Hoy quiero hablar de mi pueblo. Sí, lo sé, suena raro que lo diga yo, tan urbanita y tan adicto al Foro, como he sido siempre.
Vivo en una ciudad del área metropolitana de Madrid, en la que somos cerca de ochenta mil los vecinos censados en ella. Un pequeño municipio que crece a marchas forzadas, fruto de la necesidad de vivienda barata y del deseo de optar a una mejor calidad de vida que ya no ofrece la capital.
Los vecinos aumentan a un ritmo vertiginoso, no así los servicios y prestaciones. Con apenas dotaciones de atención primaria, dos centros de salud se reparten a los vecinos, contando con el desahogo del Hospital Universitario Infanta Elena, que no debería dar esa cobertura. Se ha proyectado un nuevo centro de atención sanitaria, pero no estará terminado ni en funcionamiento hasta dentro de un año, como poco.
Hace poco se han inaugurado las instalaciones de los nuevos juzgados, que dan servicios a casi doscientos mil vecinos repartidos en varios municipios de la Campiña sur madrilena, tales como Chinchón,Ciempozuelos,San Martín de la Vega, Valdelaguna, Titulcia, Torrejón de la Calzada o Torrejón de Velasco, como cabeza de partido judicial.
Faltan policías locales, apenas si se ven patrullando por las calles; es más fácil, en cambio, ver hacer esa función a miembros del Colegio de Guardias jóvenes de la Guardia Civil, que tiene su sede en la localidad. Una vez más asistencia temporal, precaria y para salir del paso, con la que paliar una cuestión tan vital como la seguridad.
Con la llegada de familias cada vez mas jóvenes, la irrupción de menores de edad es más acusada de lo normal, aportando tanta alegría en las calles como problemas a la administración, que tampoco cuenta con una red de colegios públicos suficiente y con centros privados caros que tan poco tienen plazas ilimitadas para hacer frente a la demanda.
Las instalaciones deportivas públicas son escasas y están en mal estado de conservación. Eso lleva al uso de gimnasios y piscinas privados, poco baratos y atestados.
Apenas hay cines, (que quedan en un minúsculo centro comercial), no hay librerías, (aunque sí una biblioteca), un par de museos y un teatro en la calle principal, que hace las veces de centro cívico y sala de exposiciones.
Como buen recinto urbano español, no faltan iglesias donde calmar conciencias, ni bares y restaurantes,(hasta con estrella Michelín), donde consolar las penas.
Así es y así está Valdemoro, lugar en donde tan sólo abundan los geriátricos, parques y espacios abiertos, rodeados como estamos de zonas agrarias. Vivir cerca de una via de agropecuaria de paso de ganado y de un patatal cultivado año tras año, que muchos usan para salir a correr o con la bici, es una bendición, lo reconozco. Acostumbrado a tener por vistas edificios de ladrillo, ver campo y cielo con puestas de sol, es un regalo tan inesperado como reconfortante.
Luces y sombras en la patria chica de El corte inglés y su centro de distribución y logística, en mi nuevo emplazamiento, en el que voy a cumplir pronto dos años de residencia.