jueves, 19 de diciembre de 2024

Denunciar

  Cuándo y cómo denunciar si se ha sido víctima de una agresión sexual.

  La respuesta podría parecer fácil, pero en cambio, no lo es.

  A través de redes sociales, el catálogo de denuncias anónimas relatando episodios de abusos y vejaciones es extenso. La mayoría de esas denuncias tienen sordina y espoleta de efecto retardado: son episodios ocurridos hace tiempo de los que se tiene noticia ahora, al amparo de la seguridad que da el contar qué ha sucedido sin que nadie sepa quién eres o quién ha sido el agresor.

 Es un paso. El primero.

 Porque hay muchas personas, mujeres en su mayoría, que sienten miedo al denunciar. Sin protección real e integral, no se sabrá la verdad. No basta con decirlo, hay que hacerlo sentir.

  Es sin duda, la chispa que hará algún día encender la llama. Normalizar el proceso de denuncia, que active toda la maquinaria judicial, es imprescindible. Este es un problema del que sólo transciende una ínfima parte de todo cuanto sucede. 

 La dureza del Caso Pelicot es un extremo brutal, pero antes de llegar a él hay otros muchos niveles de abuso físico y psicológico que hacen mella y destrozan vidas. En muchos de ellos la denuncia no es una opción posible. En ello hay que hacer hincapié. Hablamos de un problema que transiciende fronteras y es universal.

 Cultura y educación como remedios, sí, pero al unísono toca actuar. Actuaciones directas y efectivas con recursos que brinden amparo a víctimas que sufren un doble golpe, el que le proporcionan sus verdugos y la inactividad que inhabilita a los poderes públicos.

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