Amenece. Apuro en la cama antes de encender el ordenador y teletrabajar desde casa, o al menos intentarlo. Veo luz en la farola de la calle desde mi ventana y eso me reconforta. La situación que dejé anoche antes de caer en un sueño profundo, se mantiene.
Intercambio mensajes de whatsapp con Débora y Gemma; me transmiten la misma tranquilidad. Arranco el día con ganas, me sabe a gloria el café que acabo de prepararme.
Turno para hojear los periódicos, con casi el total del suministro restablecido, sólo hay incidencias en los transportes; volverá a ser un mal día para quien tenga que ir al trabajo de un modo presencial; trenes al cincuenta por ciento de su capacidad, metro cerrado hasta las ocho de la mañana... No quiero imaginarme cómo estarán las autopistas de entrada a Madrid. Pienso en las personas que han quedado atrapadas en trenes de larga distancia; hasta once convoyes estaban a última hora de la noche pendientes de ser evacuados.
Lo más importante, no hay incidentes reseñables, ni pillaje, ni abusos por parte de los amigos de lo ajeno. Menos mal.
Asegurado lo importante, buceo un buen rato en la red en busca de información sobre qué puede haber sucedido; ayer el Presidente del gobierno pedía a la gente calma y sólo informarse por canales oficiales para evitar los bulos y la desinformación; como siempre digo, que las autoridades den pocos datos o se demoren en las explicaciones, es lo que hace que la gente busque por otros medios. La mentira tiene las patas muy largas porque hay quien la alimenta. La perspectiva de un ciberataque se mantiene intacta, por parecer lógica y razonable, aunque tal vez las explicaciones detrás del evento vivido ayer sean otras y, por cierto, sean más dolorosas, por negligentes.
Red Eléctrica Española,(REE), responsable del suministro e infraestructuras de electricidad en el país, ya ofreció anoche algunas pistas de lo ocurrido, la advertencia de una oscilación anómala, que hizo que cayera el suministro de kilovatios radicalmente y con ello provocara un efecto dominó que permitió la caída de todo el sistema, incluido el portugués, dependiente en infraestructuras del nuestro. En contra de lo que se comentaba ayer, el sistema de interconexiones con la red europea es insuficiente, no alcanzando ese 10% que está estandarizado en el resto del continente para posibles contigencias como la de ayer; si a eso le sumamos la alta dependencia en el suministro de las energías renovables, sin el suficiente respaldo en caso de falla, quizá tengamos una configuración completa de lo acontecido hace unas horas.
La piel de toro, parte imprescindible de Europa, pero que sigue a nivel de infraestructuras y servicios por debajo del resto del continente; ante una demanda de energía creciente, no cuenta con los medios adecuados para responder en situaciones extremas, esas que en teoría no ocurren nunca, hasta que suceden. Ver a todo un país con los plomos fundidos, impacta e impresiona.
Veremos de todos modos la explicación oficial, que barrunto poco clara y diletante propia de políticos mediocres e irresponsables, aunque luego la culpa será nuestra, por tratar de buscar respuestas. Tristemente hay cosas que no cambian nunca.
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