miércoles, 15 de octubre de 2025

Soledad en comunidad

 Antonio vivía sólo, pagaba religiosamente sus facturas, la cuota de la comunidad de vecinos, recibía puntualmente en su cuenta la pensión de jubilación. Era un persona tranquila, que vivía sola, como tantos jubilados en este país.

 Esa normalidad ha sido cómplice de su descalabro. 

 Por culpa de unas goteras provocadas por las últimas lluvias en Valencia, su vecina llamó a la policía pensando que la casa estaba vacía, ya que nadie había visto a Antonio desde hacía años; su vecina de rellano le creía viviendo en una residencia de ancianos. 

 Pero no, cuando los agentes entraron en el domicilio, encontrarón algo que no podían imaginar. 

 Antonio,yacía muerto en su cama, momificado, lleno de excrementos de palomas que se habian apoderado de la casa al encontrar las ventanas abiertas. Los médicos forenses han determinado que el fallecido llevaba más de quince años muerto.

 Quince años sin que nadie le echase en falta, ni sus propios hijos, que al parecer no quieren saber nada de él, ni para reclamar la herencia.

 Es desolador ver la penuria y la tristeza con la que viven tantas personas en las ciudades cuando llegan a la edad más madura, abandonados a su suerte. Síntoma de miseria moral, de podredumbre social, de falta de humanidad y tacto, de pérdida de referencias que han de venir dadas por el otro, por su proximidad, por la necesidad de convivencia.

 Vivir sólos pese a estar juntos, esa es la contradicción, signo de una enfermedad cuyos principales síntomas son el egoismo y la falta de consideración. Soledad en comunidad.  

 

  

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