De vuelta al tajo, o más bien a las andadas. Tras visitar el megacentro de tiendas en que han convertido una estación de tren, inicio la caminata, siempre en subida, siempre contento.
Hace un año esta misma transición era en grupo, con el cielo poco colaborador y el poncho en ristre, caminando por una senda de agua que fluía del cielo en vez de hacerlo por torrenteras subterráneas y cascadas. Parece otra ruta, otro camino; la llegada a la ciudad de los ferrocarriles con sol y buen tiempo es idílica, de postal.
Quién me lo hubiera dicho, que volvería a estar aquí y en compañía. La vida con sus sorpresas. Toca seguir disfrutando y avanzando. Dias de aventura y de alegría. Seguimos.
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