Temblores

 Se agita la tierra y con ella todo lo que hay encima.

 Agua embalsada que por su tamaño ocupa el espacio de un mar entero que se mueve, olas que se aceleran y avanzan amenzadoras hacia una costa que no espera la acometida. Brazos de agua salada que se internan tierra adentro, sin miramientos con todo aquello con lo que se encuentran. 

 Conexión no deseada, que arrasa con todo lo que hay de vida. Unión que es muerte y destrucción.

 La tierra tiembla y cada vez lo hace con más frecuencia y con más intensidad. El terremoto registrado hoy, con un grado de 8.8 en la escala Richter  y que se ha localizado frente a las costas del sur de la península rusa de Kamchatka, tiene en vilo a todos sus vecinos, en el Océano Pacífico y a los no tan vecinos.

 El poder de las ondas en forma de ondas marinas es impresionante, capaz de cruzar millas y millas de distancia en periodos de tiempo muy cortos y breves. Escenario con mimbres apocalípticos, como la que ya vivieron unos años atras en el Océano Índico.  Toda precaución es poca. América, pese a la lejanía, está en alerta. 

 Lo que antes parecía sacado de relatos bíblicos o de ciencia ficción, es ahora una realidad; tsunamis que nos asustan y mantienen en alerta, con pánico a sufrir un armagedón. Vidas las nuestras que han incorporado al miedo como algo ya natural.