Trato

 Se acerca la noche de los caramelos y las calabazas. Esta vez, después de vivir muchos años en un vecidario avejentado, volveré a escuchar el timbre de la puerta y cuando abra, a una ristra de enanos que disfrazados de todos los modos posibles, me saludarán a gritos con la sabida consigna de ¿Truco o trato? 

 Tengo que pasar por alguna tienda para aprovisionarme de dulces que entregar a cambio del consabido trato que me oirán pronunciar. Siempre me quedo con las ganas de soltarles lo del truco, aún a costa de recibir como regalo una bomba fétida o cualquier otra lindeza.  

 Me gusta Halloween, especialmente por ellos, los más pequeños; disfrutan haciendo la ronda por sus dominios y consumiendo el variado botín de azúcar que no tardará en acabar en sus panzas.

 Me pregunto cuantas veces en la vida no habremos estado en una disyuntiva similar, la de tener que decidir entre la seguridad que ofrece el trato o la incertidumbre y misterio que hay detrás del truco, cuando uno toma decisiones que no tienen una respuesta nítida o asegurada. La línea que separa lo acomodaticio de lo osado no siempre es gruesa.  

 Quizá un equilibrio entre lo uno  y otro sea lo adecuado. Una dosis consistente de trato y otra pequeña cantidad de truco, aunque esa será variable en función del carácter de cada cual. 

 Nada como descalabazarse en cualquier momento y circunstancia aunque sea esta vez  a cuenta de la noche que es víspera del día de los muertos. 

De otro tiempo

 Ayer conoci a una persona que tiene en su haber un registro poco común en estos tiempos que corren, tanto es así que eso la convierte en una especie de rara avis.

 Lleva treinta y cuatro años trabajando en la misma empresa. Mas de tres décadas en el mismo sitio, sin ser funcionaria. Toda una marca. 

 Entró a trabajar allí con menos de veinte años, siempre en el mismo centro que la compañía tiene a las afueras de Madrid. En torno a esa localización ha ido poco a poco configurando su vida, hasta el punto de irse a vivir justo al lado de donde se encuentra ubicado; otra rareza en estos tiempos que corren, en que si uno sumara las horas que pasa metido dentro de un coche a lo largo de un año, se asustaría.

 Es una persona como de otro tiempo, con unos parámetros de vida que no se ajustan al molde vigente. En estos tiempos de ir corriendo a todos lados, de consumir cosas de usar y tirar, de inestabilidad perpetua en infinidad de ámbitos, no sólo el laboral, donde pocas certezas hay en el día a día, donde las parejas duran poco y la paciencia brilla por su ausencia, donde el compromiso es una anomalía y la fidelidad casi una quimera,en estos tiempos encontrar personas así es como frenar en seco porque has visto un obstáculo delante y te obligan a parar metafóricamente, lo que dure tu vaso de cerveza, entregándote enseguida a su discurso, pausado y calmo, seguro y simple. Son como una bocanada de tranquilidad y sosiego que contrasta con tu realidad. 

 

  

La taberna de Silos

 Novela de intriga medieval, con un puñado de ingredientes que hacen su lectura interesante e intrigante, a partes iguales, con el transfondo de la rivalidad entre dos monasterios:  el de Silos y el de San Millán y el negocio del cultivo y elaboración del vino en unas tierras que han dado las denominaciones de origen más valiosas de este país.

  Con estos mimbres elabora Lorenzo G. Acebedo,  La taberna de Silos, (Editorial Tusquets), autor con pseudónimo que esconde la figura de un escritor culto, que se presupone con formación eclesiástica y filosófica; no en vano aprovecha el trascurso de la historia para incluir pequeñas píldoras de conocimiento, que dan mayor condimento a su lectura.

 La desaparición de un valioso cáliz y la búsqueda de un testamento que pone en jaque el futuro de la comunidad eclesiástica de Santo Domingo, son el detonante de una serie de crímenes que son investigados por Gonzalo de Berceo, poeta y copista de libros sagrados, que ejerce de Guillermo de Baskerville en la resolución de cuantos enigmas asolan a una comunidad de monjes que no pueden dormir tranquilos. Personajes y espacios que son reales y que sirven para dar vida a una ficción histórica y religiosa escrita con ribetes de novela de acción e intriga. Lectura original, didáctica y muy entretenida. Gran libro.  

 

España semi vacía

 España semi vacía, rescoldo de la pandemia, esa que creía que el trabajo en remoto venía para quedarse para siempre y ha aprovechado el receso de estos tres años para cambiar de residencia y alejarse de la metrópoli. Ilusos. Ahora contemplan con pereza que se tornará en horror que al menos, tres días a la semana, deberán regresar al redil desplazándose desde lejos para embotellar unas autopistas que no están preparadas para semajante marabunta motorizada. Este no era El diablo sobre ruedas que pergeñó para el celuloide Spielberg.

 Como suele ocurrir en esto casos, tras un lapso de algun tiempo, comenzará la operación retorno; igual que se fueron, intentarán volver al Foro, saturando todavía más si cabe un mercado inmobiliario que salta de burbuja en burbuja. 

 Oportunidades perdidas. Nunca aprendemos.

 

Edades

 Con veintisiete dejé de ser joven. Con cincuenta ya soy senior. Al menos eso me sirve para obtener descuentos en algunas cosas; según para qué sale rentable ir para carcamal. 

 Dicen que la edad está en la cabeza y es indudable que la actitud y vitalidad que tenga cada cual incide en la disposición con la que se afrontan las cosas, pero además del yugo ineludible del reloj del tiempo que no para, están las burocracias y sus reglas pare recordarte que vas pasando de fase.

 Edades que no sólo refleja el calendario. El sistema con todos sus engranajes está dispuesto para recordárnoslo y abocarnos a ello. Previsión, desde luego, pero también control y seguimiento, casi tan implacable, como el transcurrir del tiempo,siempre tan efímero, ese que desquiciaba a Azorín y hacía devanarse los sesos a Heidegger.

Jornada laboral

 Es sólo un borrador, una propuesta de programa que aspira a convertirse en realidad si prospera la investidura del segundo candidato a la Presidencia del Gobierno, designado por el Rey, a tal efecto.

 Trabajar menos horas cobrando lo mismo, para con ello incentivar la productividad, la motivación y mejorar el clima laboral de unos empleados que podrían descontar esas horas de menos saliendo los viernes antes, por ejemplo. Qué bien suena, así de primeras.

 Ha sido el tema de debate  con los compañeros en el desayuno de trabajo de cada mañana; debate que ha cortado tajantemente Margarida, una de las portuguesas del equipo:

 - Bueno, ya que trabajamos cuarenta y cinco horas a la semana, si somos escrupulosos con el descuento, nos aproximaremos por fin a las cuarenta horas que marca la ley ahora.

 Entonces se hizo el silencio, sólo interrumpido por el tintineo de cucharas y el rumor de voces de las otras mesas en el bar. Baño de realidad; aprueben lo que aprueben, en el fondo, la vida seguirá igual.

 

Mercadeos

 Ley de la oferta y la demanda histriónica, especialmente en zonas turísticas. Leía hace pocas semanas que en Baleares, profesores de secundaria que necesitaban alojamiento para hacer una suplencia temporal, no encontraban acomodo de ninguna manera, obligando a algunos incluso a coger un vuelo diario para ir y venir desde sus lugares de residencia habitual. Trabajos que consumen tantas horas y tantos sacrificios que llegan a no merecer la pena por sus costes y desplazamientos.

 Estos días, ayudando a un hermano en su nuevo emplazamiento, una habitación en piso compartido, he comprobado de motu propio las dificultades de encontrar un espacio donde residir. Colas para visitar las pocas viviendas que hay disponibles, precios disparatados, en ningún caso ajustadas a las condiciones y comodidades del habitáculo ofertado...

 Ya son varias las ciudades en Europa que han prohibido los anuncios de alquiler vacacional, Florencia la última, camino que en España emprederán muchos municipios, al ser sin duda el elemento más desestabilizador a la hora de intentar entender  la razón de esta carestía, pero no es el único a tener en cuenta: la caída de la firma de nuevas hipotecas, por familias que en otras condiciones se plantearían comprar antes que alquilar, han incrementado más la presión a un mercado inmobiliario sometido a grandes tensiones.

 Mercadeos legítimos, pero triste que sea tan difícil encontrar acomodo para algo que pretende usarse como residencia habitual. Deberíamos ser capaces de encontrar solución a algo así, a fin de cuentas hablamos de un bien de de primera necesidad.

 

Chicharro

 Conocido en otros latitudes como jurel, es por antonomasia el pescado de la isla de Tenerife.  Abundante en sus costas bañadas por el Atlántico, fue uno de los elementos básicos de la dieta de los autóctonos residentes del pequeño poblado pesquero que fue en origen en el siglo XVI, antes de pasar a ser parte de la Corona de Castilla.

Chicharro, pescado imprescindible en la mesa del tinerfeño, acompañado por una buena ración de papa bonita arrugada, aderazada con mojo de cilantro. Sus propiedades nutritivas deberían hacerlo más habitual, no sólo en la mesas del archipiélago, pese a la abundancia de espinas que implica su ingesta.

 Pescadores de chicharro son los chicharreros y así lucen ahora los lugareños, empleando ese apelativo como gentilicio oficioso; no en vano el centro neurálgico de la capital, Santa Cruz, honra su imagen con una plaza y escultura, símbolos de la ciudad.

 

  En estos día de vuelta a casa, de paseos por sus calles empinadas, de desayunos de barraquito y tardes de cerveza Dorada pilsen, no podía faltar en este blog una pequeña semblanza al chicharro, imagen, orgullo y sustento de toda una isla.

Guerra de inocentes

 Conflictos bélicos que son por definición, pura destrucción. Se llevan por delante infraestructuras, convierten en ciudades fantasma, lugares otrora llenos de vida. Dejan allí por donde pasan un erial donde antes había un vergel.

 Daños colaterales. Allí donde la Convención de Ginebra no llega. Civiles indefensos que se vuelven protagonistas al derramar su sangre, al ser masacrados por alcance, en medio de unas escaramuzas que siendo objetivos militares, nunca perfilan al milímetro los limites de la intervención.

 En todos los conflictos hay víctimas inocentes. Sangre derramada infructuosamente. En uno de esos terribles episodios de guerra, son los civiles el centro de atención antes que los propios efectivos militares: es el caso de la guerra judeo palestina.  

 Estos días asistimos atónitos a un nuevo episodio de una disputa que es eterna, que es diferente a todas las demás. Los muertos entre los civiles se cuentan por miles, no así entre los efectivos de las tropas combatientes. Es la guerra de los inocentes, donde los que mueren no llevan armas, ni están movilizados.

Presbicia

 Error de refracción, que nubla la capacidad de visualizar lo más pequeño. Terror de las personas de mediana edad. De ser independientes a tener que usar unos binóculos para poder acceder a la información escrita. De manual.

 Dependencia, la primera de muchas que arrecian con el paso de los años. Salir de casa sin gafas en el zurrón es arriesgarse a no alcanzar detalle de infinitud de cosas: ni ver una etiqueta de ropa, ni acertar a elegir un plato en la carta,nada. Como estar perdido en un lugar extraño. Desnudos ante un mar de datos por descifrar.

  Como consuelo, queda el estilismo. Que viva el look de gafas de pasta o las que tienen impronta minimalista; titanio de vanguardia, cristales de precisión a prueba de niños y mascotas. Hacerse el interesante mirando por encima del puente mientras finges leer. Hacer de la necesidad virtud. Un hábito más.

 Cosas de hacerse viejo, al fin y al cabo.

 

Giróvagos y goliardos

 -No, per me nessuno che lo fa senza portare nulla sulle spalle, può dire di essere pellegrino...

 De esta guisa se expresaba mi amigo Fabio, uno de mis últimos compinches caminantes, al que conocí en Armenteira, en una de las etapas de la variante espiritual del Camino portugués, que debía llevarnos a los arenales de Vilanova de Arousa, pueblo pesquero y turístico que vió nacer a Ramón María del Valle Inclán.

 Pocas discusiones serán más acendradas que ésta, especialmente entre los que se han animado a hacerlo alguna vez. ¿Es sólo peregrino el que sigue el ritual a rajatabla y carga con todos sus bártulos y pide posada en los albergues públicos habilitados a tal efecto?;¿ No lo es también quien lo hace con portamochilas ( o taxi mochila, la terminología a tal efecto se va puliendo con el tiempo), o lo contempla como una actividad deportiva,  haciendo etapas  en bicicleta o corriendo? 

 Sin lugar a dudas todos los caminos, se contemplen como se contemplen, conducen a Santiago e implican varias cosas: disponer de un buen puñado de días para estar fuera de casa, vagando por caminos de tierra y aldeas semi-desérticas, que contrastan con la llegada a otros páramos menos solitarios y hacer un esfuerzo económico y físico, pues no es una manera de viajar al uso, con las comodidades que dan todos los medios de transporte disponibles. Sin esfuerzo, no hay recompensa.

 Dilema que me recuerda y retrotae a los hábitos peregrinos de otro tiempo, de cuando supuestamente se descubrió la tumba del Apóstol bajo el Campo de Estrellas  y comenzó una de las rutas de peregrinaje más importantes en la historia de la cristiandad. En la alta edad media, en el siglo IX, por parajes inhóspitos e inhabitados, sin más carga que una sotana o túnica y algún recipiente para beber, que la iconografía clásica nos ha vestido con forma de calabaza horadada a tal efecto. Ya por entonces podía distinguirse entre dos tipos de peregrinos: los giróvagos y los goliardos. 

 Los primeros caminantes errantes, sin mayor regla que la de caminar hasta encontrar acomodo en algún monasterio u hospital, ajenos a cualquier norma o control; Los segundos de vida vagabunda e inconexa igualmente, pero que a diferencia de aquellos, componían versos de contenido amoroso, baquírico o satírico. 

 Traslademos la disputa medieval a los tiempos presentes: si alguna persona que lea estas líneas ha sido peregrino, defina para si misma con qué modelo se siente representado. El camino es una vía espiritual de conexión íntima con uno mismo y con el entorno, con una naturaleza que se vive y disfruta como no se hace en ningún otro tipo de viaje. ¿ No es en el fondo hacer poesía?,¿ No tiene algo de errático el Camino siempre, por mucho que se planifique y se prevean las jornadas de ruta con antelación?

 Para mi todos somos peregrinos, sea cual sea la razón que impulsa a cada cual a lanzarse a la aventura. A la llegada al Obradoiro, pies y suelas arrastran el mismo polvo acumulado de días, la misma intensidad traslada al esfuerzo personal realizado, la misma emoción de ver la Catedral en toda su majestuosidad dándote la bienvenida después de tantos días de ruta.

 Igual que los musulmanes deben hacer al menos una vez en la vida peregrinación a La Meca, nosotros deberiamos plantearnos hacer alguna vez el Camino de Santiago. Sigas el plan que sigas, no volverás igual.

 

 

 

 

Duelo de paletas

 Lunes de resaca de puente. Lo que en condiciones normales debería deprimir, se agradece: comenzar la semana con tiempo lluvioso y temperaturas más bajas. Cuánta ilusión hace que haga malo.

 Días de agenda cultural, de paseos por el centro.  Madrid comienza su otoño de exposiciones con dos muestras separadas por apenas unos pocos cientos de metros, los que hay a pié entre la Plaza de Colón y la de Cibeles. 

 En la Fundación Mapfre, se expone desde finales de septiembre, la muestra Los veranos de Sorolla, composiciones pictóricas con un mismo denomidador común: la playa. Constituida por cuarenta cuadros, de pequeño formato la mayoría de ellos, muchos nunca expuestos, permiten ahondar en el trabajo de luz y color con que el pintor valenciano se ha ganado un hueco en la historia de la pintura.

 Organizada por CentroCentro y Arthemisia en el Palacio de comunicaciones de Cibeles, 1, puede admirarse, gracias al préstamo del Museé Marmottan París, una colección de cuarenta obras de diferente formato, englobando cada una de las diferentes etapas que el pintor francés Monet, desarrolló a lo largo de su carrera artística. Pensada con fines didácticos, da la bienvenida al visitante con un espectáculo interactivo en una sala rodeada de espejos que muestra diferentes cuadros de hermoso colorido proyectados con un efecto cálido y sorprendente.

 Estudioso de la luz y del color como el propio Sorolla, son especiálmente majestuosos las composiciones de plantas y vegetales, destacando de manera extraordinaria los cuadros de nenúfares.

  Tanto para visitantes de la ciudad como vecinos y residentes, ambas exposiciones son de obligada visita, contando además con el aliciente de pasar, entre sede y sede, por la Feria del libro viejo y antiguo, que en su trigésimo tercera edición, dispone a lo largo del Paseo de Recoletos, de un gran número de casetas donde curiosear y encontrar pequeños tesoros en forma de libro.

 

https://www.fundacionmapfre.org/arte-y-cultura/exposiciones/sala-recoletos/los-veranos-de-sorolla/ 

https://www.madridcultura.es/evento/66979/monet 

https://www.esmadrid.com/agenda/feria-de-otono-del-libro-viejo-y-antiguo-paseo-de-recoletos

V13

 Tiíulo mínimo, abreviatura de viernes 13, más concretamente el de noviembre de dos mil quince, fecha triste señalada en el calendario, ya que fue el día en que, en tres zonas de París, se produjeron atentados que acabaron con la vida de ciento treinta personas.

 En esta ocasión, Emmanuel Carrere ejerce de cronista judicial repasando en las páginas de este libro la comparencia ante el alto tribunal que les juzgaba, de los acusados,(vivos), de formar parte de los comandos yihadistas que sembraron el terror en las proximidades del Stade de France, en diferentes terrazas del distrito X de la capital francesa y en el interior de Sala Bataclan.

 Libro duro, muy difícil de masticar por momentos, con una redacción carente de ropajes que atenuen la crueldad de los hechos. Con perfil profesional periodístico puro, Carrere da formato de novela a las crónicas que puntualmente fueron publicándose en el semanario L´Obs.

 Nueve meses de juicio condensados en apenas doscientas setenta páginas. Un relato fidedigno y humano de uno de los ataques más atroces cometidos jamás en suelo europeo; una forma más de acercarse a unos hechos cuyo origen y explicación siguen a día de hoy resultando indescifrables.

 No deja de ser curioso que, tras concluír su lectura ayer por la tarde,  escriba esta breve reseña en un viernes trece. Cosas del azar.

 

 

 

 

Aviones

 Mañana de trasiego y ruido  en los cielos. Ahora que vivo tan cerca de la Base militar de Getafe, he visto en primicia, desde la comodidad que brinda la ventana de mi dormitorio, el paso programado de buena parte, sino todos, los aviones que han participado en los actos del Desfile del Día de la Hispanidad, que como todos los años, se ha celebrado en Madrid en el Paseo del Prado, con la presencia de autoridades, incluídos el Rey y el abucheado Presidente del Gobierno. Nada como las tradiciones.

 A unos cuantos kilómetros de distancia, ajeno a los quilombos de las altas esferas, miro como planean en medio de un cielo tan claro y azul que parece pintado, en perfecta formación, aparatos de diferente tamaño y condición. Varios de ellos lucen la enseña roja igualda. En esta ocasión, no han aparecido cazas, cuyo ruido de motor, estridente, no pasa desapercibido.

 Otro día de la Virgen del Pilar más, disfrutado desde la más estricta indiferencia. En medio de la caída de estatuas de Colón y otros conquistadores, en diferentes puntos del planeta; celebramos la Hispanidad, casi sólo en España.  El día más importante es el más depauperado. Un día libre, aprovechado para hacer puente el resto de la semana, esa es la auténtica fiesta, la única celebración. No hay país como éste, que muestre tanto desapego a los símbolos.

Israel

 Días duros en el trabajo. Bajo mínimos, con las oficinas de mi empresa en Tel Aviv cerradas a cal y canto con los compañeros recluídos en sus casas. Una primera ronda de saludos por el servicio de mensajería interno nos confirma que todos están bien y a salvo, a priori. Más tarde comprobaremos horrorizados como no es el caso, un compañero senior de la compañía ha sido asesinado en su propia casa. 

 Rápidamente circula la foto de la víctima. Trabaja en otro departamento y no le conocemos en mi área de trabajo. Aún estamos con el runrún de incredulidad y pena cuando salta la noticia de una segunda baja; este más joven, fallecido en combate, pues fue reclutado para estar en las trincheras. Tampoco le conocemos. La pesadumbre aumenta. 

 Ni siquiera las buenas noticias de la localización de algunos familiares y amigos que estaban desaparecidos, alivia la tristeza.  

 Me encantaría que todo esto que estoy contando fuese una ficción, pero nada más lejos de la realidad; Está pasando y lo estoy viviendo desde la distancia, pero con preocupación por las muchas personas con las que trabajo a diario desde mi sede en Madrid.

 Bancos y negocios cerrados, incluso las páginas de internet de obligada consulta dan problemas.  Me dicen mis compañeros israelíes de la oficina que está todo parado, qué solo hay abiertos establecimientos para suministrar comida. Pagaremos las consecuencias económicas de estos días sin actividad. Nada de eso importa. Dos de los nuestros ya no están con nosotros y su muerte traumática todavía está como en una nebulosa, la de la incredulidad.

 No tengo margen para hacer valoraciones de lo que está pasando; la información a veces es confusa y según qué medio consultes, incluso sesgada; me quedo con lo que sé de primera mano, por causas puramente casuales, a consecuencia de trabajar desde la distancia para IBM Israel. Lo que me llega es sencillamente cruel, de una brutalidad que traspasa las fronteras de lo mínimamente humanitario. No necesito documentarme para convencerme, de lo que están haciendo los milicianos de Hamas: asesinar a gente inocente. Si la forma que tienen de luchar contra los excesos del ejército judío es asesinar a gente indefensa, no tendrán de mi otra cosa que mi más profundo desprecio. Ninguna causa es justa, ni es una guerra, si matas así, indiscriminadamente.  

 En memoria de mis dos compañeros fallecidos. Todo el cariño para sus familias. Descansen en paz. 

 

El problema final

 Después de tocar en las cuatro entregas anteriores diversos momentos y personajes de la historia con Sidi, (Cid Campeador), Línea de fuego, (Guerra Civil Española), El italiano, (II Guerra Mundial) y Revolución,( revolución mexicana de Emiliano Zapata y Pancho Villa), la nueva producción de la "factoría Pérez Reverte" es un tributo a la figura de Sherlock Holmes y de su creador, Arthur Conan Doyle.

 Novela de misterio de manual, con todos los ingredientes necesarios para crear una atmósfera de misterio y tensión que atrapa al lector.   

 Ambientada en los años sesenta, en un hotel de Corfú, cuenta el aislamiento forzoso en el que se encuentra un pequeño grupo de turistas por culpa de un temporal que los deja incomunicados en la isla. La aparición de un cadaver en una caseta de baño en la playa del hotel, sin que pueda acceder al lugar la policía griega para comenzar las pesquisas, lleva a los huéspedes a pedir que se encargue de la investigación Hopalong Basil, viejo actor, famoso por encarnar el papel de Sherlock en diferentes producciones cinematográficas. Lo que comienza siendo un juego de deducciones y acertijos, pasa a convertirse en un escenario de tensión y angustia, donde los crímenes se suceden sin aparente explicación lógica.

 Con aire bohemio y nostálgico, Perez Reverte crea una trama rica en argumentos, con constantes alusiones a producciones cinematográficas y a figuras del celuloide. Lleno de enredos y giros inesperados, el lector se introduce en un juego de deducciones e intelecto, donde  las sospechas apuntan a todas las direcciones y conducen a un desenlace tan inesperado como sorprendente. Sin duda, un rato de lectura ligero y delicioso que hará las delicias de los amantes del género. Elemental, querido Watson.

 

 

 

El espíritu del abuelo Domingo

 Era conductor y mecánico profesional, adoraba los coches y los cuidaba con un mimo extraordinario.

 Tuvo varios a lo largo de su vida. El último, un Simca 1000 de color blanco, en aquellos tiempos en que el motor de los coches estaba por detrás y el maletero, por delante.

 Era el coche de los domingos; con él íbamos al campo el año que mi hermano Jorge y yo convivimos con mis abuelos; todo un año de mi infacia separado de mis padres y resto de hermanos, viviendo en ciudades diferentes. 

 Sentado siempre tras él, iba indicándome las señales de tráfico, el sentido de las líneas pintadas en el suelo y cuando permitían cambiar de carril y cuando lo prohibían. Ya con ocho años sabía lo que era un badén, un cambio de rasante o una luz de gálibo.

 Adoro los coches desde siempre, aunque no haya conducido hasta hace muy poco; buena parte de la culpa de eso la tiene mi abuelo Domingo.

 El otro día volviedo a casa por la M-423, conduciendo por mi carril derecho a una velocidad más que prudente, observaba como una retahila de coches me adelantaba, conductores con prisas por llegar; yo al igual que él llevo a rajatabla los límites de velocidad, sin importarme que me llamen tortuga al volante.

 Cosas que acabamos haciendo como nuestros antecesores. Cuántas ha heredado uno, casi sin saberlo. Mientras observaba a mis compañeros de carretera pasarme a altas velocidades, yo me sonreía acordándome de mi abuelo y tocayo, mentor en tantas cosas y siempre presente en mi recuerdo.

 

 

Desidia

 Apenas si ha comenzado el mes de octubre y ya están llenos los escaparates de las tiendas de juguetes y los bazares de material y disfraces de Halloween. Celebración religiosa y cristiana de importación, que convierte a estas fechas en el calendario en una especie de segundo carnaval, auténtico contrastre con el transfondo de la muerte y los difuntos, que tanta solemnidad y rigor siempre han tenido aquí.

 Precisamente hace once años escribía yo una de mis primeras entradas de este blog, hablando sobre este tema; lo que no sabía es que poco días después, volvería a tratar del mismo asunto, pero por razones luctuosas.

 Once años se cumplirán el próximo uno de noviembre de la tragedia del Madrid Arena, en la que tres niñas que hoy deberían rondar la treintena, fallecieron como consecuncia de las heridas ocasionadas por las avalanchas que en un concierto con exceso de aforo, se produjeron en la noche de Halloween, provocando aplastamientos de consecuencias mortales.

 Después de que se consumara la tragedia, llegaron las evaluaciones, las que ponían sobre el tapete deficiencias en la seguridad del recinto, falta de personal médico y de seguridad y exceso de aforo en un recinto atestado de chavales deseosos de disfrutar de la noche. 

 Errores y deficiencias que salieron a relucir en un juicio que condenó y sancionó por acción y omisión, sin que el fallo judicial pudiera hacer nada para paliar el vacío y sufrimiento por las pérdidas humanas.  

 Fallos, cosas que no se hicieron o se acometieron mal, que esperas que no se vuelvan a repetir; nada más lejos de la realidad.

 Hace apenas unos días nos levantamos otro domingo por la mañana con el corazón encogido por otra tragedia dantesca; el incendio en una sala de fiestas de Murcia, provocaba la muerte de al menos trece jóvenes, atrapados por el humo y las llamas en un recinto sobre el que pesaba una orden de cierre por incumpliento en la presentación de documentación técnica. 

 Tragedias que podrían haberse evitado. ¿De quién es la culpa?  

 A qué obedece esta desidia administrativa, esta falta de rigor a la hora de realizar las tareas de control, supervisión y, en caso de existir informe contrario, de cierre de aquellos espacios que no cumplan los requisitos para su utilización. Desgracia tras degracia, sólo nos queda lamentarnos e indignarnos cada vez que se conocen los detalles de cada caso. 

 Desidia que es sinónimo de mediocridad. Políticos negligentes, que no pierden tiempo en minucias aunque sean de su reponsabilidad; cadena contagiosa que sigue hasta abajo, con funcionarios que no hacen su trabajo o lo hacen mal; incumplimientos de protocolos, falta de recursos y de activos para proceder a precintos y ejecuciones de órdenes de cierre o de controles pertinentes. Qué caro sale no hacer nada o hacerlo muy mal, según en qué circunstancias y qué pocas consecuencias provoca después. Al arcón del olvido, como tantas otras veces.

 

https://sunsetcuarenta.blogspot.com/2012/11/madrid-arena.html

 

 

Bichos

 Nos invaden. No tienen las ínfulas de una plaga bíblica, pero de un modo silencioso, bichos de diferente índole, se despliegan por nuestro entorno.

 Mosquitos que pueden transmitir el dengue, avispas asiáticas, chinches que multiplican su presencia a consecuencia de las altas temperaturas... los insectos son protagonistas, cada vez más.

 La convivencia con estos minúsculos seres vivos es un hecho desde siempre, pero la proximidad al hombre y los riesgos que puede conllevar una picadura de alguno de estos insectos, genera una preocupación cada vez mayor.

 Se acrecienta la sensación de carencia de inmunidad, abocados a encontrar nuevos remedios para, al menos, ahuyentar a tan incómodos convecinos. Hasta cinco casos de picadura del mosquito mosquito Aedes aegypti, se han documentado en España, en personas que se han infectado sin haber visitado alguna de las zonas conocidas de transmisión, como atestiguan la Unidad de Medicina Tropical del Hospital Virgen de la Arrixaca en Murcia o el Centro Nacional de Microbiología.  

 Cuando era niño me fascinaba la mosca tsetsé, transmisora de la enfermedad del sueño; ingenuidad infantil, hasta me hacía gracia la posibilidad de que me picase una y así quedarme dormido por días, lo que más me gustaba del mundo, como si aquella mosca portara alguna suerte de somnífero y no un parásito, el tripanosoma, capaz de invadir el sistema nervioso central. Con los mirada de un adulto ya no hace tanta gracia, como indican las autoridades sanitarias, que vigilan que el mosquito no cruce el estrecho de Gibraltar desde África, desde hace ya algún tiempo.

 Seguimos en la misma senda, con las mismas preocupaciones, esas que llegaron a nuestras vidas en marzo de dos mil veinte para quedarse, al parecer por bastante tiempo. Sean en forma de virus o como fruto de una picadura de insecto, el peligro viene de lo más minúsculo. Enemigo casi invisible con el que toca lidiar.

 

 

Isla

 Dos formas de ver las cosas, solitaria en medio de la inmensidad o emergente entre tanta agua.

 Las cosas no son de un modo u otro, dependen del modo en que se miren. Algo tan simple como definitorio.

 Nos definimos de mil formas, unas son más obvias que otras. 

 Pensamientos que marcan un estilo de vida, que trazan una senda de actividad. 

 Carga de un signo u otro, de negatividad o de luz y esperanza.

 Somos lo que comemos, lo que sentimos, lo que pensamos.

 Personas en su estado habitual de complejidad. 

 

Colonia

 Como cada mañana, cuando llego al andén de la estación de cercanías están presentes en su pequeño observatorio. Cuidadósamente escogido, cerca de una torreta que soporta unos cables de alta tensión, y con el abrigo que dan unos matojos que ayudan al camuflaje.

 Escuchan a la gente, transitar un poco más arriba y curiosos se aproximan a las vías accesorias, a una distancia prudencial. No tardan en llamar la atención por sus tamaños menudos, así como por sus maullidos tiernos, que causan efecto y ganan simpatías entre los allí presentes.

 Agua, comida para gatos en una bandeja de plástico; el catering ya lo tienen garantizado. Día a día no les faltan agasajos; gatos callejeros mimados.

 No deja de llamar la atención, como siendo la otra mascota doméstica por antonomasia, no sorprenda tanto ver a estos animales, deambular  por las calles, solares o descampados. Seguramente mejor habituados para la vida silvestre, viven en un estado de protección variable, que tiene casos tan singulares como el de Roma, en donde son especie protegida y símbolo de la ciudad, que deja limpia la cuna de la vieja civilización de rodeores al abrigo de sus infinitas ruinas y restos arqueológicos.

 Mañana volveré a la estación, para comenzar un nuevo día de faena y seguro que continuarán por allí hasta que el destino les depare futuros dispares, ya sea como animales rescatados para acogida o deambulando por otros lugares, llevando una vida nómada tan imprevisible como literaria.

 

 

 

 

 

 

 

Nosotros

  Libro muy especial, distopía precursora de la obra maestra de Orwell, 1984, escrita en la década de los años veinte, en plena transición entre la Rusia imperial y la  URSS y obra prohibida en Rusia hasta mil novecientos ochenta y ocho por la censura. Con estos mimbres es plato casi imposible de no degustar, incluso sin ser proclive a la lectura de relatos futuristas como es el caso.

  En Nosotros, (Editorial Salamandra),Yevgeny Zamiatin desgrana el diario personal de un ingeniero y científico, constructor de uno de los grandes proyectos de su sociedad, la nave integral, pensada para llevar a todo el universo el mensaje y modelo de convivencia que rige allí.

 Zamiatin construye una ficción datada en el siglo XXVI, en la que sus ciudadanos viven en una ciudad de cristal, llena de anchas avenidas, donde sólo imperan las líneas rectas; los edificios donde viven también son de cristal y sus moradores, todos vestidos con la misma ropa e identificados por nombres en clave alfa numérica, viven sin ocultar nada a nadie. La intimidad se reduce a un espacio de tiempo reducido, en el que los inquilinos pueden correr una cortina y disfrutar de un momento de discrección con otro miembro, sea pareja estable o escogida al azar. El mundo creado por Zamiatin, anula la individualidad, generando un contexto donde el nosotros, es lo único valioso.

 Pero D-503, así es como se llama el protagonista de esta historia, poco a poco va saliendo del letargo y acaba por descubrir que tiene conciencia, que es un individuo, cuyas emociones y estímulos, silentes en medio del sentir colectivo, afloran para convertirle en un disidente. 

 Escrita a modo de diario, llena de tecnicismos y lenguaje matemático, esta obra es sin duda un referente del género y una lectura interesante que invita a la reflexión: la de estar siempre alerta, ante cualquier modo de sistema de control del individuo.