Es fascinante. En qué momento una anécdota, contada hace muchos años, se convierte en una coletilla de reunión familiar.
Hay gente que no soporta llevar ropa interior. Para muchos es una práctica que implica falta de higiene, para otros es simplemente un hábito incomprensible, que deja las partes pudendas a merced de los roces y molestias de la ropa que se usa.
Una vez más, se observa el comportamiento del otro desde los ojos propios, sin considerar los de la otra persona, algo consustancial a la condicion humana.
El caso es que por alguna razón fue algo que comenté en casa, en relación a uno de mis compañeros de clase, cuando iba al instituto, hace más de treinta años. No recuerdo ni el contexto, ni por qué surgió el tema, pero así ocurrió.
El otro día uno de mis hermanos lo sacó a colación, viendo la televisión, porque alguien que por allí pululaba tenía la costumbre de no llevar nada debajo de los pantalones, fue entonces cuando soltó la frase:
- Anda, como tu amigo Tani.
Ver para creer, como un comentario insignificante y casi diría que casposo, se convierte en acervo familiar y motivo de conversación y cómo los recuerdos afloran de la manera más insospechada.
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