Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 26 de abril de 2024

El niño

 Nicasio es un emigrante jubilado, hosco y taciturno, al que con frecuencia sus vecinos ven hablando sólo o parado observando los pajaros por el pueblo. El cementerio es uno de sus lugares predilectos, donde visita el nicho de su nieto al que cariñosamente llama el Nuco, tristemente fallecido junto a otros cuarenta y nueve niños, cuando una mañana de octubre de mil novecientos ochenta un colegio de educacion infantil se vio afectado por una explosión de gas propano.

 En El Niño, (Editorial Tusquets), Fernando Aramburu vuelve a realizar con maestría otro ejercicio de novela de realidad ficción, sacando del recuerdo uno de los episodios más dolorosos y terribles acaecidos en el país a comienzos de los años ochenta: la voladura del colegio Marcelino Ugalde en la localidad vizcaína de Ortuella, a consecuencia de un escape de propano en las cocinas del colegio.  Tres adultos más, (dos profesores y una cocinera), engrosaron la lista de fallecidos, copada por niños de entre cinco y seis años, para completar una cifra total de cincuenta y tres muertos.

 La imagen de los féretros de color blanco, alineados en el funeral que tuvo que realizarse en una nave industrial para poder acoger a todos los finados y sus familiares, concentrando a una masa ingente de varias miles de personas, es desgraciadamente en una de las estampas que permanecen en la retina de manera inevitable, recuerdo doloroso e impactante, imposible de borrar de la memoria.

 Libro conmovedor, complejo de leer y aún más de escribir, sobre un tema tan triste como delicado, guardando minuciosamente la identidad de los afectados. Como ya hiciese en otros títulos anteriores, con raigambre también en Euskadi y sus complejidades, Aramburu vuelve a elaborar otra novela costumbrista y social en la que, pese al conocimiento de los hechos, la trama esta llena de giros y sorpresas inesperadas.

 


 

 

 

jueves, 25 de abril de 2024

Límites

 Tiempos estos de líneas rojas, de barreras infranqueables, de límites que no se deben traspasar. Condiciones y más condiciones. Sensibilidades a flor de piel como antes no recordábamos haber visto.

 No vale todo, pero en la función viene implícita la carga, por molesta e injusta que sea, por poco limpia que se muestre el rival para confrortarte.  Sin tener la piel muy dura no deberían aceptarse según qué puestos.

 Sólo nos falta que nos digan que un policía reniega de su trabajo porque le pueden pegar tiros. Si sabías a lo que venías, por qué te soliviantas.

 Plañideras que dan que pensar. Hay debilidades que son más un cálculo que un flaqueo de piernas. Claro que no se puede censurar. Estrategias al fin y al cabo. Por más que se viera ver de otro modo, todo vale, en algo tan opaco y sucio como es la política y su acostumbrado lodazal.

miércoles, 24 de abril de 2024

Légamo

 Como el fondo de un río.

Légamo pegajoso que se asienta y camufla lo que rodea y enturbia las aguas cuando se agita.

 Todo lo que se revuelve, tras un tiempo de apogeo, se asienta, y vuelvo al limo, para sedimentarse en lo más profundo y devolver la claridad a las aguas.

 La vida es como las aguas de un río, que aunque bajen revueltas, tienen momentos de reposo y luz, en contraste con otros de turbulencias y  agitación. Vaivenes sin los cuales pierde todo el sentido decir que se está vivo.


martes, 23 de abril de 2024

La loca del amoníaco

 Recuerdos y anécdotas que vienen a la cabeza de cuando en cuando. Era media tarde, andaba reposando la comida y la caminata en mi litera de albergue, cuando de repente me llegó un olor intenso, penetrante, tanto así que me obligó a incorporarme de inmediato y a abandonar mi plácido reposo.

 Mecánicamente me giré para descubrir que en la cama de al lado, mi vecina de litera estaba rociando con fruición el colchón, las lamas del somier y todo lo que tenía al alcance del entramado metálico de las camas superpuestas que se solapaban de espaldas a la mía. Al comprobar que le miraba fíjamente,con cara de pocos amigos, dejó de rociar con su pulverizador al tiempo que me decía:

 - Estoy rociando con un poco de amoníaco, por si hay chinches. 

 Una imagen vale más que mil palabras, ese cuerpo tenso y en alerta, que presionaba con fuerza el bote que contenía el líquido, así como la mirada, como perdida, entregada en cuerpo y alma a la eliminación de cualquier bicho amenazante, frenaron en seco mi reacción inmediata de reproche, animándome a mostrarme comprensivo y tolerante, pese a no entender que rociase paredes limpias y estructuras metálicas en vez del colchón, donde seguramente habría más posibilidades de encontrar tan incómodos vecinos. 

  Peregrinos aprensivos, seguramente informados de la plaga de chinches que ha invadido entre otras ciudades, a París, que de cuando en cuando afectan a establecimientos del Camino de Santiago, sin ser necesariamente los albergues públicos, los damnificados. Feliz de no ser tan hipocondríaco, dejé que mi vecina continuase con su tarea  higienizante y exterminadora, llegando a sentir por ella cierta lástima, de verse en la tesitura de dormir, día tras días, en camas sobre las que han pernoctado, quién sabe, cuántas almas antes que ella.


 

lunes, 22 de abril de 2024

Las elecciones más aburridas

¿Puede ser una convocatoria de elecciones aburrida? Desde luego que sí, a tenor de lo acontecido ayer en Euskadi, una vez que se conocieron los resultados obtenidos por cada uno de los contendientes.

 Aburridas porque desde el primer instante se conocía el resultado final. Anticipadas por las encuestas, que machaconamente han insistido en el virtual empate entre las dos fuerzas nacionalistas, hasta el punto de clavar en el pronóstico de los escaños que obtendría cada uno: veintisiete.

 Quedan como datos menores, el aumento de votos de los partidos estatalistas, que han dado para que todos sumen algún escaño residual más, (curiosamente celebrado anoche como si de una proeza se tratase) y que el partido verde mantenga su acta de diputado en la tradicionalmente considereda más castellana de las tres provincias vascas: Alava.    

 Como dato significativo, queda la disolución de Podemos como fuerza política con representación en las instituciones vascas, cuya postrera representación, seis escaños en dos mil veinte, apenas si ha podido aprovechar el partido surgido de sus cenizas, Sumar, que sorprendentemente ha obtenido su acta también por Alava, dejando sin poder acceder al parlamento vasco a la cabeza de cartel de la coalición, que lo hacía por Vizcaya.  

 Como colofón, resaltar la paradoja vasca, que hace que sus votantes entreguen siete de cada diez votos depositados en las urnas a fuerzas nacionalistas y soberanistas en mayor o menor grado,  jelkides y abertzales que copan como nunca antes lo habían hecho, los escaños del Parlamento de Vitoria, cuando las encuestas dejan el listón de los partidarios de la independencia en apenas un 23%, según la última encuesta publicada por el gobierno vasco. 

 

domingo, 21 de abril de 2024

Paso del tiempo

 Uno de tantos vídeos, de los muchos que llegas a visionar a diario, a poco que te prodigues por redes sociales. En él se ve en un palco, sonriente, a la Reina emérita, con su inconfundible peinado, el mismo que ha lucido en la boda del primer edil de Madrid,  recientemente.  

 La baja calidad de las imágenes, denota la mejora actual de cámaras y equipos de grabado;  falta nitidez en los colores, la luz es pobre y la definición la mejora cualquier smartphone de los que manejamos ahora.

 La imagen se gira y el siguiente plano muestra a un Raphael sudoroso en plena actuación, deleitando a propios y extraños con sus devaneos impulsivos que tanto o más bien han hecho por su carrera artística, que su propia voz. 

 La filmación acaba, obviamente un fragmento de lo registrado, aunque es suficiente para que me ponga a investigar de cuándo es el concierto, nada menos que de mil novecientos ochenta y dos. Un mundo en distancia temporal.

 El disfrute de lo añejo, con aromas a nostalgia que vienen por el recuerdo de lo vivido. Ver imágenes así te inunda en una película de momentos vividos, de forma paralela y en el anonimato. Nada une más  que el paso del tiempo.

  

viernes, 19 de abril de 2024

Rastros

 Huellas confundidas entre infinitas pisadas que el viento borra a cada poco.

 Pese a seguir los mismos pasos, no afloran las evidencias, recuerdos huérfanos que sienten el desamparo de ver todo cambiado, todo cerrado, sin barra en la que abrevar, sin pizarra improvisada en la que escribir.

 Ayer y hoy, en los mismos sitios, que se presentan como lugares tan diferentes, tan ajenos. No hay rastro que seguir y recordar. 

 Viaje de cancelación de un sueño que fue efímero.