Como ya había visto en otras ocasiones, vuelve a aparecer en un medio escrito la lista de películas más polémicas de la historia, sin que en esta última versión ofrezca novedades significativas, pues son cintas que se refieren de algún modo, a los grandes temas tabú: el sexo y la religión.
Sin embargo no deja de ser curioso que las dos cintas seguramente más transgresoras, duras y explícitas en sus contenidos sean, precisamente dirigidas por regidores italianos.
Cannibal Holocaust es una de ellas, rodada por Ruggero Deodato, cinta que se considera fundadora de la corriente found footage, en la que el montaje simula ser la reproducción de una grabación de video recuperada, tal cual fue encontrada, sin arreglos. La trama es simple, un grupo de reporteros se adentra en el Amazonas para recoger documentos gráficos de tribus canibales que habitan en la zona. La cinta es una sucesión de hechos escabrosos, donde sangre, muerte, sexo y maltrato animal se suceden y concatenan.
Salò o le 120 giornate di Sodoma, es la segunda película, rodada por el malogrado Pier Paolo Pasolini y narra la historia de cuatro fascistas que reúnen a nueve mujeres y hombres jóvenes, sometiéndolos a 120 días de sufrimiento como esclavos sexuales, bajo tortura física y mental. De ella se dice que es tal el realismo de las escenas que hace muy duro su visionado completo. Censurada y repudiada, ha construído su leyenda gracias a esa aureola de película maldita, en la línea de todo lo que acompañó a su director, asesinado en una playa de Ostia sin que aún hoy se se sepa con seguridad quién fue el responsable del crimen.
Dos cintas censuradas y prohibidas durante años; dos directores italianos, que provocan y que lo hacen a sabiendas de que van a encontrar un rechazo frontal y hostil. Estrategia acción-reacción-acción, se busca un resultado que permita a la creación adquirir publicidad gratuita y llegar así a más gente, con el objetivo final de conseguir una reflexión entre el gran público,que aquello que ve le haga pensar, romper cadenas y esquemas sociales rígidos, salir del camino trazado.
Que un país como Italia sume a estos dos, una larga lista de directores transgresores no es casualidad; nacer, crecer y vivir en el lugar donde se asienta la cuna del catolicismo, marca impronta y genera reacciones, que sin duda pueden y deben exportarse; ningún sitio está libre o exento de convenciones sociales, a menudo constringentes, que cortan alas y exigen un modelo de comportamiento definido, en lo moral y en lo sexual.
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