Es una de las cintas destinadas a acaparar protagonismo en la próxima entrega de los Premios Oscar, para cuya gala quedan días contados.
Esta coproducción británico-estadounidense ha sido dirigida por el joven director Brady Corbet y su trabajo le ha valido un buen puñado de nominaciones a los principales premios internacionales, obteniendo algunos tan relevantes como el de mejor director en los Globos de Oro y el León de plata en el Festival de Venecia.
Con un metraje extenso, que requiere de una pausa de quince minutos para su visionado en las salas de cine, The Brutalist cuenta la historia del ficticio arquitecto húngaro Laszlo Toth, a quien el destino como judío le depara subsistir a la persecución que los suyos reciben en Europa antes durante y después de la Segunda Guerra Mundial, alcanzado los aledaños de la Isla de Ellis en una fría mañana de 1947, comienzo de la película.
Acogido temporalmente por un pariente que se llevaba en Estados Unidos ya varios años antes y que reniega de su apellido, de su condición de judío y se pliega a las artimañas de una mujer perfida y mentirosa, termina por dormir en un albergue para gente sin recursos, trabajando como bastidor en el puerto de Pensilvania, hasta que un industrial millonario, Harrison Lee Van Buren, le rescata de su ostracismo, al descubrir su notable trabajo como arquitecto en Budapest, dsepués de recibir elogios el diseño de la biblioteca que Toth le hizo algún tiempo antes y del que curiosamente no quedó satisfecho al principio.
Discípulo de la Bauhaus, de la corriente arquitectónica brutalista, sus diseños de edificios funcionales y diáfanos en hormigón, conquistan al empresario, que le encarga la edificación de un centro multidisciplinar que servirá de homenaje a su madre fallecida, nudo central de la trama, compleja y llena de giros imprevistos que da a la cinta intensidad y misterio.
Con una fotografía notable, un tempo narrativo lento pero preciso y una interpretación brillante de Adrien Brody y Felicity Jones como protagonistas principales, que encabezan un elenco de actores excelente, Corbet despliega este trabajo que pone el foco en temas tan actuales como la inmigración, el antisemitismo o la explotación laboral, todo ello con el transfondo técnico y artístico de una de las arquitecturas más significativas de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX, aquella que tenía como lema: La forma sigue a la función.
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