Los libros son para leer y para lucir, con sus relucientes lomos, apilados unos junto a a otros en estanterías elaboradas a tal efecto.
Pero no siempre los libros están a la vista y son visibles. En ocasiones son escudidos aunque por razones de diversa índole.
Durante mucho tiempo, se daba el nombre de infierno a un espacio concreto, siempre secreto, dentro de un armario o habitación, donde las bibliotecas escondían sus libros prohibidos. Libros que la iglesia en ocasiones censuraba, en su famoso Index, (Index librorum Prohibitorum), por considerar esas lecturas heréticas o inmorales. Index que aún existe y que puede extenderse a otros contextos, que no por laicos, dejan de ser menos respetuosos con la libertad de expresión y de creación.
Con la iglesia, ( en todas sus vertientes, me atrevería a decir), nos hemos topado, Sancho.
También hubo siempre otros libros que si escondían era por la necesidad de atesorarlos, por su deslumbrante valor, que invitaba a sepultarlos en cámaras acorazadas o anaqueles de salas de lectura discretas; porque también los libros han sido y son elemento de distinción de riqueza material.
De estas y otras cuestiones relacionadas con los libros, da cuenta esta exposición de la Biblioteca Nacional de España que, además de gratuita, no deja de sorprender por el cuadal de información que ofrece sobre las publicaciones en papel y en otros dispositivos, como mandan los tiempos modernos y sus nuevas variantes.
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