Seis y treinta y cuatro de la mañana. Me levanto descansado, despejado, tranquilo, de buen humor. Mi pulsómetro acrecienta la sensación de bienestar al confirmar que he dormido casi siete horas y media. Número récord entre semana.
Apuro mi café de cápsula y enciendo el ordenador. Última obligación autoimpuesta antes de comenzar el merecido asueto, ese que apenas he disfrutado en los últimos cuatro meses. Un verano sin parar que me ha fundido, pero todo afortunadamente llega.Toca parar, toca moverse.
Sólo me queda terminar de escribir estás líneas y prepararme para salir. Estamos en marcha.
La salud mental en mi caso está intimamente ligada a la salud de mis pies. Si ellos se mueven se relaja lo de arriba, todo lo demás funciona.
Tener tiempo libre para no pensar. No hay mejor plan vacacional.
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