No, no estamos hablando de un grupo religioso, todo lo contrario, es una organización mafiosa originaria de Estados Unidos, más concretamente de Nueva York.
Con ramificaciones en todo el mundo, tiene un origen cacelario y debe su nombre a los grandes revolucionarios dominicanos que lideraron la Guerra de Independencia de aquel país.
Una cofradía con ideales, creada entre rejas para hacer piña entre nacionales de la isla caribeña condenados para protegerse de amenazas y agresiones de otros clanes o bandas.
En qué momento un hermandad de necesidad recluída, se transforma en movimiento pandillero que trasciende fronteras, es algo digno de analizar por psicólogos y sociólogos. Corrientes migratorias que no siempre traen gente buena y con ganas de labrarse un futuro aquí.
En estos días se está celebrando en Madrid un juicio contra algunos miembros de esta banda afincados en la capital de España; están acusados de infringir lesiones permanentes en dos personas que pertenecen a otras bandas del mismo estilo, siendo esa tragedia el resultado de un enfrentamiento directo entre miembros de estos colectivos.
Cad vez más extendidos, se concentran en zonas o distritos de la ciudad definidos, siendo identificados por su indumentaria, rituales y sus malas artes, en las que no escatiman con las armas de fuego, de uso frecuente. Lo que antes veíamos en el cine y en las películas, ahora lo apreciamos en directo en nuestros barrios.
Un problema creciente e importado, al que hay que hacerle frente, aunque parece difícil ponerle freno.
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