Empieza el año igual que terminó; que apenas hayan pasado unas horas no altera la hoja de ruta de brutalidad extrema en la que nos hayamos inmersos, que vuelve a cobrar tensión con la ola de atropellos y atentados contra población civil, en países del primer mundo.
Nada cambia, ni siquiera en lo relativo a las tragedias, porque hasta en las miserías hay gente de primer y de segundo nivel.
El diario El País, vuelve a hacerse eco de una tragedia tan tremenda como silenciada, la que vive Sudán, país africano al que a la devastadora guerra civil que vive desde hace años, se una una hambruna terrible que deja imágenes de niños inocentes malnutridos, con la barriga hinchada y los ojos con mirada perdida, azotadas por nubes de moscas e insectos que se los comen y a los que casi ni reaccionan fruto de la debilidad que les aqueja.
Es increíble la capacidad que tiene el ser humano para inhibirse, para mirar a otro lado, para justificar su inacción, ni siquiera para indignarse. Mundo deshumanizado de seres que meten la cabeza en un agujero como un avestruz, cuando tienen miedo o no quieren mirar lo que no apetece ver. De lo que ocurre en Sudán, ¿ Quién habla, quién sale a la calle para manifestarse, a quien le importa?
Comienza 2025, pero para África y muchos de sus países será un año más de miserias, sufrimiento y olvido. Demasiado.
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