Falleció Jimmy Carter, el presidente más longevo de la historia estadounidense.
Nada menos que un siglo de vida.
Sólo ocupó el cargo durante un mandato, desde 1977 a 1981, antes de perder la opción de ser reelegido frente a Ronald Reagan.
Penalizada su gestión por la crisis económica y la de los Rehenes en la Embajada de EEUU en Teherán, que oscureció logros como la paz lograda entre egipcios e israelies, (Acuerdos de Camp David), El tratado sobre el Canal de Panamá, o la firma del Tratado SALT II, con los soviéticos.
Medidas promulgadas por un hombre pacífico y pacifista, de profundas convicciones morales y religiosas que murió políticamente en la orilla, atropellado por la ola conservadora que trajo a políticos como el ex-actor secundario de películas que ocupó el despacho oval en su lugar, o a Margaret Thatcher en Europa.
Fue el primer gran político del que tuve constancia en mi niñez, junto a Mao en China. Con su pérdida se va uno de los últimos referentes de un mundo que cada vez parece más lejano y eso que sólo dista de él apenas medio siglo.
Descanse en paz.
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