Presumía de tener un pasado revolucionario y guerrillero, similar al del desaparecido Presidente Mújica en la vecina Uruguay.
Daniel Ortega, líder histórico del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que con anterioridad aceptó las reglas del juego democrático, como líder opositor y como presidente electo legítimo, para ayudar a levantar un país como Nicaragua, tan lastimado por dictaduras cruentas y la invasión de los EE.UU., que siempre lo ha tratado como una mera despensa, como ocurre con Guatemala y otras naciones de America Latina.
Presidente hasta en cuatro ocasiones, en la última de sus periodos de poder, se ha enrocado en la poltrona, junto a su esposa Rosario Murillo, dupla que ha obviado todo su pasado libertador contra el poder tirano, para ejercerlo sin tener en cuenta cuantas garantías legales estaban estipuladas en el estado nicaragüense, para perpetuarse en el poder, incluyendo la purga de adversarios a los que se expulsa del país y se les retira la nacionalidad.
Quien lo hubiera dicho. Uno de los guerrilleros más populares de los ochenta, con su peculiar aspecto que combinaba la guerrera militar con unas gafas de pasta inmensas de culo de botella, convertido en dictador. La vida siempre da muchas vueltas, a veces demasiadas.