Siembra que recogerás los frutos, en aras de alcanzar unos objetivos, sin importar si lo que dices es verdad o no.
No se trata de tener afines objetivos, sólo de acumular acólitos, que sean muchos, que se conviertan en un ejército de militantes convencidos, que atiendan a la llamada del líder sin necesidad de pensar en ello.
Manadas de votantes. Cuando lo visceral supera al raciocinio y manda la boca del estómago en vez de la cabeza.
Cambiarán las tornas, probablemente más pronto que tarde. Cuestión de que cale el hartazgo, hasta el punto de convertirse en opción mayoritaria.
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