martes, 21 de enero de 2025

El canal

 Es una de las cosas de las que más se está hablando, cuando apenas si han transcurrido veinticuatro horas de la coronación de Trump.

 Posiblemente sea la primera de las amenazas que cumpla la nueva administración entrante en los EE.UU. , hacerse con el control total del Canal de Panamá.

 Construido en 1903, por la administración norteamericana que lo ha gestionado durante décadas de manera unilateral hasta que bajo la administración Carter se firmaron los acuerdos que compartían la gestión, administración y control de las operaciones entre los dos países.No fue hasta el 31 de diciembre de 1999, cuando Panamá asumió de manera unilateral la responsabilidad total sobre la infraestructura que une el Océano Pacífico con el Atlántico.

  Responsabilidad, que no soberanía, ahí está la trampa. Como entidad es independiente del Estado de Panamá

 Como se ve, el idiota que dice tonterías y vive en la más absoluta inopia, tal y como ven algunos a Trump, no lo es tanto. Recuperar el control de la administración del Canal no generaría un incidente internacional en sentido estricto, al no violar la soberanía de otro Estado; supondría dejar en papel mojado los acuerdos entre los dos naciones, que vertebraron y fomentaron ese paso en aras de favorecer el comercio internacional.

 ¿ Por qué necesita el nuevo presidente controlar este paso naviero? Porque, según él, la mayoría de las  empresas que operan allí son chinas, lo que equivale a decir que el canal está en manos del gigante asiático. Cortar las alas al principal adversario comercial es un must.

 Igual ocurre con Groenlandia, la isla más grande del mundo, bajo soberanía danesa, pero en permanente conflicto con esta, hasta el punto de plantearse su independencia. Controlar sus aguas jurisdiccionales, o las de Canadá, equivaldría a hacerlo con las de atlántico norte, complicando a los chinos el tránsito por el Paso del Norte, ruta comercial de importancia estratégica vital. Más piedras en el camino.

 Detrás de cada gran conficto en ciernes hay una razón económica. No hay más que mirar a la historia.

 Make America great again, fomentar el comercio y el mundo libre; detrás de cada eslogan y cada soflama hay una intencionalidad manifiesta y un objetivo claro y directo: Anular a China y su capacidad productiva. Veremos hasta dónde será capaz de llegar para alcanzar sus objetivos, que empobrecerán a otras partes del mundo, meros espectadores  y convidados de piedra en esta nueva etapa que se abre.

 




 

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