Cómo una palabra tan hermosa esconde un estado tan poco gratificante. La belleza es inversamente proporcional al estado de bonanza que provoca la situación, en este caso.
Quizá sean achaques de la edad, como bien reflejan los pulsómetros que ahora lo miden todo, hasta la calidad del sueño. Cada vez son menos las horas de sueño profundo, hasta reducirse a unas cifras insignificantes. Apenas algo más de una hora, todos los dias.
Hasta descansando se está en estado de vigilia, sin terminar por desconectar del todo.
Dormir estando en vela, que es la expresión con la que se dice para hacer referencia al insomnio. Punto intermedio, a mitad de camino entre poner en oscuro la conciencia y continuar con ella.
Síndrome de las ocho horas, objetivo casi inalcanzable, aunque para cuantificar el descanso, no sea bueno recurrir a las medias. Cada cual según sus necesidades.
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