuidados en rehalas dejan mucho que desear en no pocos casos, manteniéndolos hacinados en corrales y parcelas, sin apenas atenciones. Si a eso sumamos la sensacíon de que este tipo de caza, además de ser injusta con las piezas caídas, que no compiten en igualdad de condiciones para salvaguardar su vida, más recuerdan a prácticas de otros siglos, invitan a pensar en una pronta regularización de monterías y batidas de caza en general, en donde el uso de perros esté controlado, si no prohibido llegado el caso.

  
 


miércoles, 14 de noviembre de 2018

La pasión según G.H.


  Es inevitable encontrar paralelismos entre este trabajo de Clarice Lispector y La metamorfosis de Kafka, y no solo precisamente por el origen judío o por el transfondo existencial que puede vislumbrarse en las dos obras. Hay un elemento común en los dos argumentos, y ese no es otro que la aparición de un insecto en el relato a que se refieren ambas historias.

   Si en la obra de Kafka ese insecto suplantaba la personalidad de Gregor Samsa hasta el punto de convertirle en un impostor y un extraño ajeno a la vida que había llevado el protagonista hasta entonces, en el texto de Lispector esa cucaracha aparece en un momento dado en la habitación donde se encuentra la protagonista, mujer atormentada que encuentra en la visión del insecto un reflejo de miseria y pobreza achacable a su infancia que pese a ser pasado, mantiene viva su impronta en la actualidad.
  
 La pasión según G.H. es un libro íntimo, reflexivo, abiertamente racional, necesariamente comprometido con las idas y venidas que los sentimientos producen en la condición del ser humano, porque somos lo que pensamos, pero antes que eso, somos también lo que sentimos.  Es un libro lleno de preguntas, de interrogantes, un libro donde el sentido de la ubicación, (dónde estoy y hacia dónde quiero ir), son el centro neurálgico que conduce las reflexiones de esta mujer, válidas para cualquiera de los dos sexos. 

 Dicen quienes conocen bien a la autora  y sus orígenes que la condición de judía marca de forma clara el devenir de la narración, pero más allá de los condicionamientos espirituales, la lectura de esta novela sin forma de novela, tiene un impacto similar en cualquier otra circunstancia, al incidir directamente en el gran dilema que tiene todo ser humano: el de avanzar  y tener que decidir hacia donde debe hacerlo, con sus miedos, e incertidumbres.






  

martes, 13 de noviembre de 2018

Nudismo

 Iba camino de ser un domingo tranquilo, de esos que te apalancas en el sofá de tu casa buscando la protección de tu manta y tus libros, que a fuerza de darte calor te mantienen a salvo de las inclemencias del tiempo y de todo lo que pasa allá afuera, más allá de lo que protege la puerta de tu casa. 

  De repente sonó el timbre del whatsapp, esa aplicación de mensajes que de un tiempo a esta parte sólo me da disgustos, y de la que en vano intento desconectarme. Qué triste es tener un teléfono para no hacer llamadas, solo para mandar mensajes de texto. Sin embargo en esta ocasión el mensaje que traía la aplicación era una grata sorpresa. Era una foto de una página de periodico y debajo un mensaje que decía: " mira lo que trae el periódico hoy, sale tu nombre". Nada menos que un reportaje a doble página, en la sección cultural de una de las cabeceras de la provincia de Tenerife, El Diario de Avisos, donde se dejaba constancia de la primera obra en solitario de Belén Valiente, un poemario titulado Nudismo, en el  que he tenido la inmensa fortuna de haber podido participar, confeccionando su prólogo. Emoción. Esa es la palabra que mejor refleja lo que sucedió a partir de ese momento. Emoción y alegría si, pero no por ver mi nombre mencionando en letra impresa, sino por el espaldarazo que supone para mi amiga ver su libro de poemas retratado de esa manera en un diario que es importante. 

  Apenas si han pasado diez meses desde que Belén me comentara su intención de auto publicar su primer trabajo, y de involucrarme en ese proyecto. Diez meses en los que nos hemos cruzado llamadas y correos, compartiendo revisiones del texto que finalmente vería la luz en el poemario. Diez meses de nervios días antes de la puesta de largo y la presentación en publico. Diez meses de caminatas,de trabajo y búsqueda de lugares donde poder poner el libro a la venta. Diez meses de asistencia a actos culturales, de firmas en la feria del Libro de Santa Cruz, de participación en certámenes de poesía en Tenerife o en Cádiz. Nada menos que diez meses ya, y no es más que el principio.

  Mucho es el recorrido que le queda por delante a Nudismo en los albores de su primer cumpleaños como creación literaria. No me cabe la menor duda de que esa primera y única edición por ahora contemplada terminará por agotarse, que la inversión económica será recuperada,  y que serán muchas las satisfacciones en forma de reconocimientos los que le quedan aún por ofrecer a estos poemas a su autora. A fin de cuentas un libro es como un hijo que se ha parido desde lo más íntimo, y sólo su madre puede sentir lo bueno y malo que este tenga que ofrecer. 

  Después de retocarlo varias veces, decidimos suprimir del primer borrador del prólogo algunas líneas que he conservado y que ahora me parecen el mejor colofón posible para esta entrada:

"... Conozco a Belén desde hace más de veinticinco años. Años de amistad intermitente, fruto de los distintos caminos que cada uno ha seguido, después de terminar la etapa del bachillerato en el Instituto; pero a pesar de seguir diferentes caminos profesionales y vitales que nos alejaron físicamente con mi cambio de residencia, en todos estos años nuestra amistad se ha mantenido firme como una roca gracias al nexo común que siempre nos unió: el amor por la literatura y los libros, y en particular por la poesía. Así pronto comenzaron a inundarse nuestras carpetas de estudiantes de papeles a cuadros atiborrados de versos que salían como churros, con esa ansia de mostrar al mundo cómo eramos y cómo nos sentíamos, cómo nuestras vidas de adolescentes eran víctimas de los vaivenes de una montaña rusa, donde la euforia dejaba paso a la frustración casi sin darnos un respiro. La autora iba ya muy por delante en eso de volcar en un papel sus sentimientos, mostrando una habilidad inusual para resumir en un puñado de palabras todo lo que le pasaba en su fuero interno. Enseguida dejó muy claro cual era su estilo, dejando las rimas en el baúl de los recuerdos. y sin tener un plan de vida, en cambio ya sabía como quería contarlo."

    Muchas felicidades Belén y muchos éxitos venideros. 


 

viernes, 2 de noviembre de 2018

sábanas vacías



 Apenas si ha terminado de vestirse. No hace ruido. La penumbra del salón hace más rotundo el silencio, y más se acongoja, hasta el punto de sentir frío pese a estar la habitación caliente.

  Ha sacado todas sus cosas de la habitación; en vez de vestirse allí sale con la ropa en las manos. Siente la tentación de estirar un poco las sábanas, de poner el edredón bien, pero no lo hace. Un impulso de huir de allí le lleva a salir rápido, dejando la habitación vacía, como vacía está la cama en la que ha dormido, solo. Sobre las sábanas solo queda un hilo de luz del cuarto de baño, que permanece encendido.

  Siente un ruido de platos y vasos que viene de la cocina, pese a estar en la estancia contigua, es un ruido apagado, un rumor lejano que no le saca de su estado de aturdimiento. Con la cabeza gacha termina de atarse los cordones de las botas, con movimientos torpes de unos dedos que parecen agarrotados.

   Por una rendija de la ventana, gracias a que la persiana esta medio levantada, ve salir la primera luz del día. Se incorpora y abre la puerta de la terraza. Sale al exterior y el frescor de la mañana parece reavivarle, como si la sangre volviera a circular por su cuerpo a la velocidad normal. Se da cuenta de que no siente frío, de que el aire que le da en la cara le espabila más que el café que acaba de terminarse hace apenas un momento.

 De camino a la oficina mira absorto por la ventana del autobús, y aunque lo intenta no encuentra en el cielo de la ciudad las misma luz que apenas un rato antes vio a través de la persiana de aquel salón, que ahora se encuentra  lejos de donde está. Agacha la cabeza y piensa en lo tedioso que va a ser el día, y en  lo larga que va a ser la noche, otra vez, de sabanas vacías.