Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




miércoles, 29 de julio de 2015

Eurotunel

 Paso de Calais, Zona de tránsito. Punto de  unión del continente con las islas británicas. Zona de historia a raudales que el paso de los siglos ha erigido como punto de fuerte tradición económica y militar. Por ese estrecho esperaban las tropas de Hitler la ofensiva aliada que sin embargo escogió las playas de Normandia como lugar señalado para el Día D. En ese punto, tan estratégico por tantas razones, se construyó el paso subacuático que une por carretera y vía ferroviaria a Francia con el Reino Unido.

 El Eurotunel, nombre con el que se conoce a esta infraestructura, esta de actualidad; en esta ocasión la noticia viene motivada por el asalto que un determinado número de inmigrantes ha hecho de la misma, con el objeto de ganar rápido el acceso a Inglaterra. Uno de los osados que intentó la gesta de cruzar, falleció atropellado por un camión. Su muerte es una más a contabilizar en una buena suma de intentonas que contabiliza por miles las personas que ya han intentado realizar la travesía.

 Son personas anónimas, que cuando perecen de la forma más terrible, en condiciones simplemente penosas, no dejan de ser un número, un dato más que incorporar a una fría estadística atroz que elimina del mapa a miles de personas todos los años, desaparecidas en infructuosos intentos por cruzar una frontera física y a la vez invisible, que es la que separa el primer mundo de aquellos territorios donde sólo habitan los desheredados.

En Europa seguimos confiados en atajar el problema con políticas de contención en vez de aplicar remedios de anticipación y prevención, aquellos que permitan en origen eliminar una situación que deja pingües beneficios a un buen puñado de desalmados, prestos a trasladar en condiciones infrahumanas a cuantos consiguen reunir el precio del pasaje. Ni con verjas electrificadas, ni con políticas policiales represivas, ni persiguiendo a quienes consiguen poner el pie en esta tierra, a quienes se recluye una vez detenidos en centros de internamiento de cuyas condiciones precarias se hacen eco no pocas organizaciones humanitarias y medios, cualquier medida de estas, propia de países ricos que pretenden minimizar el conflicto intentando alejarlo de la realidad cotidiana, solo supondrá poner un parche que en ningún caso impedirá que siga manando sangre de la herida.

 Va siendo hora de quitarnos el complejo de superioridad que nos impide ver a los que con tanta angustia tratan de llegar a nuestras costas, de igual a igual. Va siendo hora de afrontar el tema como consecuencia de unos vínculos de vecindad que geográficamente nos han venido dados.Va siendo hora de ayudar a estos países convecinos, de cuya prosperidad solo podremos sacar condiciones ventajosas para nosotros mismos, erradicando práticas delictivas, y mejorando las condiciones de vida de aquellos que así no verían necesario mudar la piel de un sitio a otro. Va siendo hora de dejar de tratar a estos seres humanos como carnaza, como fardos que se trasladan en un contenedor de barco. Va siendo hora de aceptar la situación y de ponerse manos a la obra.

 Uno de los principios que motivan la existencia de la Unión Europea consiste en la creación de un espacio de libertad y convivencia, donde las personas, las mercancías y los capitales puedan circular libremente. Tratar de este modo a estos seres humanos, en muchos casos víctimas de crisis humanitarias motivadas por el hambre o la guerra, conculca de todas todas ese principio. Frente a prácticas e iniciativas reactivas que acaban en algunos casos en represión, imaginación y mucha solidaridad. Solo así alejaremos el fantasma de las migraciones en masa inabarcables para los países receptores de las mismas.


 



martes, 28 de julio de 2015

Porno

Leo en una de las cabeceras de prensa con sede en Barcelona, una noticia procedente del Reino Unido en relación a los contenidos registrados en los ordenadores de la Cámara de los Comunes, más concretamente a las páginas de internet a las que han tenido acceso sus señorías, dejando al descubierto visitas a portales eróticos o pornográficos en una cifra que supera las doscientas cincuenta mil visitas anuales.

 Es este un tema recurrente en todas las cámaras de representantes donde sus señorías cuentan como servicios anexos a su función, el poder disponer de una conexión de internet, así como de un dispositivo avanzado, que les permite emplear la red como soporte o ayuda en sus tareas parlamentarias habituales. Considerando el coste que tanto de cuota de linea como de uso del aparato en cuestión pueda tener cada uno de sus usuarios, el resultado final suele conducir a una cifra variable que si no resulta alta en comparación con otros gastos, si que supone una inversión pública de la que los contribuyentes esperan un uso adecuado y afín a la función del respresentante. 

 Resulta comprensible el cabreo del respetable ante tales prácticas, alejadas de cualquier actividad profesional dedicada a servicio público alguno. Justificado en parte por tratarse de conexiones pop up, es decir que entran solas sin que necesariamente el usuario haya intentado entrar en página alguna, sigue siendo igualmente sorprendente las altas cifras que llegan a registrarse en los terminales parlamentarios. Ya que tales servicios salen de nuestros bolsillos contribuyentes, siempre más magros de lo que a uno le gustaría, es cuando menos de recibo exigir a los diputados que hagan un uso acorde con las características de su tarea:  como material de consulta, lectura de prensa, uso de correo electrónico, etc...

 Hasta aquí la parte práctica del asunto; llama más la atención la parte ideológica y sobre todo moral de la cuestión que nos atañe, relativa a la conveniencia o no de ver porno en sede de representantes. Con todos los respetos no dejará de maravillarme nunca, la facilidad con la que determinados sectores saltan, echándose las manos a la cabeza y poniendo el grito en el cielo, en lo referente a estas prácticas que consideran indecentes o inmorales, vistas como un mal ejemplo ofrecido por aquellos que precisamente si por algo deben caracterizarse es por mostrar rectitud y moderación en todo cuanto hacen o dicen. Sin justificar este tipo de cosas, que más bien debieran hacerse en un ámbito más privado que una sede de representación del pueblo, y por cuenta y riesgo del bolsillo de cada cual, considero que hay otro tipo de prácticas abusivas, que bien pudieran considerarse otro tipo de pornografía y que dependiendo del signo político de quien las cometa, levantan más o menos ampollas entre el respetable, justificándose en algunos casos o haciéndose la vista gorda porque censurarlo o criticarlo supone dar ventaja al adversario político. Sinceramente de entre todas las actividades poco decorosas que puede cometer un político mientras esta en el ejercicio de sus funciones como parlamentario elegido por sufragio, la de ver porno a ratos con la tablet es de las que más indulgencia me provocan. A fin de cuentas estos señores disponen en el tiempo que dura su mandato, de recursos tanto económicos como prácticos, de cuyo abusos dan buena cuenta los  medios casi constantemente, ( viajes a cargo de los presupuesto de la cámara, empleo de instalaciones para uso particular, coches y escoltas, etc...) La lista quizá engordase aún más con otros conceptos que ni si quiera imaginamos los que somos legos en materias parlamentarias.  

 Puesto a exigir volvamos a insistir en lo que debería ser el primer mandamiento que todo cargo electo debería grabarse a fuego al entrar en sede parlamentaria: el de la austeridad a la hora de emplear todos y cada uno de los recursos que su función les brinda. Como ya sabemos, austeridad y política casan mal, especialmente en determinadas democracias, un poco más abajo, en el sur de Europa, donde la función política se ve como una manera de enriquecerse y ganar notoriedad. Cosas, a fin de cuentas, de la cultura política y de los valores éticos de un país, pero eso daría para otra entrada en este blog.

lunes, 27 de julio de 2015

Seny

 Seny es en Cataluña sinónimo de prudencia o ponderación. Vinculado a algo más que a un mero comportamiento individual, con ese término se establece todo un conjunto de costumbres y valores ancestrales que , amparados en  el sentido común, motivaban unos determinados comportamientos sujetos a una determinada escala de valores y a ciertas normas sociales que establecían a la condición de catalanidad un aspecto claramente diferenciador del resto. Durante muchos años, ese término, tuvo un fuerte componente político, y con el se apelaba a la moderación y realismo del catalanismo a la hora de afrontar sus disputas políticas con el poder político central.

 Hoy no queda ni rastro de ese seny ancestral que tanto dio que hablar en el pasado. Ha dejado de ser una seña de identidad, para pasar a convertirse en un simple vestigio del pasado, ajeno a cualquier tipo de realidad reconocible en el presente. Los colectivos evolucionan, y de ese carácter conciliador pero independiente y de curso propio, apenas si quedan algunos coletazos mínimos, sensiblemente minoritarios en una sociedad como la catalana, sumida en una intensa deriva frentista y separadora.

 ¿ Qué ha pasado para que las cosas hayan cambiado tanto? Remitiéndonos a la reflexión anterior, que los grupos de convivencia mutan, y transforman unas ideas dejando paso a otras, la evolución de Cataluña como entidad política y cultural, ha evolucionado en un claro sentido nacionalista. El empleo del catalán como lengua vehicular en el ámbito académico, así como la obligatoriedad de uso en actividades de ámbito público e incluso privado, han calado en el sentir identitario de un país, cuyos símbolos y referentes han evolucionado en una dirección diferente a la de otros territorios del Estado. Tras la apoteosis colectiva de los JJ.OO. de Barcelona, momento importante en la historia catalana desde un punto de vista identitario, al ser el catalán lengua oficial junto al castellano, ingles y francés, puso en órbita a una lengua cuyo reconocimiento internacional esta fuera de toda duda, y que vive pendiente de su aceptación en la UNESCO como identidad cultural propia, reconocimiento vetado por el gobierno español que ve como una ruptura de la soberanía nacional la creación de entes autónomos vinculados a alguna de las lenguas cooficiales en organizaciones internacionales.

 Muchos y muy variopintos han sido los desencuentros que en materia económica y política han protagonizado  administración central y autonómica, teniendo su punto más álgido y, a su vez, punto de inflexión, la sentencia del Tribunal Constitucional en 2010, que declaraba carentes de eficacia jurídica algunos artículos del nuevo Estatut, entre ellos, aquel que proclamaba a Cataluña como una nación. Ese acontecimiento legal, viciado en origen al permitir el alto tribunal un recurso de parte después de que la norma de convivencia fuese votada por sufragio, ha servido de espita que abriera la caja de los truenos de un movimiento nacionalista, envalentonado por la evolución cultural del país, y los claros desafectos recibidos por la administración central. Todo ello agitado en una coctelera de despropósitos, nos ha conducido a esta situación de enquistamiento, donde el frentismo y la exhacerbación campan a sus anchas sin que nada ni nadie parezca en disposición de poner coto al asunto o de, al menos, encontrar la panacea para calmar las aguas.

 Pudiera parecer que todo está perdido, y que el próximo día veintisiete de septiembre, las esperpénticas elecciones convocadas por el President de la Generalitat en clave plebiscitaria, las urnas arrojarán una clara mayoría para una lista única de partidos por el si, de donde se derivará la posterior DUI o declaración unilateral de independencia, momento para el que la administración catalana viene trabajando con denuedo, con la creación de estructuras de estado ( diplocat, agencia tributaria propia, etc). De tales acciones se deducirá una respuesta obvia por parte del ejecutivo, que cuenta con suficientes instrumentos legales como para declarar nulas cuantas acciones se propongan en el entorno catalán, siendo la última de las mismas la intervención de la autonomía a través de lo dispuesto en el artículo 155 de la Constitución. Sería todo ello elevar al extremo el clima de confrontación de un España, cuya credibilidad exterior goza de una mejorable salud, y cuya principal razón de actuación debiera ser otra, la de crear empleo y así aliviar la precariedad de muchas economías domésticas.

 Ahora más que nunca hay que apelar a ese espíritu del seny, que renovado, debe permitir solventar estas disputas que llevan a esta piel de toro a vivir una de sus horas mas sombrías. Dialogo, mesura e intencionalidad en llegar a acuerdos, deben ser la premisa necesaria que elimine aspavientos innecesarios y minimicen la acción y objetivos de un catalanismo soberanista, amparado en la dureza de la situación económica para dar alas al separatismo. No nos engañemos, se mire por donde se mire, solo un camino es posible: el de la reforma y actualización de la Constitución del setenta y ocho. En ella debe darse cabida a la realidad de un país donde todos han de encontrar reconocimiento a su singularidad, especialmente en material cultural y lingüística. No en vano lengua y cultura son siempre patrimonio y riqueza y por lo tanto motivos de orgullo y unión, algo que la comunidad castellano-parlante no consigue asimilar en su mayoría. Un error histórico que se antoja difícil de solucionar dada la falta de voluntad por parte de la comunidad mayoritaria. Una vez más, aunque parezca tirar de tópicos, es necesario invertir en educación para revertir una situación que permita ver la pluralidad lingüística y cultural como un patrimonio enriquecedor y no como un elemento de confrontación y división.