Capas como una cebolla llevo estos días. De ropa para combatir las inclemencias atmosféricas, de apósitos para cubrir y proteger la piel.
Sin embargo no encuentro capa que sirva de protección al corazón, que camina desnudo, azotado por el viento racheado. No hay nada más difícil de cuidar, de guarecer y de hacer resugir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario