Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira.
Con tan bellas palabras el más universal del los dramaturgos exponía cómo de subjetiva es la percepción de la realidad.
Tenía, tiene y tendrá razón Shakespeare.
Cristales que para unos son opacos y no dejan pasar la luz, mientras que para otros son traslúcidos y dejan ver todo.
Es la sensación que tengo cuando leo los periódicos, que sus periodistas no disponen de las mismas lupas a la hora de ver las cosas y, lo que es más importante, de contarlas.
Divulgadores de miserias, mercenarios a sueldo que divulgan aquello que interesa a quien les paga. Qúe dificil es ser periodista sin prostituirse. Es además de una profesión de riesgo, una trituradora de conciencias.
Siento la crueldad, pero me ciño a lo que veo y leo. En este país no quedan medios veraces, ni profesionales que los alimenten. Contar las cosas con un ojo tapado es una forma de mentir, de no contar la verdad,de confundir, de manipular.No es compatible con el oficio de la información. Son cómplices de unos políticos podridos, corifeos de sus intereses y de quienes los financian. Qué pena.
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