Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 18 de marzo de 2024

Pequeños pasos

  Comenta una compañera de trabajo, malhumorada, que está harta del tren cercanías. Su estación, posiblemente una de las más transitadas de la ciudad, está llena a rebosar en la hora en que ella accede a sus instalaciones, para venir a trabajar por las mañanas. Con grandes aspavientos comenta que sólo cuando ha pasado un cuarto tren, ha conseguido acceder a uno de los vagones del convoy.

 Otra compañera llega con iguales humos, pero cambia el dicurso, echando pestes hacia el metro. Iguales razones, mismas molestias, mismo retraso a lo hora de llegar a la oficina. Cosas de la hora punta.

  Alguien del equipo sugiere como posible solución: - ¿Por qué no variáis los horarios e intentáis cogerlos media hora antes, por ejemplo? 

 Se hace el silencio. Tras unos segundos de duda una de las dos lanza como respuesta: - claro, entonces no duermo.

 Aún dejando como importante el argumento del descanso, necesario para afrontar una jornada de trabajo, me resulta obvio que no es esa, en el fondo, la gran razón que les lleva a organizarse la jornada con esos cambios horarios. Detrás de cada modificación, por insignificante que pueda parecer, existe la necesidad de mentalizarse de ella.

 Los cambios no son fáciles, a menudo nos sugieren rechazo, más por temor que por negación sistemática a implementarlos. Sin el conveniente proceso de maduración de los mismos, nunca se llevan a cabo, nunca pasan a ser efectivos.  Esa regla vale para cualquier cosa que lleve implícita la voluntad humana.

 Todos los pasos, incluso los más pequeños, se aferran a ese modelo. En la mente de cada cual, queda por perfilar, cuantos de esas opciones, están sobre la mesa, esperando una toma de decisión para hacerse efectivos, después de procrastinarlos, o llevarlos al cajón de las cosas por hacer, de manera indefinida.

 

 

Dejarse llevar

 Sesudos instantes que pintan de oscuro el corto plazo. A veces devanarse los sesos buscando respuestas hacen del camino una vía tortuosa, de manera innecesaria, aunque eso no se vislumbra en un primer instante.

 Puede que las preguntas sigan ahí, a veces durante un tiempo, pero las respuestas, no tienen por qué obedecer a causa o razón alguna. Caminos que se enderezan sin volición alguna, mostrando su senda diáfana sin mayor agente externo que dejar que las cosas sigan su rumbo.

 Interpretar la vida y sus cosas. Dejarse llevar, en ocasiones, es la respuesta.

viernes, 15 de marzo de 2024

Cruces

 La distancia más corta entre dos puntos siempre es una línea recta, aunque nada hay menos lineal que una existencia. 

 Como los coches que se van por los pianos en las carreras, apurando las trazadas, amenzando con salirse de los límites; visten más los baches y las cunetas que los trasiegos por pistas limpias y bien asfaltadas.

 Pero lo mejor son los cruces de caminos, cuando toca elegir y hacer gala del coste de oportunidad. Decisiones que a veces se toman en caliente, otras veces después de rumiarlas y meditarlas largamente, unas profundas y significativas, otras  aparentemente intrascendentes; todas forman parte de una trayectoria entera. Somos lo que comemos, somos lo que decimos, somos, ante todo,  lo que decidimos.

 Cruces que son disyuntivas. En medio de todas ellas es cuando uno se siente más vivo. 

jueves, 14 de marzo de 2024

Proletarios

 Conciencia de clase, sentirse parte de un grupo, con todos sus condicionantes, con todos sus hábitos e iniciativas, por cuenta de lo que se tiene en el bolsillo. 

 Del bolsillo pasa al gaznate. Un ex-vicepresidente abre un local para pobres en el emblemático barrio de Lavapiés, rechazando hacerlo en cualquiera de los populosos barrios del Foro, donde tendría mejor predicamento, seguramente mayor sentido, garantizándose una parroquia acorde a los requisitos ideológicos, ( y económicos, estar tieso),  para consumir. 

 Rojos de salón, que se suman al carro hostelero, con ínfulas de humildad, pero hábitos y cálculos de empresario. En una zona de moda y con el mejor marketing posible, el de la demagogia. 

 Hasta a los proletarios les han consumido las prácticas capitalistas. Dime de lo que presumes...

miércoles, 13 de marzo de 2024

Leer en el metro

 Ayer dejé de sentirme un bicho raro. Hasta cuatro personas coindicidimos en el mismo vagón de metro leyendo libros en papel.

 Podría evocar los primeros tiempos, a poco de llegar a Madrid, cuando apenas se veía en medio del mar de libros que inundaban el subterráneo en horario de mayor afluencia; de hecho ya lo he reflejado en alguna otra entrada de este blog. Hoy el próposito es otro, tal vez reivindicativo, en medio de este torrente tecnológico donde todo el que anda entretenido en su trayecto en transporte colectivo, utiliza un teléfono.

 Aún queda gente de la vieja escuela, que prefiere amenizar los viajes, muchas veces de bastante tiempo, con historias leídas. Cansado de vecinos de transporte impertinentes, que descargan sus videos o ven páginas absurdas con el volumen de su aparato a todo trapo.  Lo que antes era patrimonio de gente más joven, ahora lo hace todo el mundo. Es obvio que la falta de educación no conoce de edades.

 Lectura en silencio, sin incordiar, adoptando la postura más comoda sin molestar a tu vecino de asiento o de barra, si vas de pie, concentrado en cualquier aventura que te estén narrando, pese al ruido y las incomodidades. Quién dijo que un paseo en transporte público por necesidad es un tiempo perdido.  No saben lo que se pierden.

 

martes, 12 de marzo de 2024

Jugadoras

 Comentarios que circulan sólo libres en cenáculos y espacios reducidos, al calor de la confianza que da la proximidad, aún a riesgo de hacer confesiones ante quien se muestra contrario y opina diferente. Miedo al qué dirán, a ser clasificados de misóginos o simples machistas.

 El otro día en una comida de amigos, en petit comité, hoy la misma opinión es portada de un medio de gran tirada, manifestada por un deportista deportivo de primer nivel, que reconoce que no ve fútbol femenino, ni sabría decir el nombre de tres jugadoras. Valiente, reconoce que no es  ningún "bienqueda". Manifiesta su rebelión ante lo que parece una imposición, otra variante de lo políticamente correcto, expresado antes en otras vertientes, como la del colectivo gay, por citar algún ejemplo.

 Opiniones que ponen de manifiesto algo que ya se sabía, que el camino no iba a ser fácil. Apertura de mentes que requieren de dedicación y constancia, de compromiso, de educación. Que haya corrientes de opinión, más o menos soterradas, que ponen de manifiesto su contrariedad a estos nuevos fenómenos, no hace menos valiosa la entrega y el trabajo de equiparación de lo que hacen unos y otras.  No, no es una moda, ni un intento de meter con calzador un pretendido mérito solo por equilibrar las labores de ambos sexos. Si las jugadores de deporte femenino tienen ahora más notoriedad o publicidad es porque se lo están ganando. El talento no entiende de prejuicios y desde luego, tampoco de sexos.


lunes, 11 de marzo de 2024

Castillos de Fuego

 Estreno por lo todo lo alto. Primera lectura de un título de Ignacio Martínez de Pisón y que lujo comenzar con la lectura de esta novela, trabajo de muchos quilates.

 Ambientada en el Madrid más crudo, el de la posguerra de comienzos de los años cuarenta, ciudad destruída y consumida por el hambre y la miseria, llena de almas en pena que a duras penas se las veían y deseaban para llevar algo caliente al estómago, con el que aliviar los empellones de un estómago que no dejaba ni tan siquiera dormir.

  Ciudad llena de gentes humildes, de estraperlistas capaces de rapiñar con todo, de madres hartas de hacer colas para conseguir las viandas a las que se tenía acceso gracias a la cartilla de racionamiento, o de insurgentes que se movían en las sombras, tratando de confabular contra un estado policial que los perseguía con saña y dureza, la lectura de Castillos de Fuego, (Editorial Seix Barral), es una oportunidad de pasear por la capital, usando sus páginas como un callejero donde avenidas, plazas y calles acompañan a sus protagonistas en medio de la pesadumbre y tristeza imperantes.

 Como bien dice la reseña que acompaña como sinopsis en las cubiertas libro, esta novela tiene más verdad que un libro de historia, con personajes ficticios que bien pudieron haber vivido en el Madrid de la incertidumbre, esa que durante cinco años tuvo en vilo a una ciudadanía que, pese al oscurantismo informativo del régimen, andaba pendiente de las noticias que traía el frente en Europa,  cuya victoria, decantada hacia un lado u otro, podía suponer la prologación o conclusión del mandato del Caudillo

 La atmósfera rotunda y depresiva que narra en sus páginas el autor, bien podría compararse a la de otros títulos que como este, quisieron poner de manifiesto la dificultad con la que este país logró sobrevivir, en los años más difíciles. Inevitable no acordarse de La Colmena de Cela, o de 1940, de Paco Umbral, títulos a los que en nada desmerece este inmenso trabajo de Martinez de Pisón.