sábado, 16 de noviembre de 2024

Residencias

 Hace apenas dos semanas, visualizamos una de las escenas más impactantes del episódio climático convertido en tragedia acaecido en el Levante

 Con el agua llegándoles casi a las rodillas, sentados en sus sillas de ruedas, un grupo de ancianos  trataba de huir de la inundación que su centro estaba sufriendo. Muchos lograron escapar gracias a la ayuda de unas enfermeras/ enfermeros que partiéndose el espinazo, consiguieron poner a salvo a estas personas, limitadas en sus movimientos.

 Ayer por la mañana nos levantamos sobresaltados con otro episodio dramático en otra residencia, esta vez en otro punto de la geografía peninsular y por razones muy distintas; una colilla mal apagada provocó un incendio que puso en riesgo la vida de los residentes. De hecho diez de ellos perecieron en el suceso. Un desenlace casi milagroso después de conocerse algunos detalles del hecho: que se produjera en la madrugada y con apenas personal haciendo la guardia.

 Ambos casos tuvieron un fatal desenlace y en los dos no fue todavía a mayores la tragedia gracias a la labor encomiable del personal de estos centros, trabajo silencioso pero necesario, que rara vez tiene el reconocimiento que merece, como si en una hipotética escala sociosanitaria ocupasen el último escalafón, el más bajo.

 Todo lo contrario. Son personas de mérito. Es justo agradecerles su labor, darles su reconocimiento, ponerles en su sitio, como a tantos otros que ocupan funciones y hacen cosas, en muchos casos desagradables,  sin las cuales no podríamos continuar con nuestras vidas y rutinas.

 De verdad, gracias. Infinitas.

 

 

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