domingo, 10 de agosto de 2025

Sirenas

 Transito despreocupado por la inmediaciones de la casa cuartel de la Guardia Civil, que acoge el Colegio de Guardias Jóvenes de la Benemérita, cuando veo salir del recinto a dos vehículos a toda velocidad con las sirenas encendidas. No son todavía las nueve y media de la noche.

 Continúo mi paseo bajando hasta Doctor Fleming. La Bua luce abarrotada, como muestran sus cristaleras que dejan vislumbrar mesas llenas y charlas animadas. Sábado noche a pleno rendimiento, pese a la descarga de las vacaciones de agosto. Que cada vez se queda más gente en periodo vacacional en casa es un hecho incuestionable.  

 Inicio el retorno y a la altura de la zona de bares próxima a la plaza de toros, vuelvo a ver las sirenas de los coches patrulla, que siguen proyectando sobre las fachadas de los edicificios sus luces azules y aleatorias, En torno a ellos un nutrido número de curiosos montan guardia, a la espera de que los agentes vuelvan a sus coches desde un portal, donde deben haber hecho la denuncia de urgencia. Que no haya ambulancias ni sanitarios en el lugar tranquiliza; lo que quiera que haya sucedido no parece haber hecho que llegue la sangre al río.

 Abandono el lugar sin haberme siquiera parado y enlazo ya el tramo final para retornar a casa, seis kilómetros más tarde, con la garganta seca y con ganas de darme una ducha refrescante. El asfalto recocido expande todo el calor acumulado del día y agranda, todavía más, la sensación de sofoco de una noche de bochorno y temperatura superior a los 35 grados.  

 Sólo las sirenas han alterado la monotonía de otra noche más de estío, de un agosto que deambula lento y cansino, sin aflojar en su afán de recalentar todo.  

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