rufián, na
 
Quizá del it. ruffiano, y este der. del lat. rufus 'pelirrojo', 'rubio', por alus. a la costumbre de las meretrices romanas de adornarse con pelucas rubias.

 1. m y f. Persona sin honor, perversa, despreciable.
 2. m. Hombre dedicado al trafico de la prostitución.
 
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 Me atrevería a sugerir que incluyesen una tercera, referida a rufián o rufianismo, que se refiere a un modelo de posicionamiento identitario, donde se hiciese gala de las raíces y orígines por encima de todo.

  Chascarrillos aparte, la entrada de hoy viene motivada por la figura de ese político bisoño, cuya irrupción en el Parlamento español  ha generado toda suerte de reacciones que van desde la adscripción más febril al menosprecio más contundente, como si la figura de este  disputado adscrito a la bancada de Esquerra Republicana no pudiera generar sentimientos intermedios, que son en realidad los que mejor se ciñen a sus méritos como parlamentario, más próximos, si cabe,  a la indiferencia, a tenor del pobre argumentario que manifiesta en sus alocuciones, ( colmado de gestos que intentan ser efectistas, como mostrar una tableta con un vídeo ante el atril de oradores, o el recurso a chistes fáciles: Felipe GonzaleX por la X de los GAL, PSOE Iscariote... El repertorio de razonamientos es tan pobre, que casi parece sacado de un concurso infantil de ocurrencias, muy del estilo de la sarta de sandeces y estupideces varias que dejan a rebosar esa red social denominada Twitter, donde la competición por adquirir fuertes dotes de garrulismo, lleva a leer en sus famosos ciento cuarenta caracteres toda suerte de comentarios ilegibles y vergonzantes en muchos casos.

 No, Ni el gesto serio que le caracteriza, (parece que va a mostrar un decubrimiento que publicará la revista Science cada vez que sube a la tribuna de oradores), ni la gracia de sus comentarios, ni la profundidad de sus planteamientos, llenos de demagogia y recursos fáciles; si por algo cabe significar la figura de Carlos Rufián en la nueva etapa política en que nos encontramos es por manifestar su presencia la incorporación al ideario soberanista catalán de ERC del charneguismo o catalanismo de primera generación. Ausente en los partidos más catalanistas durante muchas décadas, y apenas asimilado sutilmente por la antigua Convergencia de Pujol y los suyos, el sentimiento catalán de los nacidos en la zona más oriental de la península, acendrado en muchos casos, por el sentimiento de inferioridad con que el nacido de primera o segunda generación solía encontrarse en oposición a sus vecinos de apellidos catalanes incuestionables. El complejo de emigrante ha mutado con el paso de los años, y la vinculación de lo catalán a la práctica de la lengua y costumbres, antes que al origen ha permitido a muchos incorporarse a la primera linea de la política lejos de las antiguas siglas bajo las que solían pertrecharse, que no eran otras que la filial local de turno de IU o el propio PSOE.

 El rufianismo es una prueba más de los cambios que han traído estos nuevos tiempos, que afectan de lleno a la forma de hacer política y de vivirla. Ya no sirven las viejas maneras político-parlamentarias, donde la oratoria y la critica servían de méritos. El discurso rústico y la nueva estética descamisada de pantalones caídos son la nueva tarjeta de presentación de los nuevos inquilinos de Las Cortes, prestos a llevarse por delante  a quien discrepe de sus verdades irrefutables . Renovarse o morir.