Batalla campal

 Veo con perplejidad la tangana que se organizó ayer noche en un partido de baloncesto en los minutos finales, consecuencia casi imposible de evitar, dada la tensión reinante que había entre los dos pretendientes dentro de la cancha de juego. Bastaba cualquier chispa, para que se desatase la tormenta.

 Tan grande fue el número de jugadores descalificados por los colegiados, que dieron por terminado el partido, cuando quedaba más de un minuto para acabar el encuentro.

 Hoy todos los medios se hacen eco del lamentable suceso, reproduciendo unas imágenes que quedan muy lejos de lo que es el deporte. Entre las crónicas hay un término que se repite con insistencia, el de batalla campal, si bien no parece que tenga sentido aplicarse en este lance. 

 En esencia no es correcto emplearlo en situaciones como la de anoche porque en las batallas campales los contendientes eligen el emplazamiento donde va a producirse la refriega. La de anoche no fue un acto premeditado sino, más bien, una consecuencia sobrevenida de una situación colmada de nervios y tensión. En resumen, no hay batallas campales espontáneas.

 Tal vez fuese más correcto emplear el término escaramuza, o simplemente el de alboroto o calentón que terminó en bronca o con el que se llegó a las manos y a los puños; se ajusta más a la realidad de una situación sobrevenida y no planificada. Como licencia, podría emplearse en sentido figurado, por aquello de establecer un símil entre una lucha real y otra que es deportiva, pero ese no es el caso de lo que  puede leerse en muchas crónicas de hoy.

 El deporte y sus comentarios, llenos de frases hechas y topicazos que darían para escribir todo un libro de estilo y de buenas formas. 

 

Expurgo

 Botin de expurgo, dice una querida compañera de fatigas en redes sociales, amante  de los libros y fundamentalista galdosista, cuando hace alusión a su último botín en librerías de segunda mano, repleto de ediciones de bolsillo de hojas amarillentas, conseguidos muy probablemente a precio de fruslería.

 Bendita expurga la tuya, querida Carmen, en textos que nada tienen de ofensivos y sólo invitan a limpiar la conciencia a fuerza de cincelarla con conocimientos. Me has picado, pronto me aprestaré a hacer una escabechina similar en alguna de las muchas librerías que aún quedan por el foro de casi estraperlo.

 Libros, libros...

Caronte

 Cosas materiales que transcienden la vida y juegan un papel en la muerte. Costumbre de enterrar a los muertos con posesiones, ajuares que aparentemente jugarían un papel en otra vida, esa inmortalidad siempre perseguida por la voluntad racional. Dos mundos que se cruzan por simple humanidad.

 Guardaré como oro en paño mi moneda, que no será un óbolo, para cuando la espiche,  confiando en que algún alma gentil la deposite debajo de mi lengua, para con ello pagar al bueno de Caronte y de ese modo no me haga vagar largo tiempo antes de poder cruzar el Aqueronte. No tengo madera de sombra errante, ni en esta ni en ninguna otra vida.

 

Conformismo

 Para él, ella era colmar sus pretensiones, no en vano era la mujer de su vida, un sueño hecho realidad. 

 Para ella, él era un premio de consolación, un bajarse el listón después de haber pretendido muchos años a otro que jugó con ella, porque nunca quiso nada serio.  

 Pasaron los años, la necesidad de afrontar el momento de la maternidad, también muy deseada, hizo el resto. 

 Sentirse deseada, saber que era el foco de atención... poco a poco el que andaba en el furgón de cola terminó por convertirse en el candidato.

 Conformismo que abre puertas, el menos sospechado hizo cumbre. En materia sentimental, son muchos los caminos que conducen  a la puerta del compromiso. Para comer perdices no siempre hay que agarrarse a los cuentos. El mito del romanticismo, a veces pasa, pero no es la única opción. Amor es encuentro; cómo y dónde se cruzan a veces los caminos, es en el fondo un misterio.

Zapatillas peregrinas

 Puede que tengan un año, quizá un poco más de tiempo. Las compré en un outlet de una conocida marca deportiva, por un precio casi ridículo. Aunque son zapatillas de corredor, runner como se dice ahora, me vienen acompañando en distintas actividades, fundamentalmente cuando camino.

 Estos días han tenido buen trote, han completado dos rutas de senderismo: una de casi diecinueve kilómetros por el norte de Madrid y otra de catorce, en la zona sur, conocida por ser cruce de caminos, zona de paso del Camino de Santiago en la comunidad y del Camino Uclés, además de lugar histórico que con frecuencia se visita para ver alguno de los bunkers y casamatas que aún quedan por esa zona de la Guerra Civil, en otro fin de semana de entrenos para preparar la nueva ruta de peregrino, que comenzaremos el día de San isidro.

Hoy al verlas en el armario, me he dado cuenta del desgaste que ya llevan, de lo lejos que están del azul oscuro que traían cuando las saqué de la caja y me las puse por primera vez. El marrón de polvo y tierra se va apoderando del tejido que rodea al emblema de la marca, cada vez menos blanco y más apagado. 

 Son tan livianas que me acompañarán en el camino; irán al fondo de la mochila, serán mi calzado de las tardes, después del reposo, para visitar sitios de los pueblos donde paremos y para buscar lugares donde degustar especialidades culinarias de la zona.  Seguirán pisando y andando, haciendo kilómetros, visitando sitios nuevos. Son zapatillas de correr, peregrinas.

 

 

Dilemas

 Encrucijadas que no lo son en realidad, pero que dan que pensar. A veces uno siente que tiene caminos que elegir y obviamente, quiere tomar la ruta adecuada.

 Mientras tanto ese come come raro que se asienta por la zona del estómago. Aparece raras veces, normalmente cuando se avecina la necesidad de tomar alguna decisión, pero, ¿En realidad tengo que decidir algo? Ganas de luz, para ver claro, porque no por tener delante las cosas uno las distingue siempre con nitidez.

 Hora de cerrar una semana extraña, que comenzó en el norte y termina en el sur de Madrid, con tiempo por delante para aprovecharlo, o al menos intentarlo.

 

Cuentas

 Es el día de las cuentas, hacia atrás o hacia adelante.

 Desde luego la que más motiva es la de hacia delante. Lo mejor de la semana está por venir. Tiempo libre y de ocio. Oportunidad de hacer cosas. Qué mejor reclamo.

 Hay quien disfruta más mirando hacia atrás. Todo lo que ha pasado y que ya es historia. Sólo un madrugón y finiquito. Bendito juernes que huele a fin de semana.

 Cuestión de visiones. No hay cuestas abajo o hacia arriba, solo cambia el prisma con que se miran las cosas. Igual sucede con las cuentas: cada uno lo hace y refleja a su manera, aunque sea lo mismo.

Ojos oscuros

 Contra todo pronóstico he vuelto a ver tu foto, a ver tus ojos, pequeños y oscuros, contraste cromático con tu piel blanca y fina, como de porcelana.

 Por más que poses con ese hieratismo tan tuyo que hace de tu rostro una muralla, son ellos los que vuelven a hablar por tí; mucho antes de que muevas, siquiera, la boca para articular palabra alguna.

 Toda una atalaya por descubrir y por desenmarañar. Todo un imán. Pasa el tiempo, pero no pierden un ápice de su poder de conmover. 

 

 

Almohadas

 Poner la cabeza sobre blando,  comienzo de un delirio a veces mudo. Billete de acceso variable. Antesala de un cambio de conciencia y vigilia. 

 Almohadas, puertas de embarque hacia viajes imprevisibles. Compañeras de alivio y descanso. Recipientes de la azotea, yogurteras de mapas de diseño, depósitos de ideas con materiales no conocidos. 

 Función social y universal poco reconocida. A otras cosas, con menos méritos,  les han hechos grandes homenajes. 

En el sofá

 En la soledad de mi sofá, a oscuras, con un silencio que durante años me fue negado, incluso a horas intempestivas; tanto que no termino de acostumbrarme a él. Privilegio.

 Escribir para terminar el día. Antesala de un poco de lectura. Parte de un dietario escrupuloso que no se salta ni un sólo día de disciplina. Como los paseos de sobremesa del de Königsberg.

 Hago balance de mi fin de semana. Contento con todo el lastre soltado. El número de kilómetros movidos es directamente proporcional al de asuntos menores finiquitados. He bajado de peso, incluso mi movil ha ganado espacio de memoria y tiene menos números de teléfono grabados.

 Nada como ir ligero de equipaje por la vida. Cuánto acumula uno encima que no merece la pena.

Carretera fantasma

 Es una sensación extraña,  la de caminar en medio de una vía abandonada hace tiempo. Miras cómo el deterioro de su pavimento  lo aprovecha la naturaleza para recuperar lo que fue suyo, colonizando grieta a grieta, cada trozo o vía abierta, ajada por el paso del tiempo y la falta de uso. 

 

 

 Pero como si fuese un recuerdo vivo, aún percibes el calor del asfalto, como si las bandas de rodadura de los coches se hubiesen quedado impregnadas. Aún huele a neumáticos y a hollín de tubo de escape. Incluso aún mantiene intacto su calor de alquitrán eternamente tostado al sol.  

 

 

 Nada muere si está en el recuerdo de alguien.  La vieja carretera cruza paralela a la nueva vía que la sustituye. Ahora no soporta más peso que el de los peregrinos que pasan por ella, y ha cambiado el recauchutado de los neumáticos por las suelas del calzado de los viandantes. Mal hago en llamarla carretera fantasma. Está viva, muy viva y sigue  cumpliendo su función: la de habilitar un espacio de paso.

 

 

Camas

 Camas que son oasis. Caminatas eternas que exigen y dejan los pies al aire por horas. Contrapunto en todo lo alto.  La cabeza se vacía de pajaritos.  No hay más preocupación que mantener bajo control, dolor y ampollas.

 En pequeñas dosis son una receta infalible. Nada que pueda mejorar la química de botica.

Dulces sueños de hostal. Misión cumplida.

Profundidades

 Vida que es un continuo flujo. Como un pasillo de metro en hora punta, con su reguero de gente deambulando con paso decidido entre cuatro paredes por un túnel eterno, lleno de recovecos hasta llegar a las escaleras de bajada. Las vías tienen un precio, siempre están hacia abajo, como cuando se perfora la tierra y el mineral en busca del metal precioso. Lo valioso rara vez está al alcance, no al menos sin algún tipo de sacrificio. Lo profundo hace feliz.

 Nada de lo que merece la pena es obvio, hay que trabajarlo, pelearlo. Se reduce en realidad a un predicamento que hay que repetirse como si de un mantra se tratase: hay que merecerlo. Las cosas fáciles no son tan valiosas, seguramente ni siquiera son buenas. 

 Huir de las amanitas, rojas con pintas amarillas, hermosas por fuera pero venenosas por dentro.Lo aparente vacio e inocuo. Mejor tener sustancia. Continentes si, pero con buen contenido.

 Nada como hacerse pajas mentales antes de desconectar unos días. 

 

 

 

Sobre retornos

 Dicen los orientales que la existencia es un hecho cíciclo; actos, instantes o acontecimientos se repiten y lo hacen de un modo constante, eterno. Otros comprarán esa idea. Posiblemente una de las teorías más atrayentes del pensamiento y sus ramificaciones.

 Reproducir una y otra vez, si, pero, ¿Para volver a repetir lo mismo?

 Si uno se para a pensar cuántas cosas le suceden que podrían encajar en una teoría como ésta, igual terminaba por sorprenderse. Retornos como segundas oportunidades, para mejorar lo que tiene ese margen evolutivo. Aunque tal vez ya no habláramos de retorno en sentido estricto. La mutación aniquila la exactitud para convertirla en proximidad, en todo caso.

 Para confrontar. Igual que el río que no lleva siempre el mismo agua, tal vez  las repeteciones no son tales. Segundas partes en todo caso, con variaciones.

 

    

Preciados

 Otra Semana Santa que es historia, amenizada por el buen tiempo y la visita de un hermano que me ha hecho pisar poco la casa y mucho el centro y las tiendas de la Calle Preciados.

 Viene al pelo el nombre de la calle, la que recuerda a las viejas galerías comerciales, más famosas por sus tortuosos devenires que por la calidad de su género. 

 Preciados momentos en compañía de un ser querido que hacen de la fecha del calendario un momento agradable y no un trámite.

 Lunes de resaca, de falta de sueño, que no de ingestas; pocas ganas de empezar la semana pese a que el calor y el buen tiempo siguen acompañando e invitan a la alegría y el optimismo. Todos queremos que llueva, pero no queremos quedarnos sin tan estimados rayos de sol y tan buenas temperaturas. 

 Momentos. La vida se hace valer gracias a la suma de momentos preciados. Son los que nos dan vidilla, lo que nos llevamos cuando toque irse. Hacer recolección de ellos, es una obligación.

 Apenas pasan quince minutos de las diez de la mañana, y el segundo café sigue sin hacer efecto.  Pocas ganas de darle a la tecla y de hacer algo productivo. Con eso y con todo, la sonrisa no se borra de la cara, pese al madrugón y el atasco, antesala de la jornada en la oficina. Empezamos bien la semana.

 

 

Montevideo

 Estancia en un pequeño hotel de la capital de Uruguay, un viejo establecimiento con aires de vetusto y trasnochado; en él pernoctó un día Cortázar, en una pequeña habitación con una puerta cerrada, que no se sabía a dónde y a qué conducía, la misma en que descansa el narrador de esta novela, más de cincuenta años después de que lo hiciera el autor de Rayuela.

 Montevideo, (Editorial Seix Barral), es la última aportación literaria del escritor barcelonés Enrique Vila-Matas, un conjunto de reflexiones personales noveladas, acompañadas de un buen puñado de menciones a autores y textos literarios, que dan a este libro la condición de guía de sugerencias lectoras,  donde realidad y ficción se entrelazan, dando paso a un escenario modificado en el que nada es lo que parece.

 Como el viejo cuento de Cortázar, La puerta condenada, donde todo comienza a través de una puerta y lo que esconde.  Como si se tratase de una metáfora de vida. Cuando todo parece estancado y está seco, basta con toparse con una nueva puerta y abrirla. 

 

https://www.lanacion.com.ar/turismo/el-hotel-de-montevideo-donde-cortazar-se-inspiro-para-escribir-la-puerta-condenada-nid29042021/

 

 

 

 

Miradas

 Tan lejos y aún tan cerca. Ves las mismas puestas de sol, las mismas lunas llenas. Estás sin estar.

 Día completo de señales. En las noticias, en los anuncios. Viendo sin querer.

 Travesía del desierto. Que la inmesidad de sus arenales lleve a que no importes, no al olvido. Algún día.

 Tanta intensidad no se diluye en tan poco.

 Miradas al pasado. Nostalgias de un castillo de naipes, contruído con más ilusión que realidad.

Luna

 Kondrátiev vital que sube y baja, al son que le marca la luna, como un piano de grande, instalada allí en medio de todo lo negro, con tanto brillo que sólo deja de ser perceptible con la llegada del amanecer pleno.

 Noche de mareas cambiantes, de parturientas en estado de nervios; de tortolitos encandilados a la luz de tus cráteres.

 Selenitas por unas horas, sumidos en una suerte de sensaciones de todo pelo. Cuánto de verdad y cuánto de ficción hay en todo lo que se dice. Cuánto de tópico.

 Hoy alumbraste mi amanecer de currela, acompañando mi tránsito de autopista, desde el chamizo hasta la factoría. Mañanas así son como una alfombra roja que lanzan bien el día. Hasta el viernes, quiero más. La Pasión, con luz, es mucho más.

Yolanda

 Efervescencia. Renovación, (o paso adelante), del espíritu del 15M, aunque con pátina institucional. No es lo mismo empezar y lanzar una candidatura desde la Puerta del Sol, que hacerlo desde un despacho en La Moncloa.

 Aires de novedad que amenzan con ahogar a los ideólogos de la revolución de la calle, esa que empezó en canales del TDT; perroflautas que generaban desprecio y que llegaron al Consejo de Ministros, sin casi pisar la calle. Oposición desde el gobierno, Bicefalia de varias caras, no sólo dos. En medio de todo ello, la sedosa Yolanda, siempre fue una especie de tercera vía, amable entre los opositores, contemporizadora entre los más acomodados.

 Los caminos de en medio poco predicamento tienen por estos lares; volvemos a asistir a una nueva intentona  en clave feminista y muy social. Veremos qué recorrido tiene y a costa de quién. Huele a cambio de cromos, dentro del mismo espacio ideológico, y no sólo por la parte que ocupan los morados. Mayo proyectará una primera estampa de lo que se avecina.

 

Apropiaciones

 No lo he visto en una marquesina de autobús o en la publicidad de los andenes del metro. Salta con insistencia como anuncio en uno de los juegos del smartphone que tengo instalados para matar ratos de paso.

 Apenas dura cinco segundos; acompañado de una música machacona, se observa la figura de un atleta equipado con la elástica de la selección española, iniciando un tramo de carrera. 

 Qué mejor puesta en escena para un slogan, como éste: hay que ganar Madrid corriendo; con él ha presentado Roberto Sotomayor, su candidatura por Podemos a la alcaldía de la capital.

 Resaltando su condición de campeón de Europa. No es la primera vez que un atleta asume candidaturas políticas; así, si no me falla la memoria, otros como Abel Antón o el propio Fermín Cacho,entre otros, han precedido en esta aventura al corredor de distancias medias del Barrio de la Concepción.

 Todo mi respeto para Sotomayor y su candidatura, aunque no deja de llamar la atención, poderosamente, la puesta en escena de la misma. Máxime si tenemos encuenta las siglas por las que concurre.

 Es de dominio público la opinión poco favorable que una parte de la izquierda muestra con los símbolos nacionales, especialmente con la bandera; considerada por muchos una insignia de la que se han apoderado las derechas; prefieren obviarla sistemáticamente o abrazar la bandera republicana, que por muy histórica que sea, no es una bandera actual, ni representa la realidad institucional del país.

 Todo aquello que obvian, todo aquello que no abrazan, ahora es el santo y seña de la candidatura de un aspirante a alcalde, que hace muy bien en mostrar con orgullo su ropa, aquella que le llevó a la gloria deportiva.  Tal vez con ello quieran tratar de atraer a más publico en una ciudad como ésta que tiene muy a gala su condición de españolidad. Hacen bien, insisto. Sólo sé que con esta puesta en escena han atravesado una especie de rubicón, que les aleja de la izquierda de prejuicios que criticaba el uso partidista de los emblemas estatales. Allí donde fueres, haz lo que vieres. A pié juntillas lo siguen en el Foro, parece,  los candidatos del partido morado.