Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 31 de diciembre de 2019

Chinpún

 Otro año  que se marcha.

 Otro año con mucha marcha.

 Otro año de soliviantos, empecinamientos, caras largas y frustraciones.

 Parece como si estuvisemos abonados.

 Doce meses completos de provisionalidad, de denuncias y pleitos. 

 De bolsillos estancados e improperos cruzados. 

 ¿ Es un año perdido?

 Para nada, solo un necio no aprovecharía el bagaje creado, 

 más si cabe si es tan negativo.

 Así que 2020, solo una cosa te pido:

 que nada de lo hasta hoy acaecido,

 caiga en saco roto ni deje de servir. 

 Este año más que nunca

 las doce uvas han de ser uvas de la suerte

 aunque para nosotros la suerte dependa más de cabezonerías que de azares

 ¡Salud y más voluntad que suerte!

 

 

 
 
 

viernes, 27 de diciembre de 2019

Sobre los huesos de los muertos

 Decía un buen amigo en tono de broma el otro día, que este año los premios Nobel de Literatura habían recaído en la Murakami polaca (Olga Tokarczuk) y en el Murakami austriaco (Peter Handke), y es que cada año el escritor japonés aparece en un lugar destacado en las quinielas que apuestan por su nombre como el elegido. Pero un año más la suerte le ha sido esquiva y la academia ha optado por otros nombres, dos en este caso y los dos europeos, dejando de ese modo normalizada la lista de galardonados que aun tenía pendiente el asignación el vencedor del año pasado.

 Viene esta anécdota a colación como consecuencia de la pequeña recensión que aquí se deja de una de las novelas de la que es ya oficialmente la vencedora del galardón en 2018 y es que bien podría decirse que Olga Tokarczuk construye en sus novelas un pequeño ambiente lleno de magia, creencias, naturaleza y destino, como si de resultas de ello se creara un mundo onírico donde las cosas no necesariamente son lo que parecen, y no las explicaciones oficiales son las que realmente funcionan.

 En Sobre los huesos de los muertos, (Ediciones Siruela), la escritora polaca hace una mezcla original, algo así como una novela policíaca donde en un entorno rural se investigan unos crímenes, cometidos en el clásico sitio donde nunca nadie espera que pase nada. Una vieja profesora de inglés, que ocupa su tiempo en mantener en buen estado un pequeño grupo de casas que se alquilan por temporadas y  que vive aislada en un entorno rural, es la protagonista de esta historia esencialmente ecologista. Apasionada del bosque y de sus animales, a los que considera portadores de una esencia similar a los de los seres humanos, ocupa su tiempo en interpretar los horóscopos, a los que otorga mayor influencia en nuestras vidas de la que nuestro raciocinio se atreve a reconocer y en hacer la vida imposible a los cazadores, a los que planta cara, sin dejar de denunciarles a las autoridades a la primera ocasión de que dispone.

 La muerte de uno de esos cazadores en extrañas circunstancias será el inicio de esta especie de thriller naturalista, donde el amor por el entorno y el respeto a las reglas del medio ambiente serán la base sobre la que se sostiene una trama llena de giros inesperados, reflexiones profundas y revisiones de una vida que nos empecinamos en complicar y con ello empobrecer. 

 Con un lenguaje llano, cercano, que invita a la complicidad,a participar de la trama como si se fuera un lugareño más, Olga Tokarczuk construye una historia donde pasión, ternura y crudeza comparten escenario en un lugar que se llama habitualmente la vida. Y al igual que el escritor japonés la descripción de los paisajes, de los ambientes y hogares, de las comidas y bebidas están envueltas en una aureola de proximidad, complicidad y ensoñación que hacen del universo de la autora polaca un espacio mágico,uno de los más interesantes de ser novelados y leídos en la actualidad. Desconocida para mi hasta su encumbramiento con el Nobel, su descubrimiento a través de esta lectura supone una gratísima sorpresa que habrá que ampliar  con nuevas lecturas de sus trabajos. 



Parásitos

 Después de disfrutar de la enorme interpretación de Joaquin Phoenix en Joker, la cartelera de cine estos días tiene otras gratas sorpresas que mostrar como esta cinta coreana ganadora de la Palma de oro en el festival de cine de Cannes, titulada Parásitos, y dirigida por Bong Joon-ho. 


 La trama cuenta la historia de una familia de baja extracción social, que a duras penas malvive en un minúsculo apartamento de los bajos fondos, rodeado de cucarachas que encuentra una oportunidad de mejora a través de las clases de inglés que el hijo da a una adolescente integrante de una familia de la alta sociedad. Con un minucioso plan trazado, cada uno de los miembros del clan acabará ocupando alguno de los trabajos que demanda la lujosa vivienda, ya sea como chófer del padre, profesora de dibujo del pequeño o empleada del hogar de la casa. Se establece así un hilo argumental por duplas o parejas donde la trama se va desarrollando a través del vínculo que cada cual establece con el miembro de la familia empleadora. 

 Todo va sobre ruedas hasta que los nuevos inquilinos descubren que en la despensa detrás de un mueble la casa tiene un bunker, y en el se esconde un secreto del que sólo tiene conocimiento la anterior empleada doméstica.

 Con un rimo narrativo sencillo, directo y por momentos hilarante y  trepidante, Bong Joon-ho arma esta historia que habla de conflictos sociales, capacidad de supervivencia, y reflexiona sobre la importancia de saber aceptar la situación en que se vive, en cada momento. La mejor manera de tener un plan es no tenerlo, como si la improvisación fuera la única guía necesaria para sacar las cosas adelante: basta con saber leer las oportunidades que la vida te ofrece, cuando te las ofrece.

 Deliciosa y profunda esta bien reconocida y premiada película es sin duda un plan perfecto para ir al cine y ver algo diferente.




jueves, 12 de diciembre de 2019

Greta

 ¿Por qué me cae bien Greta Thunberg?

 Desde luego no será porque me destaque por ser un activista del medio ambiente, soy más bien ecológico, que no ecologista, o lo intento. Manejando cacharros como el que estoy utilizando para escribir esto es complicado serlo, visto la cantidad de energía que necesitan para tenerlos operativos.Y así con otras tantas cosas: móviles, tablets... Nadie que esté a la ultima en tecnología puede presumir de ser ecologista, seamos sinceros.

 Tampoco me cae bien esta chica porque sea una adolescente, (que no niña) de dieciséis años. Por cierto la edad de escolarización obligatoria en Suecia, es desde los siete a los dieciséis, con lo cual esta muchacha puede estar estudiando como no hacerlo, y no en la escuela, como sugieren muchos de sus detractores.

 No me cae bien porque sea una persona enferma y tenga el síndrome de Asperger. A la vista está que una persona que sufra esos trastornos neurobiológicos puede tener un grado de vida normal más que razonable. No veo a una persona enferma que busque dar pena detrás de sus actividades.

 Tampoco siento simpatía alguna por esta chica ni me parece admirable porque se obsesione con algo que sea justo en el fondo y haga de esa reivindicación su forma de vivir. Ni tan si quiera me fascina su maravilloso nivel de inglés.

 Entonces, ¿ Por qué la defiendo?

 Supongo que después de darle vueltas solo encuentro una razón: por llevar la contraria; quizá porque no entiendo por qué molesta tanto que una cría se cruce el Atlántico en un catamarán si tiene todo el tiempo del mundo para hacerlo, y encuentra con quien la lleve. Que tiene apoyos, más allá de los que le puedan brindar sus progenitores, es obvio, y que probablemente es la punta de lanza de algín lobby ecologista, también. Aún así, ¿ No estará en su derecho de hacer lo que de la gana para llamar la atención del gran público, como hacen otros, además con ánimo de lucro y sin cortarse un pelo?

 En fin Greta, que hagas lo que te salga del ciruelo. Y si como sospecho a algunos molestas porque tienen miedo de que puedas influir en sus hijos adolescentes, mira tu que bien, si hasta me parece estupendo que consigas concienciar a críos que ahora parecen vivir abotargados y atontados publicando por redes sociales todo cuanto hacen o sacándose fotitos con morritos a cada momento, en esta especie de paranoia narcisista por la que nos ha dado a todos de inmortalizar cada momento.

 Si Greta, me caes muy bien, aunque en el fondo sea solo por tocar los cojones.

 Eah, he dicho.





miércoles, 11 de diciembre de 2019

La noche de las velitas

 Quien sabe cuánto tiempo tardarían hace años en saber de la vida de sus familiares aquellos que por razones del tipo que fuera se vieran en la necesidad de cruzar el charco y estar a unos cuantos miles de kilómetros de distancia de casa. Seguramente hasta que no apareciera el código Morse fuera una quimera tener conocimiento rápido de nadie, si para tener noticias de un allegado hubiera de esperarse por ejemplo, a la notificación por vía postal. 

 Hoy con la red, y el uso generalizado de internet, ese problema no existe y la comunicación es inmediata.

 Tengo un hermano allende los mares, haciendo las américas como buen nordaca, que se ha negado en redondo a resignarse a trabajar de lo que sea aquí para subsistir. Tirando de orgullo se lió el petate y marchó a Colombia donde con más trabajo que fortuna se ha asentado, estableciéndose con su familia de reciente creación, en los aledaños de Bogotá.

 Con frecuencia tenemos noticias de él, gracias a las aplicaciones de mensajería que tienen los nuevos dispositivos móviles de comunicación; por ellos tenemos conocimiento casi diario de la vida y milagros de Sara, su hija, la última llegada al clan familiar que por desgracia aún no tenemos la fortuna de conocer en persona. 

 De entre las cientos de fotos que nos han llegado de su vida allí, me ha llamado mucho  la atención esta, sacada justo en la entrada de la puerta de su casa. En ella se le ve afanándose por derretir la base de una vela con el objeto de que el cirio reblandecido se solidifique de nuevo en la base, una vez depositado en el suelo.


 Interrogado por el significado de lo que hacía en la foto, nos comentó que es típico en Colombia realizar este acto que denominan la noche de las velitas, en la víspera del ocho de diciembre día de la Inmaculada Concepción, que es una forma de atraer la suerte, además de rendir homenaje a la virgen, y que para los colombianos este momento supone el inicio de las navidades. 

 Viendo la foto, no pude menos que acordarme de un libro que me impactó en la universidad y que de hecho traigo a colación siempre que puedo, La ciudad antigua de Fustel De Coulanges, libro que además de describir la fisonomía de las ciudades, o explicar el derecho o la economía, estudiaba los diferentes tipos de culto existentes en la antigua Grecia y Roma, con mucho su parte más interesante para mi gusto.En ella se relata la relación por ejemplo que los romanos tenían con el lugar que consideraban su casa, como el hogar propiamente dicho siempre estaba formado alrededor de un fuego, y como en el ara o altar se realizaban todo tipo de ofrendas a diversidad de dioses, así como homenajes a difuntos, a los que no se consideraba fallecidos sino pasados a otra vida.

 De entre esas deidades domésticas si hubo una que me llamo la atención fue la de los dioses de la entrada o del umbral de la puerta, aquellos que velaban por la seguridad de los que vivían dentro. Por ello que cada vez que se recibía a un nuevo inquilino en el ámbito doméstico este debía entrar por la puerta sin pisar la entrada, para que estos dioses no los considerasen foráneos, siendo esta la razón por la que la novia cuando llegaba a la casa de su nuevo marido, entrase en volandas llevado por él, costumbre que sorprendéntemente se ha mantenido intacta con el paso de los siglos sin que mucha gente sepa a qué obedece su cumplimiento.

 Dioses de la entrada, velas en el umbral de la puerta. Costumbres que tienen una mezcla de belleza, creencias, superstición y, en resumidas cuentas, son cultura. Puede que pasen muchos años,décadas o centurias, pero como decía Freud en El malestar de la Cultura, somos seres condicionados por el entorno en que vivimos y sus tradiciones y creencias, y ellas no nos hacen necesariamente libres, por mucho que la humanidad avance.


 

martes, 10 de diciembre de 2019

La desgracia es progresista

 Andaba hablando con una buena amiga la fatalidad que su compañera de trabajo arrastra de un tiempo a esta parte, donde todas parecen ser noticias malas en su vida. Mientras me comentaba que esta tarde se pasaría por el hospital para estar con ella y así darle ánimos en tan duro trance, ( su marido esta ingresado por un cáncer), me decía: 

 - Hay que vivir, disfrutar la vida a tope, desgraciadamente solo hay una cosa en la que somos realmente iguales, y esa es en la enfermedad y la muerte; ahí no se distinguen entre guapos, ni feos, altos o bajos, ricos o pobres...

 Solo la desgracia es progresista, me dio por pensar mientras leía las disquisiciones de mi amiga por whatsapp, muy dada ella a filosofar como suele hacer toda la gente alegre y optimista que solo ve oportunidades y no barreras, porque la vida se pasa en un suspiro.

 Así que solo en lo malo nos igualamos. Solo nuestra miserias nos ponen al mismo nivel constituyendo una suerte de rasero que solo entendemos y conocemos cuando nos vienen mal dadas. Es entonces cuando todo lo que nos separa, la suerte, o cualquier clase de meritocracia, deja de tener su efecto separador. La distinción depende de la voluntad, de la acción, del saber elegir o de leer las oportunidades que se pasan por nuestras narices y que pocas veces sabemos interpretar, y como tal, resulta que es esencialmente injusta, Si destacas dejas a otros atrás y el que te mira desde abajo no necesariamente lo hace en buen lugar, ni con buen ánimo, mientras que lo que nos une, viene dado por una especie de suerte caprichosa que nos deja a merced de unos designios que pueden zarandearnos a su antojo y sin control.Y esos frutos del caprichoso azar, solo nos unen en el dolor y en la enfermedad. Vaya, ¿no?

 Qué gran paradoja, tener la capacidad de comprenderlo pero no tener la posibilidad de cambiarlo. Panaceas y descubrimientos solo retrasan lo inevitable, que es igual para todos. Qué gran putada y cuanta frustración acarrea. El progreso de lo malo, una suerte de igualitarismo misérrimo y la desigualdad de lo bueno, como si la bondad fuera un mineral precioso escaso, que no todo el mundo puede alcanzar.

 Nada como una charla por whatsapp una tarde de martes para hacerse pajas mentales. Olé.

 

lunes, 9 de diciembre de 2019

La hija de Burguer

 Fue durante muchos años una novela prohibida, no en vano ataca frontalmente a uno de los sistemas políticos más injustos conocidos, el felizmente superado régimen del apartheid, que durante décadas segregó la población de todo un país por razón del color de piel.

 La hija de Burger (Colección Fábula, Ed. Tusquests), narra la historia de una joven adolescente marcada por la actividad política de sus progenitores, miembros del Partido Comunista de Surafrica, cuya actitud rebelde a los preceptos del sistema segregacionista, conlleva el encarcelamiento y continuo enjuiciamiento de sus actividades, consideradas ilícitas. No en vano la novela comienza con la presencia de la joven a la entrada de la prisión donde queda recluído un padre que acabará falleciendo en ella, convirtiéndose así más en una referencia difuminada, que en nada se pareciera a la relación normal que una hija y padre pueden llegar a tener sin la infraqueable pared de un muro de prisión.  

 Cuánto puede tener de autobiográfico este relato, es algo que cabe preguntarse a tenor de las situaciones que vivió esta escritora,hija de emigrantes judíos. Como si de una especie de solidarización con la causa de los mas desfavorecidos se tratase, el ser ella miembro de otra minoría perseguida fusiona de algún modo los escenarios ficticios de la novela con los reales de la vida donde la incomprensión de no sentirse aceptado por ser diferente en algún aspecto, crea ese hilo narrativo fugitivo, triste y doloroso.

 Con el Premio Nobel de Literatura de 1991, se premió la tarea divulgadora del inmenso estado de opresión que durante décadas sojuzgó al rico país de América del Sur, y con su muerte en 2014, la literatura en aquel país quedó huérfana de su voz más reivindicativa y militante, siempre comprometida con la igualdad y el respeto.

 Leer este trabajo de Nadine Gordimer, es no solo empaparse de la historia de uno de los grandes conflictos del mundo contemporáneo, es también una manera de comprender los cambios que vive un mundo donde los avances no son eternos y la involución acecha detrás de cada esquina.