Acostumbrados como estamos en estos tiempos a ver
las calles llenas de manifestantes protestando por infinidad de cosas, no ha
podido evitar llamar la atención ver las convocatorias que desde la tercera
edad se han hecho para salir a protestar por la pérdida de poder adquisitivo de
las pensiones.
Y eso que no es un hecho insólito ver a una persona
mayor detrás de una pancarta, repitiendo consignas a voz en grito. Casos como
el de las preferentes bancarias, o anteriormente, la estafa piramidal del Fórum Filatélico, han llenado nuestras
calles de gente mayor, siendo dos ejemplos de la actividad de un colectivo al que
demasiadas veces se tacha como de inmovilista, conservador e incluso cómplice
de gobiernos poco dados a aventuras.
Y a mí todo eso siempre me ha parecido injusto.
Quizá porque si algo caracteriza a nuestros mayores
es la capacidad de sufrir por la gente que quiere. Por eso no ha sido difícil
verles en otra clase de manifestaciones, ya fueran apoyando la enseñanza pública,
dando cobertura a las mareas blancas de la sanidad, o compartiendo calles y
plazas con los indignados.
Casi podría decirse que los jubilados son manifestantes
por amor.
Sufren porque ver sufrir a sus hijos y nietos.
A muchos les ha chocado ver a los
mayores salir a protestar por sus pensiones. Y es que cuando a uno le tocan el bolsillo
se lo llevan los demonios; en eso la edad no hace distingos. Pero otra vez el binomio dinero- tercera edad sale a la palestra. Qué fácil es
sacar a paseo el sambenito.
¿Por qué protestan? ¿Realmente lo hacen por sus
pensiones, o por las pensiones de todos? Si, esas mismas que en muchas casas
han supuesto y suponen la única fuente de ingresos. La tercera edad en estos años ha sido una
de las principales fuentes de financiación, justo cuando más azotaba la lacra del paro y los bancos han cerrado
el grifo, pagando recibos y cuotas, llenando despensas…
Qué paradojas. Las clases pasivas están más activas
que nunca. Son una pieza esencial de la economía real.
No me extraña que salgan a manifestarse, luchan por
las pensiones si… pero de sus nietos. Y es que de un modo u otro, por necesidad,
nos hemos vuelto todos pensionistas.