Laika era una perra de tres años, que cambió las frías calles de Moscú por las altas temperaturas de la cápsula de una nave espacial, en la que viajó en solitario, convertida así en pionera del espacio; era un tres de noviembre de 1957 y su viaje formaba parte de la estrategia que en la carrera espacial que enfretaba a soviéticos y norteamericanos, ponía a éstos en cabeza.
Laika apenas pudo sobrevivir unas horas al lanzamiento de su nave. Las altas temperaturas provocaron su muerte, antes de que su cuerpo se desintegrara junto a la nave en la que viajaba, al retornar a la atmósfera.
Muchos son los monumentos que rememoran su proeza, aunque el más importante de todos ellos es el de mantenerse incólume en la memoria de todas las generaciones. No hay un perro más famoso en el mundo que la ladradora perra rusa.
Cobaya como hay tantas en tantos laboratorios y otras instalaciones, animales con los que se experimenta en aras de alcanzar un adelanto para la humanidad.
Precio costosísimo, que implica el sufrimiento de un ser vivo para obtener un beneficio. ¿El fin justifica los medios?
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