Advierto que en el apartado final donde habitualmente pueden leerse los comentarios que los lectores hacen de una noticia en un diario digital, está cerrado; con un escueto: lo sentimos, esta noticia no admite comentarios, se explica pero no se justifica la razón de esa medida.
No se dan argumentos, pero se sobreentienden. La noticia en cuestión narra un hecho luctuoso, el fallecimiento de una persona arrollada por un convoy en el metro, al cruzar por las vías, algo completamente prohibido.
Una temeridad, que no un suicidio, a juzgar por lo que comentan los testigos, visiblemente impactados por vislumbrar tan macabro espectáculo. Sin explicación alguna, el joven de veintisiete años decidió no usar los accesos por las escaleras para cambiar de andén, en una decisión que le costó la vida.
La noticia adquiere tintes capciosos al ofrecer información sobre el finado que no viene al caso; su nacionalidad, su situación como irregular, sin documentación, ni permiso de residencia, configurando una imagen que no aporta nada a la realidad del suceso y sus consecuencias.
Prensa amarilla. Nada vende más que los muertos y los datos escabrosos, alimentando debates accesorios que nada aportan, que para nada sirven. Para evitar un torrente de entradas alusivas a las circunstancias personales del muerto, el diario ha optado por no permitir escribir referencias sobre la noticia, la guinda para un pastel que es un despropósito total, en su redacción, en su intencionalidad.
Volvemos a confundir términos. Informar no es opinar, contar los hechos, desnudos, tal cual son, sin adornos que desvían la atención de lo sucedido, es una obligación para cualquer profesional del periodismo. Desalienta ver cada vez más, casos como este, un completo despropósito.
https://www.elmundo.es/madrid/2025/02/05/67a25de8e85ecede338b458f.html
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