¿Qué es la felicidad?
Una meta a alcanzar para cualquiera que se precie. Una vida con dicha es una vida plena.
¿ Cuáles son los caminos para alcanzarla, hay diferentes tipos de felicidad?
Para filósofos como el nuevo Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, el coreano Byung-Chul Han, es una imposición, más que un deseo, fruto de los retos que promueven las nuevas sociedades tecnológicas.
¿Qué nos llena y conmueve, qué necesitamos, con qué nos conformamos, de cuántas cosas podemos desprendernos. Qué identificamos con la realización y que nos lleva a alegrarnos,a sentirnos bien. Eso afecta a nuestras relaciones afectivas?
Vivir en permanente estado de aporía antes que de duda, ese es el alma del filósofo. Sin ese peso, la vida está vacía y carece de sentido. En el caso de los pensadores, para ser felices, necesitan cuestionarse las cosas, buscar el lado intrincado del mundo y sus proyecciones. Somos lo que marcan y dictan nuestras contradicciones.
El resto de los mortales ven como la cosa se mueve por unos derroteros condicionados, como ha ocurrido en todas las épocas y es que para ser feliz en esta vida actual hay que hacer cosas que otras generaciones ni siquiera se planteaban.
Para muchos filósofos, la felicidad es ahora una imposición, no una búsqueda individual, legítima e íntima. Es un producto a consumir, con un formato estandarizado, sujeto a comportamientos establecidos, cruzado por intereses espúreos a lo humano. Es algo cada vez más complejo y sofisticado, alejado de lo sencillo; algo de usar y tirar, no natural e institivo que se deduce de lo más profundo que nace de nosotros y que se proyecta hacia afuera.
Nos llevan a una felicidad de consumo, de estantería de supermercado. Una felicidad que ahora no se persigue, se compra. Una felicidad que consume las horas de tiempo libre, medidas al mílimetro, que convierten el tiempo de reposo en un espacio tan controlado como el que dedicamos al trabajo. Agendas de lunes a domingo, que conducen a comienzos de semana caracterizados por el agotamiento. El fin de semana cada vez está más alejado del descanso y la desconexión.
Vidas programadas, vidas donde está mal visto el fracaso y ser infeliz es el más destacado de todos ellos. Para ello hay que llenar el tiempo libre de cosas por hacer, de cosas que enseñar y mostrar a los demás, porque no hay realización ahora con lo que se hace; de nada sirve si no se muestra, si los otros no lo ven, si no se cuelga en formato foto o video por internet. Sin likes no hay felicidad.
No es algo íntimo, disfrutado a título particular. La dicha es ya un fenómeno grupal que sin la aceptación del entorno es una felicidad vacía, inapreciada, que no sirve y genera frustración.
Lo malo es darse cuenta y salir de una espiral que como un remolino de agua te empuja a un fondo del que no parece fácil salir. Dilemas de la vida moderna.