Había leído la noticia en varios medios, que lejos de ser un hecho aislado ha tenido recorrido durante toda la semana porque había necesidad de entender lo que había sucedido.
Sucedió en el aeropuerto de Bérgamo, pequeño aeródromo que alivia la carga de vuelos que los dos grandes aeropuertos de Milán, (Linate y Malpensa) mantienen a diario. En un vuelo con destino Asturias. Es frecuente en estas pistas embarcar caminando un pequeño trozo de las instalaciones antes de acceder al avión por sus escaleras.
De repente una persona se salta el cordón de seguridad y corre por zona no hablitada cerca del aparato que ya tiene los motores encendidos y sigue el protocolo previo al despegue; el sujeto se avalanza sobre el lateral de uno de los motores, cae de vuelta al suelo y sigue su carrera, pasa debajo de la nave y al llegar a la altura del otro motor, se lanza contra la turbina que lo succiona provocándole la muerte instantánea.
Una cosa es leerlo y que te lo cuenten y otra verlo en imágenes que alguien grabó con un smartphone; la carrera errática, el impacto contra el lateral y cómo se arroja, con decisión al motor. Espeluznante.
A estas alturas nadie duda de que lo acaecido el pasado 8 de julio fue un suicidio. Un acto premeditado desde que el finado, un vecino de la zona de 35 años, llegó al aeropuerto aparcando su coche en una zona no habilitada para ello y en sentido contrario a la dirección del tráfico, dejandolo abierto y con las llaves puestas en el contacto. De cómo accedió a las instalaciones y consiguió salir a la pista burlando los controles darán cuenta cuando finalicen las pesquisas las autoridades aeroportuarias italianas y empresas de seguridad que fueron incapaces de alcanzar al individuo en su loca carrera hacia el avión.
Entender. Las investigaciones tratan de reconstruir las últimas horas de Andrea Russo, así como analizar su perfil psicológico, en busca de algún elemento que ayude a explicar el contexto de su decisión, sin descartar que pudiera haber habido algún tipo de presión externa o influencia que le empujara a cometer este acto, porque la realidad es que viendo las imágenes, parece como si estuviera huyendo.
Entender para ayudar y en la medida de lo posible, prevenir; el catálogo de enfermedades, patologías y dolencias por diagnosticar, cada vez parece estar más alejado de virus o bacterias y requiere de un grado de análisis y comprensión en otra dimensión, la que determina la cabeza y sus confines, tan poco perfilados como confusos. Saber causas y consecuencias es sólo una parte del problema, encontrar los nexos entre una y otra es la clave.
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