Fue al hospital porque tenía dolores de tripa, tenía diagnosticada una hernia de hiato que, además de las incómodas molestias, le daba ganas de ir al cuarto de baño todo el rato.
Sometida a unas pruebas en el centro médico, tuvo rápido un diagnóstico imprevisto: estaba embarazada y los dolores eran consecuencia de que estaba de parto.
La ecografía no engañaba. Entró en quirófano y en diez minutos tenía sobre su regazo a una niña; sana, con buen peso. Acababa de ser madre por segunda vez, apenas dieciocho meses después de haberlo sido por primera.
Cuenta la protagonista de esta historia que los minutos que transcurrieron después fueron un infierno, fruto de la absoluta incredulidad que sentía por no entender lo que estaba pasando, ¿Cómo podía haberse quedado en cinta si no notó nada raro, si no dejó de menstruar? ¿ Cómo el cuerpo puede desarrollar un embarazo completo sin que la protagonista fuera consciente de lo que su cuerpo estaba gestando?
Nunca hasta entonces había conocido el sentimiento de estar en la más absoluta soledad, pese a estar acompañada por su retoño. En esta historia kafkiana todo es exprés, incluída la depresión postparto.
La película aún tuvo un capítulo final más, terrorífico, cuando la protagonista sufrió en sus propias carnes la incomprensión de sus familiares, que llorosos acudieron al centro sanitario al conocer la noticia; parecía que iban a un funeral antes que a un alumbramiento. De repente a los gestos de sorpresa sucedieron los de lamento y reproche, por haber sido tan cobarde de ocultar que volvía a estar preñada. El beneficio de la duda, de opinar después de informarse, como siempre quedó sepultado.
Es alucinante como a veces la vida se abre paso; conocía algún caso de mujeres que habían sido diagnosticadas como estériles y que terminaron viviendo la experiencia de la maternidad en primera persona; una compañera de trabajo, ya con muy avanzada edad, también alertada por síntomas que no tenían lógica, acudió a su ginecologo y vivió con sorpresa que estaba en cinta y que se preparaba para asistir a un embarazo de riesgo. Experiencia que le cambió la vida, tanto como para volver a querer repetir y tener un segundo hijo, pese a los riesgos que corría.
Historias de maternidad, de la vida real, que son un magnífico material literario; nada mejor para inspirarse que salir ahí afuera y conocer lo que le pasa a la gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario