jueves, 28 de noviembre de 2024

Humor honesto y vago

 Me produce perplejidad el comportamiento que se hace sentir mayoritario en una parte de este país, en la que sus grandes talentos son menospreciados de puertas a dentro por razón de sus planteamientos políticos.

 Si no uno busca en toda Cataluña calles o plazas que lleven el nombre de Salvador Dalí, se encontrará que pocos muncipios contemplan esa posibilidad. Ese homenaje se descarta por razón de la filiación franquista del genio de la pintura, cuyo retiro en Cadaqués es uno de los espacios museísticos más visitados de todo el Estado.

 Similar argumento cabe expresar en el caso de la pluma más fina y afilada que posiblemente puede hallarse en las letras catalanas, Josep Pla, cuya orientación conservadora y tolerancia hacia la dictadura, a la que se amoldó sin identificarse nunca con ella, le ha valido un ostracismo literario y cultural que es difícil de entender, pese a tener una buena parte de su obra escrita en catalán.

 Talento y política nunca casan bien, de hecho han de seguir caminos bien separados, para sólo así apreciar la calidad de la obra de un creador por sus méritos y no por sus ideas.

 Hace poco tuve conciencia del valor que tiene la obra del escritor de Palafrugell, a través de un ensayo que lo vinculaba con la flor y nata de la burguesía nacionalista catalana,  avivando mi curiosidad y ganas de leer trabajos de este autor. Es así como ha llegado a mis manos esta primera obra, Humor honesto y vago, (Editorial Austral de bolsillo), de 1942 y que es una compilación de artículos que fueron publicados por primera vez en la revista Destino, semanario fundado en Burgos en 1937, que en un primer momento reunió en sus páginas a toda la intelectualidad catalana afín a los sublevados y que más tarde, acabada la guerra, viró hacia posturas más liberales, publicando sus textos integramente en castellano.   

 Durante cerca de treinta y cinco años Pla fue su principal baluarte y colaborador, volcando en sus artículos su experiencia de corresponsal internacional, hombre versado en gustos y costumbres, viajero incansable, dotado de una sensibilidad especial para captar y plasmar con su pluma los entresijos de las personalidades de las sociedades en las que vivió y de las que formó parte. 

 Fue Pla por todo ello un escritor de aire costumbrista, pero también un gran moralista que invitaba en sus textos a la reflexión social, que trató siempre de llegar al gran público con sus trabajos, dotados de una sencillez expresiva y fluida que acostumbraba a adornar con chascarrillos, anécdotas y toques de humor en general, que hacen de la lectura de sus páginas una auténtica delicia.

 Se ha encendido la mecha. Esta primera lectura no es más que un anticipo de lo que se avecina, una tarea gigantesca de acercarse a las obras completas de un escritor prolífico.Junto a ellas queda también pendiente la lectura de su recientemente publicada biografía, titulada Un corazón furtivo, escrita por Xavier Pla, (que no está emparentado con el protagonista) y publicada por la Editorial Destino, que tampoco tiene vínculo con la revista en la que publicó el homenajeado, cuya actividad cesó en 1980.

 


 

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