martes, 4 de noviembre de 2025

Beethoven

 Y llegó el día ansiado por muchos, pero que deja el cuerpo del peregrino sentido trastocado, como triste por llegar a su fín.

 Para el fin de fiesta la ruta  reserva unos últimos veinte kilómetros que incoporan al viandante al área metropolitana de la capital de Galicia, una ciudad con alma de pueblo que apenas tenía más vida que la que le ofrecía el ambiente universitario hace apenas unos años y que ahora goza de notoriedad, influencia politica y económica y dinero, una parte del cual lo mueven las rutas xacobeas que llegan hasta allí.

 Para ello toca bordear Lavacolla, aldea de la Parroquia de Sabugueira, hoy integrada en la capital, donde cuentan que los peregrinos se aseaban antes de entrar a la ciudad, lavándose los cuellos y en donde hoy están las pistas del Aeropuerto Internacional Rosalía de Castro, (quién le hubiera dicho a ella que fuera a dar nombre a un espacio donde aterrizarían nada menos que aviones), antes de llegar a San Marcos y su polígono industrial, donde tienen su sede las corporaciones audiovisuales RTVE y TVG. El caminante pasará de largo y se decantará por fijarse en el camping que hay, un poco más adelante,  que ofrece el último avituallamiento antes de entrar en el Monte do Gozo, cuyo nombre sin conocer la historia, todos podemos imaginarnos a qué motivo se debe. 

 Aquellas lomas que ya permitían al peregrinos vislumbrar los campanarios de la Catedral son hoy sede de un complejo donde se halla el abergue de peregrinos más grande de todos los caminos, con más de ochocientas camas, además de otras instalaciones como un enorme auditorio al aire libre. Sin desviarse de la ruta, aparece la pequeña Capilla de San Marcos que contiene uno de los sellos más preciados que toda credencial debe lucir antes de oficializar la consecución de la Compostelana.

 Allí en la puerta, esperando a su dueño pacientemente, estaba el bueno de Beethovenperegrino cuadrúpedo  procedente de Sevilla que completó desde Sarria la ruta con nosotros. Son cada vez más los animales que comparten aventura y experiencias con los humanos, por eso la mejor manera de darle el punto y final a esta nueva excursion mochilera era convertir esta última entrada en un pequeño homenaje y aplauso para ellos.

 Atrás quedaron más de doscientos veinte kilómetros hechos y certificados, muchas anécdotas en albergues y en los caminos, gente maravillosa conocida en el trayecto y un buen puñado de experiencias gastronómicas siempre regadas con vino o buena cerveza.  Misión cumplida.

 La vuelta al foro en tren y en silencio, siempre tiene un cometido, pensar en la siguiente meta, en qué nueva ruta acometer, porque como todos sabemos, esto es tan sólo un punto y seguido. El peregrino nunca deja caminar, ni aún cuando está en otros menesteres. Ultreia. 

 

 

 

 

 

lunes, 3 de noviembre de 2025

Razón para caminar

 Guillermo Watt fue un peregrino suizo de sesenta y nueve años que sufrió un colapso que le costó la vida a la altura de Salceda, mediada la etapa que une Arzúa con O Pedrouzo, a menos de treinta kilómetros de cubrir el recorrido completo y ver la Catedral en el Obradoiro. Poco más puede encontrarse de él por internet, ( desde donde inició la peregrinación, por ejemplo), salvo el monumento que le recuerda, unas botas esculpidas en bronce, en el que muchos peregrinos al pasar dejan alguna piedra u objeto a modo de ofrenda. 

 Un centenar de personas han fallecido en el camino, la mayoría por problemas de salud, (infartos) o por percances de carretera, al ser atropellados.  Una lista sombría y sorprendente, máxime si se tiene en cuenta que los datos están recogidos desde 1993, cuando la Xunta relanzó con  pompa y boato el Camino, modernizando la red de albuergues y la señalización de las diferentes rutas.

 No deja indiferente la presencia que la muerte tiene en la peregrinación; se cuentan por decenas los altares improvisados, atestados de piedras y objetos de toda índole en los que es fácil ver fotos de personas fallecidas, ( la mayoría sin haber hecho el camino), que se hacen visibles a través de sus allegados, que llegan a Santiago en señal de promesa personal. Cada cual con su razón y con sus argumentos, la motivación íntima y espiritual siempre anda presente detrás del esfuerzo y la aventura de tantos días.

 Algo dentro de ti te mueve a dar ese paso, nunca mejor dicho. Lo cual no quiere decir que sea esa siempre la razón del viaje. 

   Para otros el sentido de fiesta es el que manda, especialmente entre los más jóvenes, que terminan empleando la ruta para socializar y conocer gente, quién sabe si para comenzar una relación sentimental. Da para mucho y sus consecuencias son imprevisibles.

 Sea como fuere, dormir en O Pedrouzo es velar armas, excitado por la constancia y evidencia de que la tumba del Apóstol apenas dista veinte kilómetros desde allí. No hay cansancio que quite de la boca la sonrisa de unos caminantes que saben que tan sólo un último arreón les aleja del gran objetivo. 

 




 

  

domingo, 2 de noviembre de 2025

Ribadiso

 Esta es la etapa del pulpo, la que justo a mitad de camino, cuando se han cubierto cerca de doce kilometros, observa la llegada a Melide el pueblo que más raciones del cefalópodo sirve en toda la comunidad gallega.

 Es una parada obligada y también, una trampa. La foto en la pulpería con el grupo que poco a poco se va configurando desde Sarria, hace que la estancia se alargue más de lo debido y convierta en bola el segundo tramo de la ruta hacia Arzúa, que dista desde el inicio cerca de ventiocho kilómetros.

 En este punto el camino se vuelve cada vez más social, más imprevisible, asfalto y corredoiras se interlacan, dejando la crónica cultural en manos de la hermosa Iglesia de Santa María de Melide, abierta al público y lugar de sellado obligado, gracias a unos voluntarios que la custodian y enseñan a quien quiera conocer algún dato de su larga historia como templo románico.

 Antes de llegar a Leboeiro, el trayecto abandona las tranquilas tierras de Lugo, para adentrarse en las de Coruña.  Es la tercera provincia que recorre esta ruta, que contará ya con mas de ciento cincuenta kilómetros en las piernas cuando acabe la faena del día.

 Con la proximidad de Boente la jornada comienza a tocar a su fin, un último tramo de cuestas empinadas que se hace más largo de lo que debiera por atravesarlo en las horas centrales del día y con un sol de justicia para ser el mes de octubre. Pero todo esfuerzo tiene su compensación. Al final de la bajada, como si de un oasis de desierto se tratase, aparece bucólico y caudaloso el pequeño Rio Iso, a cuya vera el peregrino ya puede parar para hacer fonda al haber un albergue de peregrinos justo al lado.

 Ribadiso da Baixo, dista apenas tres kilómetros del casco urbano de Arzúa, pero es como una tentación. Prestos todos los transeuntes, descalzamos los castigados pies para surmergirlos en las heladas aguas de este riachuelo, que algunos, osados se atraven a disfrutar sumergidos enteros. De repente los calores se marchan, los dolores desaparecen y una dulce y placentera sensación de paz se adueña del cuerpo y te pide que no sigas caminando, que te quedes allí. Pequeño espejismo. La realidad manda y la reserva en el alojamiento ya pactado más allá, así que toca despedirse de este remanso de paz y gloria, tomando algo y despidiéndose de los que deciden prolongar la estadía para hacer noche allí.

 El día termina con el obligado descanso tras la ducha y una copiosa cena en una pulperia parrillada llamada Europa, lejos de la linea de acceso de los peregrinos, sólo transitada por lugañeros, de la que una empleada de frutería dio cuenta a la hora de hacer la clásica pregunta de forastero tras comprarle unas manzanas:  ¿Dónde se puede comer bien aquí?  

 Tortilla de patatas poco cuajada, queso de la tierra y una pequeña parrillada de carne, antes de irse a la litera. Es maravilloso cuando de una etapa de la que esperas poco se convierte en uno de los puntos álgidos de toda la ruta. Un día así sólo podía terminar de una manera, durmiendo mucho y bien.

 


 

 

  

sábado, 1 de noviembre de 2025

Galicia natural

  Esperaba sinceramente encontrarme más pancartas por todo el recorrido en señal de protesta por la intención de levantar un complejo industrial dedicado a la celulosa en esta comarca gallega, por donde trancurrieron los veinticinco kilómetros de la etapa, que unen Portomarín con Palas de Rei. Es algo muy de esta tierra, mirar más por la pasta que por el entorno, sólo así se explica la irrupción del monocultivo del eucalipto, por citar algún ejemplo, que tanto daño está haciendo a los ecosistemas locales por su agresividad con el resto de especies vegetales.

 División de opiniones que dirían los taurinos.

 Hacer el camino no es sólo cruzar de paso los sitios por los que transcurre la ruta; es también hacer comunión con sus paisajes, con su entorno vegetal tan hermoso, con sus gustos y tradiciones tan adorables como exportadas al resto del país.

  El peregrino cuando  llega a Galicia, descubre andando que conoce de ella mucho más de lo que se imagina.

 Quién sabe, igual algún día la ruta se repite y uno desea ver los mismos parajes, las mismas corredoiras, los mismos pastos habitados por caballos silvestres, sin que la mano humana cometa alguna tropelía en forma de destrozo. A veces el progreso es miseria.

 Por eso no ver manifestaciones de rechazo en Gonzar, Castromaior, Ligonde o Lestedo, se hace difícil de entender. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

 La jornada transcurrió anodina, con paso suave y con buen tiempo, con las paradas de refrigerio previstas, llenas de recuerdos por otros caminos en los que conocí a gente que me marcó y con la entrada a Palas por una carretera infinita que desmerece todos los tramos pasados previamente. Los mismos sellos en los mismos sitios, las mismas cervezas en la plaza del pueblo, rodeados de otros peregrinos en la que viene siendo una de las fotos de grupo tradicionales... Palas de Rei, además de a estiércol, huele a añejo a nostalgia.

  


  

Beethoven

  Y llegó el día ansiado por muchos, pero que deja el cuerpo del peregrino sentido trastocado, como triste por llegar a su fín.  Para el fin...