Café con bollos de leche. Dieta extraña. La única ingesta en las últimas diciesiete horas. Ejemplo de ayuno intermitente, para nada saciante; curiosamente no tiene sensación de hambre, ni se muestra alicaído pese a lo paupérrimo de la ingesta.
Días de líquidos más que de sólidos. El cuerpo se alimenta con agua y algunos compuestos que llevan ese líquido elemento por base. A veces piensa que sólo con agua y azúcar podría tirar muchos días, con la disciplina mental adecuada. Hay temporadas en que el placer de comer bien se queda en agua de borrajas, por inapetente e intranscendente. El cuerpo pide refrescarse, no alimentarse.
¿Aguantará de esta guisa hasta la noche? Ya tiene en mente qué buscará para cerrar el plan alimenticio del día. Un poco de watermelon, como dicen los anglosajones será el punto y final ideal para otro día insípido en lo culinario, por contigencias.
Mientras la nevera luce lustrosa telarañas, el estómago no echa en falta nada de sus habituales inquilinos a la fresca. Despensa bajo mínimos que son máximos, porque la inapetencia marca el paso.
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