Alicia Cortiña es tristemente conocida en Valdemoro. Gallega de origen, estableció su residencia en la periferia sur de Madrid desde bien temprano, cuando se trasladó siendo niña con su familia.
Una vida, como tantas otras, de trabajo, familia y esfuerzos; tras divorciarse del padre de sus hijos, rehizo su vida con otra pareja, menor que ella, con la que convivió varios años, antes de que se produjera el fatal desenlace.
Lleva muerta trece años. En su propia casa, a manos de su pareja, a consecuencia de una serie de puñaladas que fueron incompatibles con la vida. El agresor, luego intentó quitarse la vida saltando por la terraza, pero sus heridas no le llevaron a la muerte. Juzgado y condenado, saldrá a la calle dentro de dos años, para desasosiego de sus familiares. A veces cuesta creer en el sistema judicial y en sus leyes, aunque sea legítima la aspiración de buscar la reinserción del reo en la sociedad.
En una de las últimas decisiones del consistorio en el año que nos ha dejado, se decidió por una mayoría de grupos políticos, ( con la abstención de los de siempre), dedicar un espacio en el pueblo a su memoria, cerca de donde estaba su casa, en la que su vida le fue tan cruelmente segada. Una pequeña plaza honrará su memoria y le dará luz y reconocimiento, algo que nunca buscó. Que la lectura de su nombre en una placa de calle, sirva no sólo para recordar a Alicia, también para repudiar comportamientos impropios de la dignidad humana.
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