Se llama en japonés Shinrin-Yoku y es traducido en el resto de lenguas como baño de bosque. Se trata de una práctica que busca la conexión entre la mente, el cuerpo y la naturaleza, de la que se llena.
No sólo se trata de pasear por el bosque, ni tampoco de hacer una sesión de yoga o meditación en medio de un páramo natural:el objetivo es experimentar y fundirse con el entorno natural con todos los sentidos.
Habrá quien vea en este tipo de cosas una moda y tal vez no le falte razón; lo cierto es que es una más de las diferentes técnicas de relajación que buscan combinar ejercicios físicos con la relajación mental.
La mente y sus alteraciones, ha dejado de ser un temá tabú, que se abordaba silenciosamente, para pasar a estar en boca de todo el mundo y ser centro de atención. Nunca antes el mens sana in copore sano, había tenido tanta relevancia y tantos adeptos. La búsqueda de vías de escape que ayuden a mantener la testera en equilibrio.
Tal vez porque hasta ahora, nunca habíamos sentido estar tan en peligro.
Hábitos nuevos, que se incorporan a otros ya adquiridos y que, por ahora no están en tela de juicio. Búsqueda de una filosofía de vida que reporte salud, bienestar y felicidad. Lo mejor de todo es que, detrás de toda novedad, no hay más que un viejo deseo, cuyo alcance ahora es más bien una necesidad. Nada nuevo bajo el sol, aunque parezca todo lo contrario. Pensar en cómo no pensar, en evadirse de los pensamientos, es tan viejo como la escarapela.
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