miércoles, 29 de octubre de 2025

Teso da Cruz

 Teso da Cruz y Monte Area son las zonas qe registran mayor altitud en el Camino Francés a su paso por Galicia, en torno a los 1370 metros; llegar a ellas es una opción para abandonar O Cebreiro, si no se desea comenzar el día de caminata bordeando el albergue de la Xunta

 Rodeado de oscuridad y con un viento recio de cumbre que corta la cara, se baja de manera vertiginosa, siempre con el amparo de la carretera de acceso y en dirección a Liñares, donde no hay que dejar de ver su hermosa iglesia prerrománica de una sola nave, dedicada a San Estevo.

 Son las primeras vistas de tierras lucenses,que no desmerecen en su paisanaje, lo observado en la vecina León. Poco dura la alegría del caminante que observa como la ruta se empina de nuevo en dirección al Alto de San Roque, donde se erige en bronce la estatua de un  peregrino azotado por el viento, obra de José María Acuña

 Carretera y pistas forestales se intercalan antes de llegar a la última dificultad del día, el Alto del Poio con unas cuestas muy duras pero afortunadamente cortas. Estamos en territorio de robles y castaños, de helechos que inundan todo, de grandes pastizales donde rumia la vaca rubia, manjar apreciado.  

 Tras cruzar Fonfría, Pasantes o Ramil,  la ruta ya conduce hacia el final de la travesía, no sin antes observar algun castaño con tronco de diámetro propio de secuoya;  ese sitio es Tricastela, pueblo que me tenía intrigado por ser el lugar elegido por otros peregrinos con los que he coincidido para iniciar su ruta y que a tenor de lo visto, no es más que la clásica pequeña localidad de interior con una calle principal y la mayor parte de las viviendas próximas a la carretera que la circunda. Localidad sin encanto por lo construído, pero si por lo que la rodea, lomas inundadas de verde que han de cruzarse para seguir ruta hacia Sarria.

 Inquietante el albergue escogido para pernoctar, llenos de querubines, casullas y otros aparejos religiosos, que pronto justificó el por qué de su bajo precio; con una colchoneta tan gastada por el uso,el cuerpo intentó hacer noche y descansar sobre un somier de madera tan rígido como incómodo, después pasar la tarde visitando lo poco que tiene que ofrecer el pueblo, tomando alguna cerveza y degustando una tabla de quesos gallegos como cena, con mucho, lo más relevante de la estancia.

 


 

 

  

  

 


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