Guillermo Watt fue un peregrino suizo de sesenta y nueve años que sufrió un colapso que le costó la vida a la altura de Salceda, mediada la etapa que une Arzúa con O Pedrouzo, a menos de treinta kilómetros de cubrir el recorrido completo y ver la Catedral en el Obradoiro. Poco más puede encontrarse de él por internet, ( desde donde inició la peregrinación, por ejemplo), salvo el monumento que le recuerda, unas botas esculpidas en bronce, en el que muchos peregrinos al pasar dejan alguna piedra u objeto a modo de ofrenda.
Un centenar de personas han fallecido en el camino, la mayoría por problemas de salud, (infartos) o por percances de carretera, al ser atropellados. Una lista sombría y sorprendente, máxime si se tiene en cuenta que los datos están recogidos desde 1993, cuando la Xunta relanzó con pompa y boato el Camino, modernizando la red de albuergues y la señalización de las diferentes rutas.
No deja indiferente la presencia que la muerte tiene en la peregrinación; se cuentan por decenas los altares improvisados, atestados de piedras y objetos de toda índole en los que es fácil ver fotos de personas fallecidas, ( la mayoría sin haber hecho el camino), que se hacen visibles a través de sus allegados, que llegan a Santiago en señal de promesa personal. Cada cual con su razón y con sus argumentos, la motivación íntima y espiritual siempre anda presente detrás del esfuerzo y la aventura de tantos días.
Algo dentro de ti te mueve a dar ese paso, nunca mejor dicho. Lo cual no quiere decir que sea esa siempre la razón del viaje.
Para otros el sentido de fiesta es el que manda, especialmente entre los más jóvenes, que terminan empleando la ruta para socializar y conocer gente, quién sabe si para comenzar una relación sentimental. Da para mucho y sus consecuencias son imprevisibles.
Sea como fuere, dormir en O Pedrouzo es velar armas, excitado por la constancia y evidencia de que la tumba del Apóstol apenas dista veinte kilómetros desde allí. No hay cansancio que quite de la boca la sonrisa de unos caminantes que saben que tan sólo un último arreón les aleja del gran objetivo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario